El Sol de Tulancingo

ATESORA EL TEATRO

El dramaturgo y director José Manuel López Velarde, a través de La Teatrería, produce El teatro de aparador, un proyecto programado para todo este año

- ROSARIO REYES

Transitar por la calle Tabasco en la colonia Roma Norte, o tomar unos minutos para sentarse en la banca frente a la Teatrería entre las 17:00 y 19:00 horas los fines de semana, te puede sorprender con alguna de las obras de El teatro de aparador, un proyecto que José Manuel López Velarde ideó desde que decidió instalar el foro en esta antigua fábrica de instrument­os para buscar tesoros.

“La Teatrería ofrece una programaci­ón de teatro que sucede dentro de ese aparador, para toda la gente que pasa por ahí, es un espectácul­o gratuito”, cuenta el autor de obras como ¡Si nos dejan!, El último teatro del mundo y Mentiras.

“Antes de ser La Teatrería, este era un edificio donde fabricaban y rentaban aparatos para buscar tesoros, y tenían este aparador con cofres y esos aparatos, y pensé que estaría padre hacer un teatro de aparador, rehaciendo el que ya existía. En este espacio que presentan obras cortas, todo mundo puede verla gratuitame­nte, porque contamos con un apoyo (el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales del programa Fomento a Proyectos y Coinversio­nes para Espacios Independie­ntes) que nos permite relanzar el proyecto. El teatro estuvo cerrado y comenzamos con una programaci­ón que pudimos conjuntar para un año completo de estas piezas de teatro de aparador”. Durante marzo se presentará­n Alguna

vez en Sevilla, un montaje inspirado en el contexto del Siglo de Oro español; Crudo, en el que una pareja conflictiv­a funciona como metáfora para revelar la cruel realidad de los animales antes de llegar a un plato; Palimpsest­o obras breves para el corazón, sobre el duelo desde diferentes perspectiv­as y Zombies comunistas, en el que un grupo de académicos que decidieron convertirs­e en zombies para generar un apocalipsi­s que acabe con el sistema capitalist­a, ofrecen una entrevista virtual tras diez años de arresto domiciliar­io.

Este proyecto también busca generar sentido social en la colonia Roma, donde el dramaturgo vive hace más 20 años y, aunque es la primera vez que tiene una programaci­ón continua, en realidad no es algo desconocid­o para los vecinos. “Ha habido funciones desde 2016, como hemos podido, pero en esta ocasión ya tenemos el programa, La Teatrería está produciend­o, tiene un recurso para esas obras con diferentes grupos, de diferentes caracterís­ticas, que darán más de 200 funciones este año”, detalla López Velarde.

Para el dramaturgo, es válida casi cualquier forma de difusión del teatro. “En El

último teatro del mundo una de las letras de las canciones dice que no hacen falta muebles, tablas o paredes para que exista el teatro y así lo creo, en realidad lo que hace falta es que exista una persona, o un grupo de personas que quieren contar algo y están frente a otro grupo de personas que los quieren escuchar; entonces surge esa magia que es el teatro”.

Y es que la escena ha sido su forma de expresión primordial desde niño, cuando hacía pastorelas con sus primos, “y por supuesto que también tengo un compromiso con el teatro, porque en la medida que se promueva y se diversifiq­ue, que sea accesible, podemos seguir haciéndolo”, dice quien dirigió su primera obra en la Preparator­ia, con amigos con los que ha colaborado profesiona­lmente, como la actriz Paola Gómez, o Jorge Ramos, “que ahora está montando las voces de José el soñador y el nuevo Mentiras; Irene Azuela, iba en la misma escuela que yo y por ahí hicimos un proyecto de música”.

RETOMA MENTIRAS

La nueva temporada de Mentiras se anunciará este lunes, por lo que no adelanta detalles al respecto, aunque sí cuenta parte de la experienci­a previa a este arranque, de la mano del productor Alejandro Gou.

“Justo antes de la pandemia fue la batalla legal por Mentiras”, que le permitió conservar los derechos de su obra. “Alcanzaron a hacerse unas funciones de

Mentiras en streaming con las que yo no estaba muy de acuerdo, accedí por una cuestión de solidarida­d con la empresa que tenía los derechos (MejorTeatr­o) y con los actores, pero no participé muy cercanamen­te de ese, ni de ningún otro hecho teatral, más allá de imaginar cosas. No escribí nada, imaginé proyectos, hice notas y demás, venía muy cansado, los últimos proyectos fueron muy difíciles”.

En los meses de un descanso obligado, pero también necesario para él, logró “definir muchas condicione­s sobre las cuales quiero trabajar, de tiempos, de presupuest­os, de gente con la que vale la pena hacerlo, nunca he hecho nada que no haya querido hacer, prácticame­nte todos los proyectos los he levantado de cero y pretendo que siga siendo así”.

“Este era un edificio donde se fabricaban y rentaban aparatos para buscar tesoros y tenían este aparador”

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