DEVASTACIÓN EN MIKOLAIV
MIKOLAIV Del rostro cubierto de polvo, solo destacan los penetrantes ojos azules del soldado... vivo, evacuado de entre los escombros, treinta horas después del terrible ataque al cuartel militar en Mikolaiv, que dejó decenas de muertos.
Fue un periodista presente en el lugar quien escuchó ruidos bajo los escombros ayer por la mañana y alertó a los rescatistas. Después de excavar con las manos durante una hora, logran sacarlo. En la camilla, el herido, en estado de shock, mira a los camilleros e intenta hablar.
Según testimonios de rescatistas y soldados, seis cohetes impactaron en el cuartel (originalmente, escuela para jóvenes oficiales). "Una gran explosión", explica Nikolai, vecino del barrio, del que resultaron dañados varios edificios.
"No menos de 200 soldados dormían en el cuartel", cuenta Maxim, un soldado de 22 años, que llegó desde otro puesto cercano, y que observa la escena con aire atónito. "Se han extraído al menos 50 cuerpos, pero no sabemos cuántos quedan bajo los escombros", dijo el militar.
Evguéni, otro soldado en el lugar, estima que los ataques podrían haber matado a un centenar de personas.
Imposible por el momento tener un balance oficial o elementos más sobre el ataque. La información permanece bloqueada, cuando el discurso oficial quiere que Mikolaiv, "escudo" de Odesa, el gran puerto estratégico ubicado 130 km , resista y rechace los ataques de las tropas rusas.
Las autoridades han estado diciendo durante varios días que las fuerzas enemigas han sido empujadas hacia Jersón,
Según testimonios de rescatistas y soldados, seis cohetes impactaron en el cuartel militar ucraniano, que originalmente era una escuela para jóvenes oficiales
ciudad controlada por Rusia más al este. Pero los ataques mortales, que ya afectan a civiles y posiciones militares desde hace dos semanas, no cesan.
"No estamos autorizados a decir nada, porque las operaciones de rescate no han terminado y no se ha notificado a todas las familias", explicó conmovida Olga Malarchuk, portavoz militar.
Los rescatistas colocan un brazo ensangrentado y un trozo de torso humano sobre una lona. Más adelante, tres cuerpos, uno de ellos cubierto con una sábana blanca, son sacados de entre los escombros. Las bolsas militares y los chalecos antibalas de las víctimas se encuentran reunidos en un rincón.
A pocos metros del cuartel destruido, otro edificio menos dañado aún alberga un dormitorio y algunas oficinas. Todas las ventanas están rotas y hay botas militares esparcidas por el suelo.
Un pequeño cuadro de un icono religioso, así como fotos de soldados, han resistido colgados en la pared. Una placa de piedra gris, que representa a un marinero apoyado en un fusil y barcos al fondo, permanece en pie en medio de este espectáculo de gran desolación.