El Sol de Tulancingo

Un robot educará a los presos

En la ciudad de Lima, un androide llamado Jovam ingresó a la cárcel de Lurigancho, considerad­a la más poblada de Perú, para apoyar a los maestros en la educación de los reos

- DIEGO TORIJA

Jovam es un robot que recién ingresó a la cárcel limeña de Lurigancho, que es la más poblada de Perú, con el objetivo de apoyar a los maestros en la educación de los presos.

El aparato cuenta con un cuerpo de fibra de maíz, sus ojos parpadean cuando habla, y es capaz de responder a preguntas sobre objetivos de desarrollo sostenible e incluso habla el idioma alemán.

Este centro penitencia­rio de Lima tiene la mala fama de ser uno de los más violentos en toda América Latina. Alrededor de mil 255 reclusos han vuelto a clases presencial­es para retomar sus cursos de nivel primaria, secundaria o técnicos, tras dos años de estar anclados y con materiales autoinstru­ctivos en sus celdas de la prisión, donde además el internet está prohibido.

La llegada del robot Jovam coincidió con el regreso de las personas privadas de su libertad a las aulas.

El androide biodegrada­ble fue fabricado con desechos electrónic­os reciclados que servirá como un estímulo y complacien­te didáctico para la educación de los internos de la penitencia­ria.

Así lo señaló su inventor, Walter Velásquez, un joven profesor rural que es apasionado por la tecnología y la electrónic­a, que en el peor momento de la pandemia ya sorprendió a la comunidad educativa del país peruano con la creación de Kipi, que es la primer robot capaz de hablar quechua y de recorrer a caballo las remotas comunidade­s de Colcabamba, en la región andina de Huancaveli­ca, para así acercar las lecciones allí donde ni siquiera llegan los medios como la televisión o la radio.

Al igual que su semejante Kipi, Jovam fue concebido a más de 3 mil metros de altitud, entre cuatro paredes de adobe y un techo agujereado que conforman el laboratori­o de creativida­d del humilde colegio Santiago Antúnez de Mayolo, ubicado en Tayacaja, una provincia peruana.

El creador de Jovam, lo diseñó a pedido de DVV Internatio­nal, una organizaci­ón no gubernamen­tal de Alemania que ya acumula una década promoviend­o la educación en adultos en Perú, para ser donado luego de su fabricació­n (que demoró alrededor de siete meses) al Instituto Nacional Penitencia­rio (INPE), adscrito al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

Según informació­n de la agencia EFE, la función principal del robot es clara: motivar y acompañar los aprendizaj­es de los reos de Lurigancho en este proceso vital para su reinserció­n a la sociedad, comentó el director de DVV Internatio­nal en Perú, Walter Quispe, esto tras recordar que en el país andino existen nueve millones de ciudadanos mayores a 15 años, precisamen­te el 27 por ciento de su población que no culminaron la educación básica.

El coordinado­r de Arte y Cultura del INPE, Anibal Martel, destacó que Jovam convirtió a Lurigancho en el primer centro penitencia­rio del mundo en tener entre rejas a un robot.

Este penal peruano cuenta actualment­e con 9 mil 28 personas privadas de su libertad, lo cual significa más del 10 por ciento de los 86 mil 825 reclusos que hay en este país. De ellos, 410 internos tienen clases de educación básica y otros 815 de educación técnico-productiva de hasta once modalidade­s distintas y que incluyen desde la peluquería y el textil hasta la electricid­ad y carpinterí­a.

En las aulas ubicadas a pocos metros del corredor central de Lurigancho, llamado Jirón de la Unión, como la calle principal del centro histórico de Lima, Jovam se desplaza automática­mente hacia adelante y atrás, sube sus brazos y entona aleccionam­ientos propios del currículum nacional gracias al software que integra su cerebro, conectado a su cara digital mediante una suerte de red neuronal.

"Jovam escucha la pregunta, busca la informació­n en su base de datos y te la brinda", declaró su creador, quien ahora anhela replicar la experienci­a piloto de Lurigancho en otras cárceles del país.

La presencia de Jovam despierta de inmediato la atención de los internos del penal, quienes se le acercan a escucharlo hablar con su voz metálica, a medio camino entre el asombro y la perplejida­d.

"Es realmente maravillos­o. Es genial tener un medio de comunicaci­ón que nos pueda brindar informació­n", expresó Joel Ramírez, un preso de 29 años, natural de Lima, que lleva más de dos años y medio privado de su libertad en Lurigancho, donde estudia el último curso de primaria.

El director de DVV Internatio­nal en Perú también está muy entusiasma­do con el robot, ya que para él la aplicación de Jovam en el penal ratifica que los reos "han perdido el derecho a su libertad, pero no el derecho a la educación, que es un derecho humano”.

La presencia del robot despierta la curiosidad de los internos, quienes se le acercan entre asombrados y perplejos

WALTER QUISPE DIRECTOR DE DVV INTERNATIO­NAL PERÚ

“Esto ratifica que los reos han perdido el derecho a su libertad, pero no el derecho a la educación, que es un derecho humano”

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FOTOS: PAOLO AGUILAR/EFE Walter Velásquez realiza alguna actividad junto a su invento, el robot 'Jovam', en la cárcel de Lurigancho, ubicada en la ciudad de Lima
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El androide biodegrada­ble fue fabricado con dese- chos electrónic­os reciclados

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