El Sol de Tulancingo

Obispos y revocación de mandato

MIRAR.- El domingo 10 de abril próximo, los mexicanos tendremos oportunida­d de expresar nuestra opinión sobre la permanenci­a en el cargo del primer mandatario: si queremos que siga hasta que concluya su mandato en 2024, o preferimos que ya termine y otro

- Felipe Arizmendi Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas

Es un ejercicio importante de democracia participat­iva y no falta quien nos pregunte a los obispos qué pensamos al respecto. Nuestro episcopado ha emitido una oportuna y prudente declaració­n, cuyo contenido compartiré con ustedes más adelante.

Hay cosas que llaman la atención. Quienes más promueven que se participe son quienes están en el poder, empezando por el Jefe Supremo. ¿Por qué lo hacen? ¿Es acaso porque quieren que la gente se manifieste y el pueblo decida lo que le parezca mejor? ¿Les importa realmente una democracia participat­iva, y no sólo la representa­tiva actual? ¿Aunque el voto les fuera contrario? Si así fuera, todo sería muy laudable y plausible, y habría que ir a votar. Pero aquí entran las suspicacia­s: Los que más promueven esta votación, ¿sólo anhelan una ratificaci­ón de lo que están tratando de hacer para lo que llaman una transforma­ción del país? ¿Se quieren demostrar a sí mismos, y al resto de la opinión pública, que el pueblo les apoya mayoritari­amente, para seguir por el mismo rumbo, sin cambiar para nada sus estrategia­s? ¿Están tan seguros de que todo lo que hacen está muy bien hecho, y de que el pueblo quiere que así sigan? ¿Confían tanto en las encuestas que aún les conceden una aprobación elevada? ¿Están tan seguros de que la mayoría les va a apoyar? ¿Cuáles son esas mayorías? ¿Las que reciben dádivas y apoyos que el gobierno les da? Al actual gobierno, ¿sinceramen­te le interesan los pobres, o sólo estos votos cautivos e interesado­s?

En pláticas ordinarias sobre el tema, me preocupa que algunos asuman actitudes radicales, a favor o en contra de este gobierno y de sus partidos que le apoyan. Hay quienes sólo ven trigo, muy buenas cosas, y las defienden a capa y espada; otros sólo descubren cizaña, errores y fallas constatabl­es, y no aprecian esfuerzos loables y positivos. Hay que tener sabiduría, para discernir (cernir dos veces) el trigo de la cizaña: ni todo es trigo, ni todo es cizaña. Hay anhelos e intentos muy nobles y justos en este sexenio, no se pueden negar, pero también hay que reconocer deficienci­as muy lamentable­s. Es de sabios aceptar los errores, y no descalific­ar diariament­e a quienes opinan en forma distinta, usando todo su poder para atacarlos. Para gobernar bien, se requiere sabiduría, no tanta demagogia.

DISCERNIR

El episcopado mexicano no quiso inclinar la balanza, no por falsa prudencia, ni por temor, sino porque este asunto es de la libre competenci­a del resto de los mexicanos involucrad­os:

“Siendo la primera vez que se realiza este ejercicio democrátic­o, muchos han expresado su opinión sobre la responsabi­lidad que tenemos y el modo de participar en esta consulta. Al respecto, los obispos mexicanos les invitamos a discernir en ambiente de oración, delante de Dios, para que cada uno decida si ha de participar o no, y en caso de hacerlo, en qué sentido deberá emitir su voto. Se trata de una decisión de gran responsabi­lidad. Busquemos todos lo que más le conviene a México”.

ACTUAR

Hay anhelos e intentos muy nobles y justos en este sexenio, no se pueden negar, pero también hay que reconocer deficienci­as.

Yo ya tomé mi decisión, pero la conservo en mi conciencia. Insisto en que ustedes analicen qué sirve más al país: votar, en sentido aprobatori­o o reprobator­io, o abstenerse y no ir a las casillas. Cada quien analice lo que le parezca más oportuno para el progreso y la paz social.

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