El Sol de Tulancingo

Algoritmos en el gobierno: Arma de doble filo

Especialis­tas coinciden en que muchas decisiones de la política se toman con base en informació­n de la tecnología digital y que esto conlleva una serie de riesgos para las democracia­s

- DIEGO TORIJA

Hoy en día los partidos políticos ya no son los canales principale­s de la participac­ión ciudadana, específica­mente entre la población joven, que prefiere las plataforma­s digitales para poder expresarse, así lo señaló el rector de la Universida­d San Martín de Porres (USMP) en Perú, José Antonio Chang.

“Estos mundos digitales están controlado­s por los algoritmos, que se basan en lo que previament­e hace, dice o compra el usuario y básicament­e se encarga de procesar sus preferenci­as”, agregó Chang durante la Cátedra de las Américas en el foro sobre política en la era digital “Inteligenc­ia Artificial y Democracia”.

Otro de los participan­tes en el foro, el director del Instituto de Gobernanza Democrátic­a, Daniel Innerarity, señaló que si bien en nuestras vidas es necesaria la tecnología digital y que es algo que la pandemia vino a reforzar, tampoco puede gobernarse con demasiada dependenci­a de estas herramient­as.

Para Innerarity, la relación que tiene la sociedad con internet ha llevado a una serie de fases: Desde entusiasmo en los primeros tiempos en los que se considerab­a un canal de democratiz­ación, hasta las acusacione­s de ser un posible vector de manipulaci­ón.

“Y ahora, más que juzgar a la tecnología, se tiene que delimitar si es útil y compatible con la democracia”, dijo.

El catedrátic­o parte de la idea de que la gobernanza mediante la inteligenc­ia artificial tiene una serie de ventajas, sobre todo porque los algoritmos ofrecen más neutralida­d y también miden mejor el impacto de las políticas públicas.

Pero, “así como existen ventajas, también hay inconvenie­ntes, pues estos algoritmos se encargan de decirnos lo que hemos deseado porque hemos comprado tal cosa o tal vez emitido una opinión en las redes sociales, y este proceso no se lleva a cabo mediante una reflexión”, añadió.

Dijo también que si bien la política es una reflexión colectiva acerca de lo que deseamos, no es simplement­e la realizació­n de nuestros deseos.

“Las prediccion­es de los algoritmos son en función de nuestros comportami­entos o decisiones pasadas, y sólo aseguran que el futuro será similar (...) Esto entra en contradicc­ión con una caracterís­tica fundamenta­l de la política: la posibilida­d de cambiar ciertas cosas”, explicó, poniendo como ejemplo que si los ya conocidos algoritmos tomaran las decisiones, nunca dejaríamos de ser sociedades machistas, ya que la decisión de dejar serlo viene precisamen­te de la reflexión.

El dirigente del Instituto de Gobernanza Democrátic­a destacó que un error común es tratar a los ciudadanos como meros consumidor­es, debido a que no se les pide opinión sobre qué tipo de sociedad desean, y que en una democracia, que por definición es el autogobier­no del pueblo, es importante que se haga.

“La gobernanza algorítmic­a sirve para identifica­r muchas preferenci­as, pero es muy inadecuada para aquellas dimensione­s del proceso político que no son susceptibl­es de computació­n", puntualizó.

“Porque las máquinas son imbatibles cuando disponen de todos los datos, pero naufragan donde las personas destacan: en la toma de decisiones en entornos de ambigüedad e incertidum­bre”, añadió.

Cabe recordar cuando en 1863, el presidente de Estados Unidos, Abraham Lincoln, pronunció su famoso discurso de Gettysburg, en el que defendía un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, un sistema en el que la ciudadanía tenía que tener una presencia como titular, sujeto y destinatar­io. Y con estos datos, Innerarity propuso que lo que se necesita es definir qué clase de voluntad popular se expresa en el big data.

Por su parte, Chang coincidió en la importanci­a de estudiar cómo este desarrollo tecnológic­o, que es un salto cualitativ­o en la vida del ser humano, afecta a nuestra concepción de la democracia representa­tiva, especialme­nte en las Américas, con un 25 por ciento de la población de entre 10 y 24 años que quiere que las formas de la democracia se acerquen a modos de comunicaci­ón acordes con los retos del siglo 21.

En el mismo foro, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, reconoció que la tecnología digital acercó decisiones públicas a la ciudadanía, pero comentó que el empoderami­ento ciudadano en la mayoría de los casos generó fragmentac­ión y polarizaci­ón, y que se ha visto disminuido el rol de los medios de comunicaci­ón como encargados de filtrar lo que es verdadero y confiable de lo que no.

“El futuro será digital. Con la invasión rusa en Ucrania hemos vivido una especie de retroceso a categorías antiguas, de ocupación de espacio, es una guerra muy analógica, pero que no nos distraiga", concluyó Daniel Innerarity.

Los analistas destacan que si bien en nuestros días es necesaria la tecnología digital en todas las áreas de nuestras vidas, las autoridade­s no deben gobernar con demasiada dependenci­a de estas herramient­as

“Las máquinas son imbatibles si disponen de los datos, pero naufragan en la toma de decisiones en entornos de ambigüedad e incertidum­bre”

DANIEL INNERARITY INSTITUTO DE GOBERNANZA DEMOCRÁTIC­A

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ROBERTO HERNÁNDEZ

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