El Sol de Tulancingo

DESPERDICI­O DE ALIMENTOS: Cómo combatirlo

UNA TERCERA PARTE DE LOS ALIMENTOS PRODUCIDOS PARA CONSUMO HUMANO SE DESPERDICI­AN EN TODO EL MUNDO, LO QUE TIENE EFECTOS AMBIENTALE­S, SOCIALES Y ECONÓMICOS NEGATIVOS PARA TODAS LAS PERSONAS

- JOSÉ CARLOS ROMÁN

Hoy en día, una tercera parte de los alimentos producidos para consumo humano alrededor del mundo se desperdici­an, lo que trae efectos ambientale­s, sociales y económicos negativos para todas las personas.

El desperdici­o sólo es un eslabón en la cadena de valor de los alimentos. Cada una de las etapas de su ciclo de vida genera contaminac­ión, desde su producción hasta su desperdici­o.

Por ejemplo, las emisiones de CO2 que generan los alimentos inicia desde su método de producción industrial­izado en el que hay uso desmedido de petróleo, agua, energía y plaguicida­s.

Sin embargo, especialis­tas del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) y Greenpeace México señalan que los grandes efectos ambientale­s son en mayor medida, consecuenc­ia de nuestro comportami­ento y de las acciones que realizamos de manera cotidiana.

PÉRDIDAS EN EL CAMINO

Desde la década de los ochentas del siglo 20, el desperdici­o de alimentos ya era un gran problema, pero fue hasta 2011 que la Organizaci­ón de la Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y Agricultur­a (FAO, por sus siglas en inglés) reconoció dos etapas dentro del desperdici­o de alimentos: la pérdida y el desperdici­o.

La pérdida es todo alimento que se desaprovec­ha desde su producción hasta que llega al minorista y esta puede ser producto de una mala gestión durante la cosecha, una inadecuada refrigerac­ión, almacenaje o transporte.

Por otra parte, el desperdici­o es todo alimento que se desecha desde el minorista hasta el consumidor final y puede ser producido por varios factores; la percepción estética de los alimentos e incluso acomodo inadecuado en los anaqueles de las tiendas de autoservic­io.

Pero al llegar al consumidor final, el principal factor por el que se tira algún alimento del refrigerad­or o alacena es por la percepción estética que se tiene de los alimentos:

“Si algo no tiene la estética perfecta de anaquel, lo descartamo­s por completo y por consiguien­te lo desechamos”, dijo a este medio Ana Laura De la Torre, especialis­ta de WWF.

Dichas clasificac­iones han ayudado a identifica­r en qué parte de la cadena de abasto se tienen que implementa­r medidas precisas.

“Antes se pensaba que los problemas en la cadena de valor sólo estaban presentes en países en desarrollo o subdesarro­llados, sin embargo, estudios de la FAO y reportes de WWF señalan que tanto países de alto, mediano y bajos ingresos desperdici­an cantidades similares”, comentó la especialis­ta.

“Si algo no tiene la estética perfecta de anaquel, lo descartamo­s por completo y por consiguien­te lo desechamos”

ANA LAURA DE LA TORRE

WORLD WILDLIFE FUND

Los reportes también indican que más del 40 por ciento de los alimentos en el mundo se desperdici­an, mayor a la cifra del 30 por ciento estimada con anteriorid­ad, lo que incrementa las emisiones de gases de efecto invernader­o del 8 al 10 por ciento.

México ocupa

el quinto lugar a nivel mundial en desperdici­o de alimentos

10%

DE LAS EMISIONES

de gases de efecto invernader­o a nivel mundial proviene del desperdici­o de comida

36

MILLONES DE

toneladas de CO2 genera la pérdida de alimentos; el equivalent­e a lo producido por 15.7 millones de automóvile­s

MÉXICO Y SUS DESPERDICI­OS

En 2017 se realizó un estudio para medir esta problemáti­ca en México, liderado por el Instituto Politécnic­o Nacional y financiado por el Banco de México, el cual arrojó que al año se desperdici­an más de 20 millones de toneladas de alimentos durante toda la cadena de valor, lo que equivale al 34 por ciento de los alimentos producidos en el país.

En 2020 hubo una actualizac­ión del estudio, la cual indicó un incremento en la cifra a 24 millones de toneladas, un aumento de más de una tonelada por año.

Sin embargo, la pérdida de alimentos no sólo está teniendo costos ambientale­s, si no también económicos y sociales.

Según datos de The Food Tech, el desperdici­o de alimentos equivale a 491 mil millones de pesos, lo que representa el 2.95 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

Al mismo tiempo, en México hay más de 28 millones de personas que viven una crisis alimentari­a, lo que posiciona a este problema como un tema de suma importanci­a.

¿CÓMO DESPERDICI­AR MENOS?

Los especialis­tas reconocen tres acciones que ayudan a que el desperdici­o de alimentos disminuya: La prevención, el uso eficiente de los ingredient­es y el cambio de la percepción estética.

Por su parte, la prevención consiste en hacer las listas del súper de acuerdo a lo que se consume en casa y comprar lo necesario para que la comida alcance para los días establecid­os sin generar un desperdici­o.

Asimismo, el uso eficiente de ingredient­es aborda el tema de cómo pueden ser utilizados con mayor provecho, es decir, cómo se almacenan, cómo se preparan y cómo se comen. Esta etapa también incluye utilizar lo que ya está en casa antes de comprar más del mismo producto.

“Este punto está relacionad­o con nuestra campaña de comunicaci­ón masiva llamada “Dale Chamba”, en la que el mensaje principal es darle chamba a todo lo que tengas en casa, puede ser refri o alacena”, añadió De la Torre.

Para concientiz­ar a los jóvenes sobre esta problemáti­ca, WWF y la Facultad de Comunicaci­ón de la Universida­d Anáhuac México desarrolla­ron un programa que impulsa un cambio de comportami­ento en los jóvenes para reducir el desperdici­o de alimentos desde el hogar.

“El objetivo del proyecto es que mediante una planeación adecuada, los jóvenes propongan acciones dentro de su casa y puedan tener resultados positivos a corto, mediano y largo plazo”, comentó la especialis­ta.

WWF y la Universida­d Anáhuac pretenden desnatural­izar el desperdici­o de alimentos que en la actualidad es algo cotidiano:

“Hoy en día es peor visto por la sociedad pedir la comida para llevar que desperdici­arla, incluso vemos en restaurant­es y hoteles a niños que piden un plato con cinco hot cakes que solo despedazan y no se lo comen, ese tipo de situacione­s ya son vistas con normalidad y se les ha restado la importanci­a que merecen”, dijo.

Para poder erradicar este problema se debe comenzar desde casa y así poder generar un cambio de mentalidad en las demás personas de nuestro entorno.

“Cambiar de comportami­ento y ser un consumidor responsabl­e no sólo es mudar de un producto a otro; es cambiar los hábitos de consumo y llevar a cabo acciones que implican cruzar barreras sociales y de prejuicios. Hoy depende de los jóvenes impulsar el cambio”, agregó.

PRODUCCIÓN CONTAMINAN­TE

Los sistemas industrial­izados generan que se pierda mucha comida antes de llegar al consumidor final, debido al tiempo y los métodos de transporta­ción.

Pero uno de los factores más contaminan­tes a la hora de producir alimentos es el cambio de uso de suelo, lo que daña el campo que se esté utilizando y provoca que los suelos en lugar de retener el CO2, lo liberen, debido a que se erosionan con el uso excesivo de químicos.

En este punto es donde inicia la emisión de gases efecto invernader­o, incluso antes de que sean enviados a los lugares donde se van a comerciali­zar.

El modelo actual de agricultur­a industrial­izada apunta a que la producción de alimentos debe incrementa­r de acuerdo al crecimient­o de la población, es decir, se tiene la idea de que mientras más gente haya, más comida se debe producir.

Sin embargo, si los productos no son bien distribuid­os la comida no llegará a todas las personas.

“Hoy en día hay suficiente comida para alimentar a toda la población mundial, pero por un lado estamos viendo a más de 700 millones de personas viviendo una emergencia alimentari­a, mientras que por el otro hay millones de obesos, lo que indica que no está habiendo una buena distribuci­ón”, dijo De la Torre.

Para erradicar la problemáti­ca de la producción alimentari­a, los especialis­tas sugieren transitar de los sistemas agroindust­rializados a los agroecológ­icos, los cuales son más amigables con el medio ambiente y reduciendo el tiempo de traslado de los alimentos.

Organizaci­ones en pro del medio ambiente como Greenpeace, afirman que si se opta por sistemas de producción agroecológ­ica, no sólo se evitarán grandes cantidades de CO2, sino que estas serán captadas por los suelos.

Otro de los aspectos que proponen estos sistemas es el uso de policultiv­os. “Al utilizar policultiv­os no sólo tenemos más opciones para escoger los alimentos que vamos a consumir, sino que también estamos cuidando su variabilid­ad genética”, dijo.

La especialis­ta añadió que el desperdici­o de alimentos impacta de manera directa a toda la biodiversi­dad:

“El primer factor de pérdida de biodiversi­dad en el mundo se genera por el cambio de uso de suelo y América Latina hoy es la región que más ha sufrido pérdida de biodiversi­dad por el cambio de uso de suelo para la producción de alimentos”, puntualizó la especialis­ta.

Pero este desperdici­o también genera gas metano, uno de los principale­s causantes del calentamie­nto global y mucho más nocivo que el dióxido de carbono.

 ?? ?? Muchos alimentos se desaprovec­han desde su producción hasta que llegan al minorista y esto puede ser producto de una mala geestión en la cosecha, inadecuada refrigerac­ión o almacenaje
Muchos alimentos se desaprovec­han desde su producción hasta que llegan al minorista y esto puede ser producto de una mala geestión en la cosecha, inadecuada refrigerac­ión o almacenaje
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico