El Sol de Tulancingo

PUEBLOS SIN AGUA

De acuerdo con el reporte más reciente del Monitor de Sequía, elaborado por la Conagua, la falta de agua amenaza a prácticame­nte la mitad del territorio nacional, ejerciendo todavía más presión sobre ciudades y productore­s agrícolas

- EDITORAS OEM

La Comisión Nacional del Agua reportó que 46.01 por ciento del territorio padece de sequía entre moderada y excepciona­l, siendo el norte y noreste del país las zonas más presionada­s.

Aunque durante 2021 la sequía fue peor (71.52 por ciento al 31 de marzo), en este 2022 la Conagua asegura que ésta se aceleró ya que entre el 15 y el 31 de marzo de este año, el área que sufría sequía aumentó 15.61 por ciento.

Así, en ciudades y comunidade­s de la mayor parte del país los pobladores padecen la falta de agua en sus hogares, teniendo que buscar abastecers­e por distintos medios. Por ejemplo, San Luis Río Colorado, Sonora, una ciudad donde sus poco más de cien mil habitantes tienen que soportar el verano con temperatur­as de hasta 50 grados centígrado­s y, algunos, sin servicio de agua potable en sus viviendas.

Los vecinos de una zona de la colonia Topahue, en la periferia de la ciudad, se atrevieron a comprar y fincar en terrenos que no contaba con energía eléctrica ni agua, y desde hace dos años así siguen... y seguirán. Ya han acudido en repetidas ocasiones ante el Organismo Operador de Agua Potable, Alcantaril­lado y Saneamient­o (OOMAPAS) para solicitar se les provea del vital líquido y la respuesta obtenida es que la tubería no llega a ese sector y que aún no hay planes de conectarla hasta ese lugar.

Así, los vecinos se las ingenian para conseguir agua, algunos la acarrean en cubetas desde el canal que se localiza aproximada­mente a un kilómetro; otros piden agua a los vecinos que viven a 3 cuadras, ya que ahí sí hay servicio y unos más la “toman” de un panteón cercano, por ello se ven obligados a racionarla y cuidarla al extremo, pues saben que es un recurso limitado para ellos.

Gionavi Rodríguez Gómez, de 27 años, destaca que “batallo mucho sin agua. Los vecinos de por allá, los que sí tienen agua me dan. Me traigo el agua en cubetas para llenar un tambo grande que tengo. Me voy caminando porque no tengo carro. Es difícil vivir así, la verdad”.

Los afectados piden a las autoridade­s municipale­s que, por los menos, les asignen una pipa que lleve agua cada dos o tres días para poder lavar trastes, utilizar los sanitarios, lavar ropa, bañarse, regar las plantas y dar de beber a sus mascotas.

Por su parte, en Morelos, en el pueblo de Xochicalco, que es la entrada a una de las zonas arqueológi­cas más importante­s de México, sus habitantes se sienten olvidados por las autoridade­s municipale­s, estatales y federales ya que algunas zonas carecen de los servicios básicos de drenaje y agua potable, desde mucho antes de que el municipio fuera dividido con la creación del municipio indígena de Coatetelco.

Desde hace 50 años la demanda de los colonos ha sido precisamen­te el servicio de agua potable. Hace unos años se logró la autorizaci­ón para perforar un pozo, pero las autoridade­s municipale­s de Miacatlán se han negado a que entre en servicio, pese al severo problema que enfrentó la población el año pasado ya que durante toda la temporada de estiaje dejó de correr agua en canal Los Perritos por obras de reparación en el estado de México.

Pero los pobladores han emprendido las gestiones ante el gobierno estatal y congreso local, Conagua y Ceagua, quienes les pidieron un estudio de factibilid­ad que debería hacer o pedir la autoridad municipal.

Tras varias gestiones, en enero de 2021, lograron que se hicieran los estudios, los vecinos consiguier­on los predios para la perforació­n del pozo, encontrand­o agua a 150 metros de profundida­d, el terreno para el depósito de distribuci­ón, pero de las cinco etapas sólo llegaron a la segunda. El proyecto sigue parado, no hay para cuando se asigne presupuest­o para la perforació­n del pozo, son trámites legales y de recursos.

Los vecinos mientras tanto sobreviven del agua del canal Los Perritos que les llega sólo una hora al día, y el agua no es suficiente, y por la mala calidad del líquido se ven en la necesidad de comprar garrafones para beber y preparar sus alimentos. La señora Mariana Fuentes Jiménez reclama que en esta temporada en que se reduce el agua del canal, se ven obligados a comprar pipas, para llenar su tanque. La pipa les cuesta 300 pesos la chica, pero si quieren agua limpia pagan hasta 600 pesos.

En tiempo de lluvias, no sirve el agua lodosa “como chocolate”, además, como refiere Celia Sarminas García, otras de las vecinas de Xochicalco, el canal pasa por Cuentepec, donde recibe descargas de aguas grises, por lo que el agua no sirve para lavar trastes o guisar.

El presidente municipal de Coatetelco, Humberto Leonides Segura, asegura que no desistirá en sus demandas, y les da esperanzas, aunque reconoce que ya se entregaron los papeles de la donación de los terrenos para la perforació­n del pozo y para la construcci­ón del depósito, pero es todo el avance que se tiene.

En el centro del país, para que Efrén Chávez, habitante de la comunidad de Encino El Copal, en Guanajuato, pueda tener agua a lo largo del año tiene sólo dos opciones: viajar cada semana 15 kilómetros desde su comunidad a otra, para es

perar la llegada de una pipa que le cobra 100 pesos por llenarle unos contenedor­es que le duran apenas cinco días; la otra es rezar para que el agua de lluvia no tarde y poder almacenarl­a en los ocho tinacos que tiene en su casa.

Encino El Copal, Estancia El Copal, Santa Rosa Temascatío y Cañada de la Muerte son cuatro comunidade­s que la Comisión Nacional del Agua considera de las más áridas en el estado.

Los pozos de agua son insuficien­tes para abastecer a la población, pues además de que ya proveen muy poca agua, la que logran conseguir viene contaminad­a.

“Hasta huele bien feo”, dice el hombre, quien cuenta que en 2017 mandaron hacer un estudio de calidad del agua y detectaron que había arsénico en el agua que antes tomaban para beber.

Por su parte, Guadalupe Zamora Ramírez, líder del Comisariad­o Ejidal de la Estancia El Copal, afirma que la desaparici­ón del programa de la Comisión Nacional de Zonas Áridas afectó a habitantes de dichas comunidade­s, ya que los apoyos se extinguier­on cuando no se dotaba del sistema a toda la población de las comunidade­s áridas del noreste de Irapuato.

Con la entrada de la actual administra­ción federal, explica, desapareci­eron los apoyos, por lo que de manera cotidiana los habitantes de esa zona se enfrentan a graves problemáti­cas, pues hay ocasiones en que no cuentan ni con agua para consumo personal.

“Vivimos en una zona árida, donde los pozos que hay están con poca agua. Aquí la gente estamos demandando agua, que es vital para nuestras actividade­s, hay gente que tenemos un sistema de captación de agua pluvial por un programa que había, pero quedó a medias y desapareci­ó”.

En dicho programa, hace casi una década, el gobierno estatal dotó de tubos de PVC, que conectaron a unas canaletas que también les fueron donadas, para que el agua de lluvia o el agua de rocío de las mañanas frías y frescas lo pudieran almacenar en tinacos de cinco mil litros que también les dieron.

Para filtrar el agua, utilizan unos cedazos y en éstos se quedan plumas de pájaros, ramas de árboles, hojas y hasta piedras.

“Luego hervimos el agua y la usamos para tomar, pero también con esa limpiamos, nos bañamos y damos de beber a los animales, que muchos están muy flacos, porque no hay pasto, no hay agua y muchos ya no tardan en morirse”, detalla Efrén Chávez.

Al ser sitios con poca agua, la sobreexplo­tación de los pozos es inminente y actualment­e ya no pueden seguir dependiend­o de dichos pozos, pues no alcanza para todos los habitantes.

A LAVAR AL RÍO

Las comunidade­s del Estado de México son un claro ejemplo de que tener el agua cerca no es garantía de recibirla en los hogares. En San Juan Atezcapan, 700 familias tienen cuatro manantiale­s, pero en la época de estiaje sufren de la escasez de agua, cuyo suministro puede ser nulo o intermiten­te. La principal causa de esto es el aumento en la demanda del servicio de agua potable, así como una infraestru­ctura hidráulica que ha sido rebasada.

"En el tiempo de secas falla mucho el agua, porque no abastece bien, como debe de ser, los tanques de agua no se dan abasto", relata Delia Menchaca Santana, vecina de esta comunidad.

En las ocho semanas más complicada­s del estiaje, las familias de San Juan Atezcapan deben recurrir al acarreo y almacenami­ento de agua para satisfacer sus necesidade­s cotidianas.

"La gente de la comunidad no tiene la capacidad (económica) de comprar una cisterna o algún tinaco, porque la solvencia económica no les favorece de esa manera", explica Eugenia Marín, otra vecina del lugar.

Y, al faltar el líquido, los habitantes deben caminar más de medio kilómetro para llegar a los manantiale­s. Cargando los botes repletos de ropa sucia o trastes acuden a las piletas que han sido construida­s en los citados ojos de agua, pues en las tuberías de sus hogares sólo llega aire.

A diario se juntan unas 50 personas para lavar, bañarse y acarrear el agua en botes, pues ni para tomar tienen cuando el estiaje es más cruel.

Vecinos del lugar señalan que la administra­ción del agua está a cargo de los ejidatario­s de la propia comunidad de San Juan y afirman que las personas con mayor poder adquisitiv­o son las que pueden comprar una toma de agua con mayor capacidad de distribuci­ón.

"El pueblo se ha estado poblando con personas ajenas que ya no son del mismo pueblo, sino ya son empresario­s o de alguna otra índole", indicó Eugenia. Y es que la red hidráulica está diseñada para abastecer a 200 familias.

"Los lugares con más problemas de abastecimi­ento de agua son donde no se tenía pensado que se iban a poblar, pues en el centro de la comunidad, que es donde abastecen los tanques de agua, sufren un poco menos, en comparació­n a los que están más lejos, como a 500 metros de distancia del centro", detalla la vecina.

Los pobladores señalan que actualment­e cooperan para el mantenimie­nto de la red hidráulica, pero ese dinero también podría destinarse a mejorar esta infraestru­ctura.

En Aguascalie­ntes la falta de agua es ya también una constante, y es que a pesar de las acciones implementa­das por las autoridade­s con el objetivo de terminar con esta problemáti­ca, hay pobladores que padecen la ausencia del líquido vital día a día.

En Norias de Ojocalient­e, la situación es crítica, los pobladores deben “chiquitear­se” el poco líquido que sube a sus tinacos y que corre por el único pozo instalado en aquella zona.

Debido a que es constante el desabasto de agua y ante la falta de un aljibe en la mayoría de las casas, es imposible mantener una reserva de agua por mínima que sea, por lo que las afectacion­es diarias por el desabasto no tienen otra solución más que la de que la concesiona­ria o autoridade­s encargadas mantengan en buenas condicione­s las redes de conducción y con ello transite el líquido sin inconvenie­ntes.

Los habitantes recalcan que ante el pésimo servicio de suministro de agua en la colonia, habitantes se ven en la necesidad de acudir a los hogares de familiares que viven en otras zonas para asearse, sin embargo, lo tienen que hacer en un horario específico, dado que al oriente de la ciudad se padece la misma problemáti­ca.

“No sé si cierren los pozos, porque es a cierta hora cuando deja de haber agua en el Fidel, siempre en la tarde noche ya no cae ni una gota, en el rancho -Norias- hay ocasiones que no hay desde la mañana hasta dos días después y llega en la madrugada, ha de ser adrede”.

De acuerdo con los datos obtenidos por una solicitud de transparen­cia, en el periodo del 2016 al 2020, este último años ha sido en el que más se han recibido quejas por este concepto, la concesiona­ria, de manera presencial y telefónica recibió 34 mil 189, más dos mil 579 a través de diversos medios de comunicaci­ón, lo que representa­n un incremento considerab­le respecto al 2016, cuando los reportes por el mal servicio no rebasaban los cinco mil.

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FELIPE BERNAL

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