El Sol de Tulancingo

Las peores formas de violencia contra la niñez

- Angélica de la Peña Defensora de derechos humanos

El marco jurídico mexicano ha ido cambiando en los últimos sexenios para reconocer como personas sujetas de plenos derechos a las niñas y niños menores de 18 años. Entre estos derechos es necesario distinguir por su relevancia para su sano desarrollo, su derecho a vivir sin ningún tipo de violencia. Por desgracia la violencia sexual es un delito de alto impacto.

Entre los pendientes legislativ­os urge que todos los códigos penales establezca­n la no prescripci­ón de estos delitos. Escribo estas líneas pensando en Sasha Sokol, en su valentía de hacer público su caso y enfrentar a un personaje que goza de poder en el mundo del espectácul­o y mantuvo un predominio sobre ella siendo una niña de 14 años y él con 39 años.

También pienso en las niñas que no se atreven a denunciar.

Es necesario enfatizar que una persona menor de edad no consiente, y que para lograr su propósito el victimario usa diversos medios comisivos contra su víctima: la seducción, intimidaci­ón, amenazas, presiones para doblegar su voluntad.

Las víctimas afrontan muchos problemas para lograr restituir sus vidas, requerirán ayuda profesiona­l para lograr remontar el horror de los traumas que provoca la violencia física, psicológic­a y sexual y que repercute en graves problemas psicológic­os y enfermedad­es.

Algunas víctimas sufren situacione­s que requerirán atención psicológic­a. La violencia sexual puede llevarles a situacione­s de gran depresión incluso podrían recurrir al alcohol o drogas. Lo es enfrentar ese episodio solas.

México tiene varios años ocupando el primer lugar en abuso sexual en el mundo. En el último informe de finales del 2021, de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico OCDE, señala que una de cuatro niñas mexicanas, antes de los 18 años de edad, ha sufrido algún tipo de abuso sexual.

Y en el caso de los niños es uno de cada seis; solamente uno de cada 10 niñas y niños se animará a hablar de este problema es decir que el 90 por ciento de estos delitos permanecer­á en silencio.

Ese mismo informe señala que México

ocupa también, el primer lugar en violencia física y homicidios entre niños menores de 14 años.

5.4 millones de casos de abuso sexual se perpetúan cada año. Uno de cada 10 serán denunciado­s. La magnitud del problema es realmente grave porque 70 por ciento de los agresores son familiares, 20 por ciento son conocidos por la niña o un niño y 10 por ciento de los agresores son desconocid­os.

Mientras no se reconozca que las niñas y los niños tienen miedo a denunciar, no se les da crédito e incluso sienten culpabilid­ad del hecho, la injusticia seguirá. Las familias deben creerles, no regañarles, volver a aquella campaña donde el niño o la niña le cuenta su problema, a quién más confianza le tenga. Aceptar que una persona que goza de toda la confianza en la familia puede perpetrar este tipo de hechos, y las niñas y los niños no lo provocan: son las víctimas.

Estos delitos gozan de impunidad porque no se denuncian. Por lo que es necesario que no prescriba y las víctimas puedan recurrir a una autoridad por sí solas en cualquier momento de sus vidas adultas. Pero si en México de los casos denunciado­s, sólo 10 por ciento es debidament­e atendido y, de éstos, sólo uno tendrá sentencia; entonces está claro que a las víctimas no las protege un Estado de Derecho. Urge que la justicia ponga en el centro el derecho de la niñez a ser protegida.

México tiene varios años ocupando el primer lugar en abuso sexual en el mundo. Una de cuatro niñas mexicanas ha sufrido algún tipo de abuso sexual.

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