UN HOMBRE HECHO DE ANÉCDOTAS
Conversar con Javier Vallejo es abrir una caja de pandora llena de anécdotas. Recuerdos de un hombre que encontró en la cámara fotográfica una razón de ser y dedicó a ésta tiempo completo a pesar de su familia o amigos. El fotógrafo, que inició como asistente de revelado en El Sol de San Luis Potosí, es pieza fundamental de la edición nacional de este diario, no sólo por su aporte en la impresión a color, sino por mostrar pasión al quehacer fotográfico que se tradujo en imágenes que, literal, dicen más que mil palabras.
Vallejo retrató la guerra de Vietnam, la visita de Walt Disney en Guadalajara, la llegada del hombre a la luna, la toma de posesión de Richard Nixon y Jimmy Carter, mundiales de futbol, accidentes viales y personajes emblemáticos como Salvador Allende, Diego Armando Maradona, Pelé, Julio Cortázar, Neil Armstrong, el rey Juan Carlos, por mencionar algunos. Y parece que cada instantánea quedó impresa no sólo en el periódico, sino también en su exquisita memoria.
“Cuando tengo la cámara en mano es para mí como traer zapatos, es algo indispensable, ha sido una compañera de vida por muchos años, muchas horas, no se puede separar uno de ella. Si te separas y se te pasan las noticias en frente ya no hay manera de recuperarlas por eso es importante traerla siempre a un lado como si fuera la novia. Sí es como una relación muy estrecha, hasta casi uno platica con ella”, afirma en entrevista quien heredó el gusto por la fotografía de su padre.
Cuando Vallejo afirma que entregó su vida a la imagen y al periódico no es una metáfora. En al menos tres ocasiones su vida estuvo en riesgo. Una de ellas fue cuando cubría la campaña presidencial de Luis Echeverría, y durante una comida se envenenó. “Había tres montones de camarones, uno de ellos estaba en la mesa donde se sentaría Echeverría, entonces decidí tomar uno y apenas le mordí un pedazo cuando las piernas se me doblaron, convulsioné, pero todavía estaba consciente. Entonces llamaron a la ambulancia y en el hospital me
dijeron que estaba envenenado, eran camarones envenenados dirigidos a Echeverría. Ahí tuve otra convulsión y caí en coma durante tres días”, recuerda aún sorprendido de haber sobrevivido.
Otra ocasión en que Vallejo sintió temor por su vida fue justo cuando caminaba en un pantano con la cámara levantada en medio de la guerra de Vietnam. Si bien ahora se le festeja haber sido el primer fotógrafo mexicano en retratar el combate, confiesa que fue de las experiencias más duras como periodista, pues su única protección fue su Nikon. “Valseca quería para celebrar el aniversario del periódico cubrir un evento internacional, entonces arregló para mandarme con un reportero, pero no nos dijo, no quería que nadie se enterara hasta que llegamos allá. No nos dieron ningún arma ni protección, sólo caminábamos observando, ahí sólo tenía la protección de mi cámara”.
Una vez más el fotógrafo libró la muerte cuando el destino lo salvó de subirse al avión que lo llevaría al sur del país en una gira de Luis Echeverría, el cual se desplomó en Poza Rica con un saldo de 14 periodistas muertos, en 1970. Vallejo recuerda que él estaba en la lista de los pasajeros, pero una noche antes de salir, Valseca le pidió que no asistiera a la gira porque debía presentarse a una junta en la redacción. “Era una junta que jamás hacía, de esas reuniones extraordinarias”, señala. “Mi nombre aparecía en la lista de fallecidos porque no avisé que no iría, Valseca me dijo no avises para que no nos quiten el lugar en otros viajes, sino hubiera sido por esa junta, hubiera muerto”, añade.
A pesar de tener la muerte tan cerca, Vallejo, un observador innato, asegura que entregar la vida al fotoperiodismo ha sido una de sus mejores decisiones. Recorrer el mundo, conocer y platicar con personas de la cultura, ciencia y política, vivir momentos claves de la historia como la guerra de Vietnam y ser autor del testimonio del pasado son su gratificación de dedicar cinco décadas a la fotografía periodística.
“Sí vale la pena si lo haces por gusto, no pensando en lo que te pueden pagar por tu foto, sino en la memoria que dejas”, advierte el fotógrafo.