LA OPOSICIÓN SE EQUIVOCÓ DE CABALLO
Los que vivimos fuera del club de vasallos y aduladores del presidente López Obrador ya sabíamos que no se iba a ganar mucho con la consulta para la revocación de mandato.
Una avasalladora mayoría, el 91% de los votantes, opinó que el Presidente debe continuar en el cargo; por supuesto, con una baja participación ciudadana: 18% del padrón electoral.
Ambos resultados estaban ya por descontados entre la opinión pública desde antes de la jornada.
Lo que más sorprende es la incapacidad de la oposición mexicana para darle vuelta a su ruina intelectual y capitalizar las flagrantes fallas de este Gobierno.
Era fácil establecer un contrapunto moral frente a las conductas antidemocráticas del régimen, el cual utilizó el aparato gubernamental para la promoción del proceso así como para armar un grosero acarreo de votantes.
El morenismo solito se había puesto de pechito con personajes de la talla de Mario Delgado, quien en arrebato lacayuno le hizo de chófer en combi particular para dar raite a quienes no habían votado en la consulta.
Sin embargo, la mayor apuesta tanto del PAN, como del PRI, ese zombi llamado PRD, partidos satélite y grupos de interés cercanos fue el llamado a boicotear el ejercicio y a celebrar la carestía de votos.
En ese sentido, la oposición se alineó más con la conducta de un porro que con la de un demócrata que busca el cambio con las urnas.
Pese a sus pecados originales, la consulta fue un proceso democrático con todas las de la ley en el sentido de que estaba abierta la posibilidad, lejana sí, pero existente, de que los mexicanos establecieran con su mayoría un cambio en el status quo. Además, fue organizada por la máxima autoridad en la materia, el INE.
No obstante panistas como Ricardo Anaya, Marko Cortés y Margarita Zavala, así como Claudio X. González, pidieron específicamente a los mexicanos no salir a votar.
Luego ya se sumaron en post mortem otras voces adjudicándose un presunto fracaso del régimen de AMLO que ni es tal ni les pertenece de forma alguna.
Esta postura es sencilla de leer. La oposición llamó al no voto simplemente porque en su conjunto no tenía el músculo para siquiera despeinar al Presidente.
Esto es un error grave en la estrategia opositora de cara al 2024. Le están apostando al caballo que no deben, al del abstencionismo, con el cual no van a llegar ni a la esquina.
Son precisamente las urnas, y no los post furibundos de una camarilla en Twitter, los que van a sacar al morenismo de Palacio Nacional.
Pese a la falsa narrativa de la venezuelización de México, el país permanece, sigue siendo una democracia y es mediante ésta con la que se van a lograr cambios al paradigma actual.
Al hacerle los antiamlos el fuchi a la democracia dinamitan las carreteras por las que quieren que pase su carro durante las elecciones del 2024.
El INE ya tiene suficiente con que el Presidente de la Nación le llame “tramposo”, no requiere que el aparato político institucional promueva la desconfianza hacia sus labores ya de por sí difíciles.
Les doy una noticia: hubo quienes no salimos a votar simplemente porque no había nada en juego. Sabíamos que los que no quieren al Presidente se iban encerrar en sus casas mientras que el morenismo establecería mayoritariamente su influencia.
Ahora que son oposición deben aprender, como lo hizo ya la izquierda en México, sobre la futilidad del no voto o el voto anulado, especialmente el panismo.
Específicamente deben de empezar a construir bases de apoyo recogiendo con propuesta el descontento contra el régimen, no royendo el esfuerzo ajeno.
Es en este contexto de pobreza política que se avecina la discusión sobre las reformas eléctrica y electoral.
Para éstas se asoma ya que el Presidente va a obtener lo que busca sin muchos dilates, pues la oposición permanece postrada entre la apatía y la falta de fondo.
Todo mal.