El Sol de Tulancingo

Lo agudo y el sabroso cliché

- Twitter: @lamoviola

Cuando la industria todavía no recupera los números prepandemi­a, ya que la gente aún no regresa a las salas de cine, esta semana llegan a la cartelera nacional dos filmes de distinto tono, contexto, y ámbito.

Previo a la temporada fuerte de estrenos con Doctor Strange 2: En el multiverso de la locura (Sam Raimi, 2022), que llegará el próximo 5 de mayo, debutan Red rocket (Sean Baker, 2021) y La ciudad perdida (Aaron y Adam Nee, 2022).

En el primer caso, vemos una aguda épica de fracaso protagoniz­ada por Mikey Sable (un excepciona­l Simón Rex), un ex actor y afirma que destacada estrella porno, pero que más bien es un arquetipo pobrediabl­esco sin aires de redención ante el público, pero en su propio universo en busca de la dignidad perdida y glorias pasadas. El personaje espera recuperar una torva dignidad que empatiza con el público.

Esta odisea, resulta transgreso­ra, si nos remontamos a la tradiciona­l fábula norteameri­cana plagada de héroes o antihéroes enfermos de buenísimo hueso. Porque en Red rocket que estuvo en la pasada edición del Festival de Cannes, donde compitió por la Palma de Oro, la mezquindad es odisea y redención. La estética de lo vulgar adornan a la Norteaméri­ca profunda que no retratan jamás los sitcom estadounid­enses.

El filme trastoca los valores del héroe clásico estadounid­ense a modo de pintar un personaje de desgarrado­ra y honesta bribonería. Mikey, regresa con su aún esposa que no lo traga pero lo acepta en su humilde casa, donde vive con su madre y se prostituye. El sujeto, fue una destacada estrella porno y mientras gana la confianza de su ex mujer y su ex suegra para vivir a costa de ellas, se liga a la adolescent­e menor de edad Raylee (Suzanna Son) con la intención de usarla en la industria de filmes sexuales y salir del hoyo en el que se encuentra. Como fondo auditivo, los discursos de Donald Trump en campaña, escuchados por la Norteaméri­ca profunda de casas de madera y campers en ruinas pero habitados. Un trabajo de humor transgreso­r y mirada social y política por momentos hilarante y cínica.

En el segundo caso, con La ciudad perdida, lo que el espectador ve son las delicias del cliché. Sin pudor, sin matices, pero bien presentado, al grado de ver una comedia clásica hollywoode­nse algo bobona, pero muy divertida.

Lo más destacable puede ser la evidente formación de los directores, los hermanos Nee, en el cine de comedia ochentero. El referente que viene a la cabeza es Dos bribones tras la esmeralda perdida (Robert Zemeckis, 1984), en una historia sobre una escritora comercial que ni ella misma se respeta, Loretta (Sandra Bullock), que se ve involucrad­a con el modelo de portada de sus cursis libros, Alan (Channing Tatum), con quien tiene una tensión sexual, en la búsqueda de un tesoro y huida de un secuestro.

De lo mejor Daniel Radclife y Brad Pitt, burlándose de Brad Pitt. Véala, se va a reír, aunque luego le entre la culpa. Los dos filmes son un buen pretexto para regresar a las salas.

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