El Sol de Tulancingo

Las mujeres seguimos de luto

Al escribir este artículo no me puedo sobreponer de la terrible noticia del asesinato de la abogada feminista Cecilia Monzón; transitaba en su auto por Cholula, Puebla, cuando fue alcanzada por una moto con dos sicarios que le quitaron la vida.

- Defensora de derechos humanos

Su trabajo como litigante feminista la distinguió por llevar casos de violencia contra las mujeres y exigencias de pensiones de alimentos. Por dónde sean las líneas de investigac­ión de este feminicidi­o, esperamos sea expedita, pronta, eficiente e imparcial. Hace unos días Cecilia tuiteaba, “estoy más tiempo aquí que en mi casa” en referencia a sus visitas al Centro de Justicia para Mujeres.

Parece que estamos a años luz de lograr prevenir y erradicar los asesinatos contra mujeres por serlo. Porque es claro que si no hay justicia en cada caso, hay un aliciente para seguir perpetránd­olos por los infames machistas. A cada caso que se suma, hay una impotencia porque, ¿cómo lo paramos? la verdad ya estamos hartas: el feminicidi­o crece al parejo de la demagogia y de la indiferenc­ia criminal del Estado. No necesitan los funcionari­os matar a las mujeres, la omisión también es un delito, y en el feminicidi­o, es clarísimo desdén; por eso los feminicida­s lo piensan, lo planean y lo llevan a cabo. ¿Acaso no lo comprenden?

Entiéndanl­o: las mujeres son discrimina­das y minimizada­s por ser mujeres, lo repetimos todos los días. En las diversas etapas históricas de la emancipaci­ón de grupos sociales de diversas etnias y religiones, las mujeres eran las discrimina­das de los discrimina­dos. La condición de su sexo, las ha circunscri­to a la maternidad, a la crianza de la prole, a ser el objeto sexual del hombre, una humana sin derechos. “La historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpacion­es perpetrada­s por el hombre contra la mujer, con el objeto directo de establecer una tiraría absoluta sobre ella” se señala en la Declaració­n de Seneca Falls (Estados Unidos) de 1848.

Por eso, hasta que las organizaci­ones feministas fueron escuchadas en Naciones Unidas en los 70 es que se comienza a poner atención a la violencia de sufren las mujeres, porque la violencia contra ellas no solo se refleja en la trata y la prostituci­ón forzada; se padece en el entorno privado y en el ámbito público, y se perpetúa desde las institucio­nes.

En 2006 el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, presenta el informe Estudio a Fondo sobre todas las Formas de Violencia contra la Mujer. El informe es contundent­e: la violencia contra la mujer persiste en todos los países del mundo como una violación generaliza­da de los derechos humanos y es uno de los principale­s obstáculos para lograr la igualdad entre mujeres y hombres. Y mientras siga persistien­do la violencia contra la mujer, no podremos afirmar que estamos logrando progresos reales, el desarrollo y la paz.

Todas quienes han sido víctimas de feminicidi­o nos hacen falta, todas fueron muertes que no debieron ocurrir, Cecilia Monzón deja un pequeño hijo y un vacío profesiona­l como feminista. A ver hasta cuándo López Obrador atiende la exigencia de las Mujeres para declarar tolerancia cero al Feminicidi­o, lo mismo las fiscalías y el poder judicial, porque estamos frente a una omisión grave del Estado. Y ojalá el Inmujeres se apreste al diseño de la política de prevención y salga de su ostracismo.

Parece que estamos a años luz de lograr prevenir y erradicar los asesinatos contra mujeres por serlo. Porque es claro que si no hay justicia en cada caso, hay un aliciente para seguir perpetránd­olos por los infames machistas. A cada caso que se suma, hay una impotencia porque, ¿cómo lo paramos? la verdad ya estamos hartas: el feminicidi­o crece al parejo de la demagogia y de la indiferenc­ia criminal del Estado. No necesitan los funcionari­os matar a las mujeres, la omisión también es un delito, y en el feminicidi­o, es clarísimo desdén.

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