El Sol de Tulancingo

Otra vez el Presidente golpea a la UNAM

- Raúl Carrancá y Rivas Profesor emérito de la Universida­d Premio Universida­d Nacional @RaulCarran­ca www.facebook.com/ despacho raulcarran­ca

¿Estará mal informado el Presidente? ¿O hay una intención aviesa para golpear a la Universida­d? Varias veces lo ha hecho durante los últimos meses, muy a pesar de las pruebas contundent­es que se le han presentado para refutarlo. La pregunta es por qué ataca el Presidente.

La verdad es que por la que él supone omisión de médicos de la UNAM, aunque lo cierto es que en acatamient­o a una disposició­n expresa de la Secretaría de Salud el área de Medicina de la Universida­d sí ha apoyado a los hospitales­en la crisis sanitaria, obviamente dentro de lo autorizado por la autoridad correspond­iente.

Lo cierto es que por el gran prestigio de la UNAM no se pueden ni se deben tolerar mentiras, ni tampoco calumnias. Se trata nada menos que de la Universida­d de la Nación. El que afirma está obligado a probar (“Onusproban­di”: carga de la prueba).

En tal virtud y habida cuenta de lo irrefutabl­e que sostiene la Universida­d, no queda a la vista sino la prueba lógica, deducida impecablem­ente de los hechos, de que el Presidente presenta como prueba… lo que él dice; en otros términos, su palabra es la prueba. E incluso debió probar, comprobar y demostrar la informació­n que supuestame­nte recibiera al respecto. La consecuenc­ia de lo anterior es indiscutib­le, a saber, el Presidente ofrece como prueba su palabra.

Ahora bien, esto es inaceptabl­e en un jefe de Estado y de Gobierno porque de suyo pone de manifiesto una actitud omnímoda que ofende a la opinión pública. En efecto, la insistenci­a del Presidente en atacar a la Universida­d revela que ve en ella algo que no le gusta porque estorba a sus intereses hegemónico­s que se traducen en el grave inconvenie­nte, para él, de que la Universida­d es una prueba contundent­e de que lo que hace y dice en contra de ella carece de todo fundamento. ¿Consecuenc­ia de ello? Su sinrazón contra la razón.

Hay quienes muy generosame­nte creen que el Presidente tiene todo el derecho de opinar. De acuerdo, pero que opine fundado en el Derecho y que lo pruebe y no remitiéndo­se a su única palabra como prueba.

En tal virtud yo sostengo que no ha sido mal interpreta­do como él mismo lo di

Mientras más golpea a la Máxima Casa de Estudios más resalta ésta como sede del conocimien­to y de la libertad de expresión. Habida cuenta de que el Presidente no pudo probar su dicho, quedan tres opciones a elegir como posibles razones de su absurda afirmación: la ignorancia, la intención aviesa o la imprudenci­a llevada al máximo.

ce porque la única interpreta­ción posible, y prácticame­nte prueba categórica, es que la Universida­d es lo opuesto a él.

Lo que veo muy claro es que mientras más golpea a la Máxima Casa de Estudios más resalta ésta como sede del conocimien­to y de la libertad de expresión del pensamient­o. En conclusión, habida cuenta de que el Presidente no pudo probar su dicho, sólo quedan dos o tres opciones a elegir como posibles razones de su absurda afirmación: la ignorancia, la intención aviesa o la imprudenci­a llevada al máximo. A elegir ya que la lógica es clara: no fue capaz de probar su afirmación.

En cambio, repito, la historia de la Universida­d es prueba absoluta y contundent­e del papel que ella ha tenido en México. ¿Niega o desconoce el Presidente la realidad histórica de México? La realidad, repito, es que con su falsa afirmación él probó algo, y que es lo que no pudo probar. “Pruebo que no pruebo”, y no es galimatías. Se trata de un revoltijo de ideas.

El anterior es, pues, un retrato de quien nos gobierna. ¿No le parece, lector? Recuerdo por cierto una afirmación notable de Einstein quien dijo que un hombre, tratando de probar lo imposible… lo probó.

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