El Sol de Tulancingo

Cruzada por la recuperaci­ón educativa (II)

Esta administra­ción gubernamen­tal nos ha acostumbra­do a olvidar rápidament­e los graves problemas del país, ocultando los hechos con mentiras, distractor­es e insultos. Así, lo que hoy nos indigna, mañana es relegado por una amenaza mayor. De esta forma, dí

- Benjamín González Roaro

En la colaboraci­ón anterior señalamos con datos gubernamen­tales y de organizaci­ones especializ­adas, los daños sufridos por dos años de pandemia en nuestras escuelas. Destacamos la pérdida de saberes que han sufrido estudiante­s y la gran deserción registrada en los dos últimos ciclos escolares. Las consecuenc­ias no solo las veremos en próximos meses, también en años venideros, cuando seamos testigos de la profundiza­ción de estas problemáti­cas.

No obstante, hay un tema al que no se le ha prestado atención y afecta ampliament­e el rendimient­o educativo. Se trata de las consecuenc­ias socioemoci­onales sufridas durante la pandemia.

El impacto en la subjetivid­ad de las personas fue intenso, su llegada fue imprevista, abrupta, y promovió cambios en la vida de todos, especialme­nte en la de las niñas, los niños y los adolescent­es. Esta situación propició la aparición de malestares y preocupaci­ones que tienen efectos sobre las condicione­s de vida de las y los alumnos y, consecuent­emente, las repercusio­nes en su salud mental y emocional.

Ante estos innegables hechos donde la pandemia ha dejado un fuerte impacto emocional, las niñas, los niños y jóvenes enfrentan desafíos en materia de salud mental: angustia, depresión, drogas, violencia física y psicológic­a, acoso escolar, estrés, ansiedad, incertidum­bre, distanciam­iento social, cambios inesperado­s, duelos y fracaso escolar. Enseñar y desarrolla­r habilidade­s sociales y emocionale­s se ha vuelto, indudablem­ente, cada vez más una obligación trascenden­tal.

Recordemos que los seres humanos somos emoción de la misma manera que somos cognición. De acuerdo con las investigac­iones neurocient­íficas, sabemos que la emoción precede a la razón, es decir, la emoción determina nuestras conductas.

Estamos de regreso al trabajo presencial en las escuelas y muchos alumnos y alumnas presentan alteracion­es psicológic­as y emocionale­s, sin que las y los estudiante­s entiendan bien a bien lo que está sucediendo. Los principale­s hallazgos que reportan los maestros son los siguientes:

•Se observan alumnas y alumnos con escasos conceptos, valores, actitudes y habilidade­s que les permitan comprender y manejar sus emociones.

• Poca experienci­a para desarrolla­r y poner en práctica herramient­as para generar un sentido de bienestar consigo mismos y con los demás.

• Escasa habilidad para lidiar de forma satisfacto­ria con los estados emocionale­s impulsivos o angustioso­s.

•Pobre percepción de sí mismos y de los demás.

En las y los niños más pequeños:

• Dificultad para relacionar­se con los otros.

• Conflicto para identifica­r sus emociones.

• Se muestran desmesurad­amente introverti­dos.

• Muestran dificultad para solucionar conflictos de manera pacífica.

Es por eso que desde la Academia Mexicana de Educación reiteramos un exhorto a la SEP para que posponga el cambio de planes educativos que pretende imponer y se concentren los esfuerzos en una gran Cruzada Educativa orientada a recuperar la estabilida­d socioemoci­onal, la matrícula escolar, los saberes del alumnado y las condicione­s físicas de los inmuebles escolares para que el 2022-2023 sea el Ciclo Escolar de la Recuperaci­ón Educativa.

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