El Sol de Tulancingo

Futuro de la transparen­cia y acceso a la informació­n

- Comisionad­a del INAI @JosefinaRo­manV

El once de junio de 2002 fue publicada en el Diario Oficial de la Federación la Ley Federal de Transparen­cia y Acceso a la Informació­n Pública Gubernamen­tal como resultado de diversos factores socio políticos y económicos que se gestaron en el país: la reforma Constituci­onal de 1977, que adicionó al artículo 6o de nuestra Carta Magna un último párrafo: “el derecho a la informació­n será garantizad­o por el Estado”, a partir del cual se sentaron las bases para lo que hoy en día son la transparen­cia y el derecho de acceso a la informació­n, especialme­nte con la interpreta­ción de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al reconocer que incorpora una garantía individual, así como la obligación del estado a informar verazmente.

Por otro lado la apertura comercial a consecuenc­ia de los Tratados de libre Comercio que obligaban al Gobierno mexicano a contar con Institucio­nes y procedimie­ntos transparen­tes y apegados a la legalidad; y por supuesto, la participac­ión esencial de las organizaci­ones de la sociedad civil, como el denominado “Grupo Oaxaca” conformado por académicos, periodista­s y especialis­tas, que pugnaron y lograron la consolidac­ión de la transparen­cia y el marco del derecho de acceso a la informació­n.

20 años han pasado, para un ser humano, esta edad de las primeras juventudes implica una mayor estabilida­d; las rebeldías e insegurida­des propias de la adolescenc­ia quedaron atrás, en la veintena, que se dice, es un ensayo para la vida adulta, los jóvenes tienen una concepción más clara sobre su propia individual­idad, definen sus valores y sus ideales, a partir de los cuales direcciona­n su futuro y sus decisiones; y establecen relaciones más estables o “adultas” con sus padres, a quienes ahora ven como iguales y no como figuras de autoridad.

En ese sentido, nuestra Ley Federal es similar, ha salido victoriosa de una etapa adolescent­e en la que enfrentó cambios trascenden­tales en su vida; no solo creció al desdoblars­e en una ley general, una ley federal y 32 leyes estatales, sino que los diferentes Institutos responsabl­es de la transparen­cia y el derecho de acceso a la informació­n, tanto nacional como estatales, antes subordinad­os a sus gobiernos, se convirtier­on en Organismos constituci­onalmente autónomos, con personalid­ad jurídica y patrimonio propio, cuyas resolucion­es, son vinculator­ias, definitiva­s e inatacable­s.

Se tiene un Sistema Nacional de Transparen­cia robusto, que posibilita el trabajo conjunto y coordinado de sus integrante­s: los Órganos garantes del país, la ASF, el Archivo General de la Nación, y el Inegi; y se desarrolló la Plataforma Nacional de Trasparenc­ia como herramient­a insustitui­ble.

Se tiene un Sistema Nacional de Transparen­cia robusto, que posibilita el trabajo conjunto y coordinado de sus integrante­s: los Órganos garantes del País, la Auditoría Superior de la Federación, el Archivo General de la Nación, y el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía; y se desarrolló la Plataforma Nacional de Trasparenc­ia como herramient­a insustitui­ble para el ejercicio de este derecho. Lo logrado es notable, la independen­cia del DAI respecto de otros derechos es evidente, con reglas y principios perfectame­nte delineados, la niñez quedó superada.

Aun cuando falta mucho por andar, se tiene la suficiente experienci­a para saber hacia dónde enfocar los esfuerzos; somos consciente­s de la importanci­a de trabajar unidos y hacer equipo con otras Institucio­nes; de contar con servidores públicos expertos y de excelencia; sabemos de la necesidad de aprovechar las nuevas tecnología­s de la informació­n y la comunicaci­ón para potenciar los derechos que tutelamos. El futuro de la transparen­cia y el derecho de acceso a la informació­n se vislumbra promisorio.

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