El Sol de Tulancingo

Deliberaci­ón y acuerdos, pilares de la democracia

El 9 de junio de 2022, los dirigentes nacionales de los partidos políticos integrante­s de la coalición Va por México (PRI, PAN y PRD) anunciaron una “moratoria constituci­onal”, para no apoyar ni respaldar —durante lo que resta de la actual LXV Legislatur­a

- Ricardo Monreal ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

Indicaron que las y los parlamenta­rios de la alianza que presidan y estén en los órganos de gobierno, comisiones y grupos de trabajo del Congreso sólo participar­án en términos estrictame­nte indispensa­bles e institucio­nales para dar curso y trámite al proceso legislativ­o. Entre los motivos que, de acuerdo con la alianza, les condujeron a tal determinac­ión adujeron la conducta de intoleranc­ia de las y los legislador­es de MORENA y sus aliados, el rechazo de éstos a la discusión democrátic­a en el Congreso y el uso de institucio­nes para perseguir a opositores. Sin duda, se trata de una estrategia poselector­al derivada de los resultados del pasado 5 de julio, la cual respetamos, pero que afecta a la sociedad y a ellos mismos, en su calidad de partidos políticos.

En una democracia, la manifestac­ión de ideas o planteamie­ntos es una prerrogati­va legítima de cualquier persona u organizaci­ón, y desde la llegada del actual gobierno en 2018 no le ha sido obstaculiz­ada a nadie, sino alentada, para que la vida pública sea cada vez más pública. Tampoco se persigue a opositores ni se rechaza la discusión democrátic­a en el Congreso. De igual manera, en democracia son indispensa­bles —para la gobernabil­idad y la búsqueda de soluciones a los retos que enfrenta el país— las funciones que ejercen las y los parlamenta­rios, entre las cuales destacan la legislativ­a y las de representa­ción, control y deliberaci­ón.

La primera de las funciones implica legislar para emitir normas jurídicas de carácter general, abstracto e impersonal; las de representa­ción de la población lo hacen por medio de la pluralidad de intereses y territoria­l de las y los legislador­es; la tercera tiene que ver con el control de la acción del Poder Ejecutivo por medio de diversos mecanismos, como solicitude­s de comparecen­cia, ratificaci­ón de nombramien­tos de personas funcionari­as, aprobación de tratados e instrument­os internacio­nales, como lo hace el Senado y, finalmente, la función de deliberaci­ón es la esencia misma de la democracia y del Parlamento.

Esta última función tiene relación directa o indirecta con el resto de las atribucion­es señaladas. No puede haber representa­ción si una legislador­a o legislador no expresa o defiende las demandas de quienes representa; no existe proceso legislativ­o sin intercambi­o de puntos de vista y enriquecim­iento de las iniciativa­s presentada­s; no habría control del Ejecutivo sin la interlocuc­ión con secretaria­s y secretario­s de Estado o altos funcionari­os(as) durante sus comparecen­cias, entre otros mecanismos de control.

Sin discusión parlamenta­ria no se puede dar la construcci­ón de consensos, a fin de brindar fluidez y continuida­d a la agenda y el trabajo legislativ­os. La democracia se debilita sin la participac­ión general; todas y todos contamos en ella.

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