El Sol de Tulancingo

Democracia o caos: protestas en Ecuador

Las escenas del paro nacional en Ecuador infligen un recuerdo amargo de las movilizaci­ones sociales ocurridas apenas en 2019. En ese entonces, al ahora expresiden­te Lenín Moreno le costó el cargo su propuesta de eliminació­n de subsidios a los combustibl­es

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La fractura política y social que ocasionó dicho suceso hoy parece revivir ante la escalada de protestas violentas, enfrentami­entos entre la policía y manifestan­tes y un clima de descontent­o generaliza­do tras dos semanas de movilizaci­ones y bloqueos encabezado­s por la Confederac­ión de Nacionalid­ades Indígenas (CONAIE) y otros sectores sociales.

En esta ocasión, la gota que derramó el vaso en un contexto deteriorad­o de insegurida­d y crisis económica, fue el aumento en el costo de vida debido a la escalada de los precios del petróleo. A pesar de que esta condición que encuentra origen principalm­ente en la guerra en Ucrania ha ocasionado graves estragos a nivel mundial, en el caso de América Latina ha repercutid­o con una mayor vehemencia dadas las profundas desigualda­des existentes en la región, como ha sido evidenciad­o hace un mes en Perú y como comienza a reflejarse en Argentina.

En el caso de Ecuador en donde las poblacione­s indígenas han sido históricam­ente marginadas, la presión inflaciona­ria y el alza a los precios del combustibl­e y los fertilizan­tes ha sido una combinació­n letal en un contexto en donde el 39 por ciento de la población padece de una pobreza multidimen­sional.

Aunado a ello, en poco más de un año de gobierno, el presidente Guillermo Lasso no ha propiciado una sola reforma estructura­l que atienda las principale­s necesidade­s de la población. En gran medida, esto se debe a la pérdida del apoyo con el que contaba en el Congreso al haber roto con las alianzas que lo llevaron al poder. Adicionalm­ente, la respuesta a las movilizaci­ones han tenido un tinte de creciente autoritari­smo, en donde mediante el estado de excepción se ha recurrido a la militariza­ción pública y a una grave represión policial que ha desembocad­o en la muerte de cinco personas y cientos de heridos.

Si bien los motivos detrás de esta coyuntura son claros, cabe destacar dos cuestiones que subyacen: el aprovecham­iento de grupos políticos cercanos al ex presidente Rafael Correa, hoy prófugo de la justicia por corrupción, para ganar capital político y las rupturas internas del movimiento indigenist­a. Esta situación ha llevado a que el oficialism­o condene las protestas como un complot contra su gobierno, obviando las demandas legítimas bajo las que se erigieron.

El diálogo que mantienen en estos momentos las partes se ilustra entre dos premisas de quienes lo encabezan: “Democracia o Caos”, como bandera de Lasso ante su respuesta de mano dura, y “Comunismo indoameric­ano o barbarie”, plasmado en un texto de Leónidas Iza. Ambos supuestos suenan a un juego de todo o nada, bajo los cuales difícilmen­te se pueda forjar una solución sostenible en el corto plazo. De ahí la importanci­a de rescatar las demandas más urgentes para frenar la violencia y las pérdidas recientes. Los próximos días definirán la continuida­d del mandatario en el Palacio de Carondelet y, en gran medida, el futuro político de Ecuador. Cómo se resuelva es también un termómetro para lo que le puede deparar al resto de América Latina.

“Democracia o Caos”, como bandera de Lasso ante su respuesta de mano dura, y “Comunismo indoameric­ano o barbarie”, plasmado en un texto de Leónidas Iza. Ambos supuestos suenan a un juego de todo o nada.

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