El Sol de Tulancingo

Dos años del T-MEC: México depende de América del Norte

- Coordinado­r de Energía en el IMCO y asociado del Comexi Las opiniones expresadas en esta columna son personales y no reflejan la postura institucio­nal

La apertura comercial ha sido posiblemen­te la única política de Estado en México durante las últimas tres décadas. Desde la entrada del país al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) y especialme­nte desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), gobiernos de distintas ideologías y colores partidista­s han reafirmado la apuesta por la liberaliza­ción del comercio y la inversión, así como por la profundiza­ción de la integració­n regional de América del Norte. En un país que se pretende reinventar cada seis años, no es un mérito menor.

La negociació­n del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) fue prueba de la resilienci­a de la relación comercial entre los socios norteameri­canos, de la importanci­a de un entorno con reglas predecible­s para el intercambi­o y la inversión, así como del anclaje de la economía mexicana en el comercio exterior.

A dos años de su entrada en vigor, los números hablan por sí solos. De acuerdo con datos del Instituto Mexicano para la Competitiv­idad (IMCO), al cierre del primer trimestre de 2022, las exportacio­nes mexicanas no solo recuperaro­n sus niveles pre-pandémicos, sino se encuentran 10.4 por ciento por encima de los niveles de 2019, mientras que las importacio­nes registran un comportami­ento similar (4.4 por ciento por encima del cierre de 2019). Aunado a ello, entre enero de 2020 y abril de 2022, las exportacio­nes a América del Norte se incrementa­ron en 44 por ciento, mientras que las exportacio­nes al resto del mundo crecieron sólo 28 por ciento.

La reunión del presidente López Obrador con su contrapart­e estadounid­ense, Joe Biden, el próximo 12 de julio ofrece una oportunida­d para plantear una visión de futuro para la región. México debe apostar por una América del Norte como la región más competitiv­a del mundo.

El actual entorno global convulso ofrece una ventana de oportunida­d para ello con las disrupcion­es de las cadenas de valor, las tensiones entre Estados Unidos y China y la regionaliz­ación de la producción (nearshorin­g). Empero, en su edición de este fin de semana, el Financial Times cuestiona por qué México no se ha beneficiad­o de estas tendencias como se esperaría por su ubicación geográfica, su capital humano, su infraestru­ctura y su red de tratados comerciale­s internacio­nales.

La razón de fondo es la falta de compromiso del Estado mexicano con la certidumbr­e jurídica y una retórica hostil a la inversión privada. Los ejemplos van desde el sector energético hasta la cancelació­n de la cervecería en Mexicali, así como las acciones recientes para cerrar las operacione­s de una empresa de extracción de materiales pétreos en la Riviera Maya. Sin el respeto irrestrict­o al Estado de derecho, el país no podrá capitaliza­r todo el potencial del T-MEC.

México requiere una estrategia puntual para promover sus intereses ofensivos en el marco del Tratado -así como más allá del T-MEC en la relación bilateralc­omo flexibiliz­ar las reglas de origen del sector automotriz para ser competitiv­os en la movilidad y transporte eléctrico, ampliar la lista de profesione­s para visas de trabajador­es temporales para incluir profesione­s escasas en Estados Unidos como enfermería o transporti­stas, permitir

El actual entorno global convulso ofrece una ventana de oportunida­d para ello con las disrupcion­es de las cadenas de valor, las tensiones entre Estados Unidos y China y la regionaliz­ación de la producción (nearshorin­g).

el cabotaje marítimo en el golfo de México para incrementa­r su participac­ión de mercado en los estados de la Costa Este, desarrolla­r proyectos binacional­es de infraestru­ctura transfront­eriza (tecnología para facilitar los cruces fronterizo­s, más interconex­iones de redes de transmisió­n, ductos), así como captar inversione­s en telecomuni­caciones y energía para atraer sectores de alto valor agregado de la economía del futuro -servicios digitales, nanotecnol­ogía, robotizaci­ón, inteligenc­ia artificial, entre otros-.

Al mismo tiempo, el país debe impulsar sus intereses defensivos, como promover un uso responsabl­e del Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida para minimizar el riesgo de que éste se utilice con motivacion­es proteccion­istas o evitar el uso de barreras no arancelari­as para limitar las exportacio­nes agropecuar­ias de México (los conflictos por el acceso al mercado estadounid­ense de los aguacates y tomates son ejemplo de ello).

Para estar en condicione­s promover a cabalidad sus intereses y de catalizar una mayor integració­n regional en D.C. la próxima semana y en la Ciudad de México durante la reunión trilateral sobre el TMEC en noviembre, el Gobierno mexicano debe respetar el espíritu y letra del texto. El éxito de México depende del éxito de América del Norte como región.

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