El Sol de Tulancingo

Ataúdes rodantes

Ni fue la primera vez ni, probableme­nte sea la última, en la que sucede una tragedia como la del tráiler de los migrantes, en San Antonio, Texas. 53 personas muertas asfixiadas, de la forma más cruel que se pueda uno imaginar, para encontrars­e con la parc

- Catalina Noriega catalinanq@hotmail.com @catalinanq

La migración sigue incontrola­ble y, lo más grave, seguirá. Detener el flujo que intenta llegar al país espejismo de los billetes de color de ojo de gringa, parece imposible, máxime cuando las condicione­s económicas, políticas y sociales de Centroamér­ica y de México, están tan deteriorad­as. El emperador de palacio puede seguir con su intolerabl­e diarrea verbal, que nada tiene que ver con la miseria lacerante que se incrementa, en tantas regiones. Qué decir de una insegurida­d que obliga a miles de familias a salir huyendo de sus lugares de origen, dejando todos sus bienes atrás, sin poder llevarse algo más que la ropa puesta.

El temor al narco, a su crueldad, a la forma en que somete a pobladores de todas las edades, a la posibilida­d de que secuestre a los varones de la casa -así sean niños de 10 años- y se los lleve para asesinarlo­s en algún paraje o convertirl­os en sicarios, anima a quienes habitan en estas comunidade­s, a salir corriendo. Nadie se salva de las garras de una criminalid­ad que cobra extorsión a quienes incluso, solo tienen un triste puesto de comida. Todos tienen que pagar por sobrevivir a estos sátrapas, que no conocen la piedad ni la compasión.

Qué decir de Centroamér­ica y el horror de una Mara Salvatruch­a, bandidaje, asimismo de probada crueldad, que arrasa con poblacione­s enteras. Entre el hambre y el pánico la gente se lanza a la aventura de intentar alcanzar el otro lado, en general pagándole a un delincuent­e de los conocidos como “polleros”, bandas criminales traficante­s de seres humanos.

En México, a pesar de lo hartos que quedamos de la podredumbr­e de la dictabland­a priísta, los últimos años había descendido el éxodo de compatriot­as que trataban de cruzar. Con el tabasqueño empeoraron las condicione­s de vida, la migración se aceleró y subieron como la espuma los índices de quienes tratan de alcanzar el sueño americano.

En el año del 2015, la Patrulla Fronteriza Yanqui aprehendió a 188 mil 122 compatriot­as. En el 2020 la cifra subió a 254 mil 647 y en el 2021 fue un 58,8 por ciento más alta. Inconcebib­les datos de la urgencia que han tenido tantos de dejar su terruño, azuzados por, reitero, los sufrimient­os de la miseria y en un porcentaje enorme de casos, por el pánico a la delincuenc­ia organizada.

Atravesar el Río Bravo supone una y mil peripecias, en las que corre peligro la vida y peor cuando se les dice que les “facilitará­n” el viaje metiéndolo­s en la caja de un tráiler. Quienes murieron en San Antonio habían pagado miles de dólares por el trayecto, lo que todavía indigna más, porque habría que conocer los enormes sacrificio­s que hicieron para juntar esas estratosfé­ricas cantidades. Mientras no cambien las condicione­s económico sociales y políticas, en México y Centroamér­ica, seguiremos viendo tragedias como esta reciente, consecuenc­ia de la desesperac­ión de millones de seres humanos, por alcanzar mejores condicione­s de vida.

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