BRIGADA BLANCA
Calvo lo presentó primero con Pedro Avilés y después con Fonseca Carrillo sin que el invitado aceptara tomar asiento.
–Aquí alguien sobra y ese soy yo— dijo el comandante Huaracha. Pedro Avilés se puso de pie y le contestó.
–No señor, queremos hablar con usted. –¿Qué es lo que quieren hablar?— preguntó Huaracha.
–Que nos permita estar en Culiacán, ya todos los comandantes han aceptado, solo falta usted. Yo estoy enfermo, tengo amebas, parece que las tengo en el hígado, eso me dicen los médicos, y que me permitiera quedarme tranquilo en mi tierra que es Culiacán, y así poder morir aquí.
– No, yo no le voy a permitir, no soy quién para permitirle. Al contrario, como yo no tengo en el momento orden de aprehensión alguna, no lo detengo. Pero tiene que alejarse de la ciudad de Culiacán, y no quiero saber que usted está aquí porque lo voy a detener.
Huaracha rememoraba que entonces Avilés Pérez abrió un portafolio de color café, el cual estaba lleno de pacas de billetes, dólares americanos.
–Le traemos este obsequio, compromiso— le dijo.
–No necesito nada, cierre su maletín, lléveselo, si no en este momento lo detengo— indicó el comandante.
Salieron de la habitación mientras agente federal Moisés Calvo le decía.
–Luisón, qué fue lo que hiciste pues, esa lana…
– No, yo no necesito esa lana. Aparecieron entonces Miguel Nazar Haro y Rafael Chao López. Nazar le dijo:
– Oye, ¿pero esa lana por qué la desechas? ¡Es más de un millón de dólares!
– Porque no es mía y no la acepto, que la chingada! estaba convertido en refugio de los agentes de la DFS y del grupo especial conocido como la Brigada Blanca, quienes hacían operativos continuos contra los integrantes de Los Enfermos, el grupo estudiantil que devino en una célula de la Liga Comunista 23 de septiembre.
Fueron los meses en que varias detenciones de jóvenes y también de activistas se convirtieron en desapariciones forzadas al paso del tiempo.
El sello de la Brigada Blanca, al mando de Miguel Nazar Haro, eran los allanamientos, detenciones ilegales y torturas de activistas y guerrilleros. Acusaciones que arrastraban, también contra campesinos y pobladores de la sierra, los militares que participaban en la destrucción de sembradíos de droga en la llamada Fuerza de Tarea Cóndor.
El comandante Huaracha decía que, tiempo después de su llegada, el director de la Policía Judicial Federal le ordenó, por instrucciones del procurador general, enfocarse de lleno a localizar y detener a Pedro Avilés Pérez, conocido como El León de la Sierra. Un día recibió informes que Avilés estaba en Culiacán con un grupo de pistoleros, lo buscaban para matarlos. Desde ese momento reforzó la seguridad de su familia y la suya.
El 15 de septiembre de 1978, aniversario del Grito de Independencia de México, el comandante ordenó a sus hombres poner un retén por el lado norte de la colonia Tierra Blanca.
Más tarde uno de sus agentes comentó que circulaba el rumor que Pedro Avilés merodeaba por la ciudad. Huaracha ordenó mover el retén por el rumbo de la salida a Tepuche.
Llegaron hasta una curva en donde no los veían quienes vinieran del norte o del sur. Ahí colocaron los letreros con las leyendas de "Policía Judicial Federal", "Deténgase", "Revisión de Rutina".
Inspeccionaron varios vehículos sin novedad hasta que con las primeras sombras nocturnas aparecieron tres vehículos con sus luces encendidas.
Cuando vieron el retén aceleraron y empezó la balacera. Huaracha recordaba que junto a sus hombres repelieron la agresión durante algunos minutos.
Hubo un momento en que el tiroteo se cerró, en uno de los vehículos viajaba Pedro Avilés.
–Recuerdo que él se bajó y nada más el cofre nos separaba a él y a mí. Me tiró una descarga con una 9 mm. Y cuando puso otro cargador en su pistola lo esperé, en el momento en que se levantó le deje ir una ráfaga de "cuerno de chivo" y vi que hasta la pistola voló por los aires—decía.
Casi de inmediato, un hombre tambaleante con heridas visibles se acercó con las manos hacia arriba en señal de rendición. Traía una credencial a la vista a nombre de Romárico Sariñana López.
–Me alcanzó a decir: ‘Soy de la Brigada Blanca’. Le recogí la credencial al tiempo que caía al piso ya sin vida.
La muerte de Pedro Avilés
el gobierno federal creó la Brigada Especial, nombre oficial de la llamada
PEDRO Y SU ESCOLTA
es
sin
el
Culiacán vivía en virtual estado de sitio en los días en que el comandante Luis Huaracha López llegó a la ciudad. La presencia de soldados por la Operación Cóndor se miraba en las idas y venidas de vehículos militares en dirección hacia Badiraguato.
En aquel momento, el hotel Ejecutivo
LA fue un operativo conjunto entre los cuerpos militares y varios tipos de agentes federales, dentro de la zona del Triángulo Dorado, la cual abarca a los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa, entre los años de 1977 y 1983
Pérez y
Informe sobre
TODA UNA RED DE INTERESES
Cóndor ocho personas más no sólo fue uno de los golpes más duros a las mafias del narcotráfico desde el inicio de la Operación Cóndor.
También evidenció que uno de los jefes del narco más importantes era escoltado por agentes de la Brigada Blanca.
La escena ocurrió en la morgue de Culiacán. Huaracha recordaba que fue un momento de tensión con los de la DFS cuando llegaron a reclamar los restos de Romárico Sariñana. Iban muy alterados y molestos, dispuestos a cobrar la afrenta.
-Se van a calmar hijos de la ch…, quién les manda estar metidos en este pedo. Ordené que los desarmaran, posteriormente les regresamos sus armas pero fue un episodio muy violento que recordaré el resto de mi vida—anotaba.
A los pocos días, fue llamado a la Ciudad de México a reunión con el director de la Judicial Federal. El general Mendiolea le anunció que el procurador Flores Sánchez lo quería ver, cuando se reunieron le dijo que por el impacto del suceso lo tenían que cambiar. Fue removido a la ciudad de Torreón y tiempo después a Puerto Vallarta, un lugar que comparado a Culiacán resultaba muy apacible.
Al paso de las semanas supo que gente de la DFS andaba tras él. Solicitó un receso vacacional para tratarse viejos padecimientos en Texas. Fue informado que el procurador quería se reuniera con un grupo de políticos, entre ellos un exgobernador de Sinaloa, para hablar del caso. Huaracha se negó.
–No voy a pasar por alto comentar que, a raíz del enfrentamiento que el grupo de agentes a mi mando tuvimos con hombres comandados por Pedro Avilés, se generaron diversas fricciones internas en la corporación a nivel tropa, ya que había varias razones para ello. Muchos agentes me reclamaban airadamente por qué había matado a la gallina de los huevos de oro: ‘Si se sienten agraviados por ello, estoy a sus órdenes’, escribió.
En noviembre renunció a la PGR, tras corroborar los intereses que afectó con la muerte de Avilés.
Un viejo amigo le ofreció un trabajo en áreas de seguridad en San Luis Potosí. Ante el riesgo, le propuso también un cambio de identidad.
Aceptó y así estuvo varios años. Se retiró tiempo después y murió hace pocos años en su casa, sin lujos ni ostentación, en un poblado entre los estados de Jalisco y Michoacán.