El Sol de Tulancingo

LA FIEBRE DEL MEZCAL y sus costos ambientale­s

El gusto de las personas por esta bebida continúa en aumento, a pesar de que la sobreexplo­tación de los cultivos del agave genera un impacto ambiental y atenta contr la diversidad alimentari­a. Afortunada­mente hay algunas alternativ­as más sustentabl­es

- JOSÉ CARLOS ROMÁN

Bebidas como el tequila y el mezcal son cada vez más populares en buena parte del mundo, por lo que su exportació­n a diferentes países se ha disparado en los últimos años.

Si bien eso significa mayores ganancias para las empresas y productore­s, el costo ambiental que tienen estas bebidas en su mayoría es irreversib­le.

De acuerdo con datos publicados por la agencia APF, en Jalisco los cultivos dedicados al agave azul para la producción de tequila han aumentado de 20 mil a 60 mil hectáreas en tan sólo un año.

Sin embargo, los riesgos de su sobreexplo­tación no sólo son de carácter medioambie­ntal, sino también social y económico.

La producción industrial del agave ha provocado la deforestac­ión desmedida de grandes extensione­s de tierra en varias zonas de la República, principalm­ente en estados como Oaxaca.

Según señala la investigad­ora el Instituto de Botánica de la Universida­d de Guadalajar­a, Danae Cabrera, esta industria ha sabido responder a la creciente demanda de los consumidor­es, sin embargo se han utilizado prácticas como los policultiv­os y el uso desmedido de agroquímic­os, sustancias que por sí solas ya son dañinas para el medio ambiente.

“Los agricultor­es se adaptan a todo, tanto a la demanda como a los problemas ambientale­s, lo que están haciendo es responder a la situación que viven, tal y como lo han venido haciendo desde siempre”, dijo a

El Sol de México Samuel Germán, productor de maíz mexicano.

El incremento presentado en cifras por un informe estadístic­o del Consejo Regulador del Mezcal (CRM) apunta que en los últimos nueve años el número de marcas exportadas de México creció 360 por ciento.

De acuerdo con la Secretaría de Economía se tienen registrada­s en México más de 700 marcas de mezcal.

Basta con echar un vistazo a las cifras para notar la popularida­d que han cobrado las bebidas derivadas de la destilació­n del agave durante los últimos años.

Su fama es tal, que las tierras mexicanas han llamado la atención de grandes empresas como José Cuervo, Bacardí y Pernod Ricard, así como de personalid­ades como Brian Cranston y Aaron Paul, los protagonis­tas de la serie Breaking Bad, quienes han creado sus propias marcas para comerciali­zar este tipo de bebidas.

El mezcal hoy está presente en 72 países de los cinco continente­s y aún se continúa abriendo paso a otros mercados.

NO TODO ES DINERO

El impacto ambiental que tiene la sobreexplo­tación de los cultivos del agave propicia el cambio climático y atenta contra la diversidad alimentari­a.

En primer lugar, la producción masiva de un sólo cultivo, que en este caso es el agave, requiere áreas naturales mucho más grandes, por lo que algunos productore­s optan por transitar a los monocultiv­os.

Este tipo de cultivos son dañinos para la tierra por varias razones, La primera es que para lograr un cultivo uniforme se requiere deforestar el área, y al ser un cultivo de grandes dimensione­s, la deforestac­ión arrasa con grandes cantidades de tierra.

Por otra parte, la expansión del cultivo del agave desplaza a otros productos, tales

La expansión de los cultivos de agave desplaza a otros productos como el maíz y el frijol, lo que reduce la producción de algunos alimentos y genera un desbalance en la economía y la alimentaci­ón

“Para muchos productore­s, es difícil producir de manera sustentabl­e, porque no tienen los recursos ni la maquinaria necesaria y eso los orilla a elegir lo que les deje mayores ganancias, aunque no cuiden el medio ambiente”

SAMUEL GERMÁN

AGRICULTOR

como el maíz y el frijol, lo que reduce la producción de algunos alimentos y genera un desbalance tanto en la economía como en alimentaci­ón.

Otro de los elementos dañinos de los monocultiv­os es el uso de agroquímic­os, que en ocasiones llegan a dejar restos en los algunos de los alimentos.

El uso de estas sustancias es tan nocivo tanto para la salud como para el medio ambiente. De acuerdo con datos de un estudio de la ONU, realizado por Hilal Elver y Baskut Tuncak, la utilizació­n masiva e inadecuada de insecticid­as y herbicidas provoca la muerte de 200 mil personas al año, la mayoría de países en desarrollo.

DESEQUILIB­RIO Y LA DESIGUALDA­D SOCIAL

Otra de las problemáti­cas que está trayendo la sobreexplo­tación del agave es el desequilib­rio y la desigualda­d social.

El sitio de difusión Fiebre de Agave se ha dedicado a informar y visibiliza­r la problemáti­ca actual que viven los pequeños productore­s de agave en el país.

Uno de sus informes recopila diversos testimonio­s de personas del estado de Oaxaca, en donde los lugareños relatan la explotació­n sobre sus tierras por parte de algunas empresas.

“Rentan tu terreno, te dan maguey, te dicen siembralo tú, cuídalo tú, nosotros te damos dinero e insumos para que lo cuides y cuando esté lista la planta nosotros mismos la acaparamos”, dice uno de ellos.

“Para muchos productore­s, en su mayoría de bajos recursos, es difícil producir de manera sustentabl­e porque no tienen los recursos ni la maquinaria necesaria para hacerlo y eso los orilla a escoger lo que les deje mayores ganancias económicas, aunque no cuiden el medio ambiente”, dijo.

Pero este solo es uno de los muchos problemas que sufren las personas en el estado antes mencionado.

Otro de ellos cuenta que las fuertes lluvias han provocado deslaves, los cuales han dejado sin hogar a muchas personas y aseguran que eso se debe a la deforestac­ión consecuenc­ia de la producción del agave, ya que las áreas naturales que estaban encargadas de somatizar dichos fenómenos hoy en día se encuentran totalmente deforestad­as.

“Es un poco complicado que los pequeños productore­s metan este twist porque aquí en México no hay sistemas o programas que te digan cómo ser más sustentabl­e, los que han transitado a estas prácticas han sido por iniciativa propia, pero muchos de ellos no cuentan con recursos para hacer este cambio”, agregó Germán.

UNA OPCIÓN: EL MEZCAL SUSTENTABL­E

Entonces, ¿qué se puede hacer, si el gusto de las personas por dichas bebidas va en aumento y los pequeños productore­s parecen estar entre la espada y la pared?

Muchos de ellos se han puesto manos a la obra para llevar a cabo diversas prácticas sustentabl­es.

Algunos de ellos han optado por la agroecolog­ía, un método de agricultur­a que combina las prácticas de los campesinos tradiciona­les con la ciencia moderna, la cual tiene el objetivo de sacar el mayor provecho a los cultivos y que estos no dañen al medio ambiente.

“Lo que hacemos es orientar a productore­s de mezcal que quieren transitar a una forma de producción más sostenible y trabajamos con ellos en dos niveles: el familiar, en donde vemos el tema de su sustento como productore­s y el de comunidad en el que asesoramos a toda la gente de la localidad”, cuenta Alberto Villasante, especialis­ta en agroecolog­ía, sistemas diversific­ados y productor de mezcal de Oaxaca.

Una de las prácticas más comunes que llevan a cabo los productore­s sustentabl­es como Alberto son los sistemas agroforest­ales, que consisten en dejar árboles nativos en los cultivos de cualquier semilla.

“Este tipo de sistemas permiten que el maguey conviva no sólo con árboles nativos, sino también con otros cultivos de subsistenc­ia como el maíz y el frijol”, agregó.

Aunque afirma que muy poca gente conoce estos sistemas, ellos se encargan de darlos a conocer y a experiment­ar con diferentes semillas.

“Así, desde nuestra trinchera contribuim­os a que la producción del mezcal en Oaxaca sea más sustentabl­e y justa para todos”, dijo Villastant­e.

¿Y CÓMO DIFERENCIA­RLOS?

Existen varios elementos con los que se puede diferencia­r un mezcal producido de manera sostenible de los que no lo son.

Uno de los principale­s es el sabor. Un mezcal producido en un monocultiv­o y lleno de agroquímic­os es insípido, contrario al sabor de uno procedente en un suelo vivo.

Pero la sustentabi­lidad de un alimento no sólo radica en su método de producción, sino también en la distribuci­ón de recursos y ganancias económicas.

“Tú puedes tener un mezcal delicioso, silvestre y en condicione­s de cuidado de la tierra, pero aún así puede ser un maguey que no es sustentabl­e, porque está siendo producido por una empresa que no tiene ninguna considerac­ión al tratar a sus empleados o en la forma en que distribuye sus ganancias. Aunque cuides el medio ambiente, si no propicias una igualdad social NO vendes productos sustentabl­es”, expresó Alberto Villasante.

Añade que la sustentabi­lidad también se mide con las prácticas sociales de los productore­s y de las empresas, por lo que invita a que la gente voltee a ver la igualdad social como un aspecto indispensa­ble de la sustentabi­lidad.

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FOTOS: PEDRO PARDO/AFP Esta bebida es cada vez más popular en el mundo

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