El Sol de Tulancingo

Agonía de la clase media

- Catalina Noriega CUCHILLITO DE PALO catalinanq@hotmail.com @catalinanq

¿Será posible que la clase media alcance a sobrevivir, sujeta a las presiones actuales? Basta un vistazo para darse cuenta de que no hay dinero que alcance, inmersos en una inflación que nos asfixia.

El regreso a la escuela ha sido como de poner los pelos de punta. Comentaba con unos padres de familia, con niños en edad escolar, el precio de las colegiatur­as. Las escuelas de prestigio rondan los 20 mil pesos mensuales y una familia me decía que paga por sus dos niñas -una en kínder y la otra en tercero de primaria- 32 mil pesos.

Las hay más caras y algunas un poco más baratas, pero el mínimo resulta una carga imposible para quien vive de un sueldo fijo, que no se lo están subiendo cada que al interfecto se le elevan los costos de vida.

Y no sólo son las mensualida­des que aportan: la inscripció­n anual noquea y el precio de los útiles escolares y los uniformes es inconcebib­le. Por un par de pantalones, de los obligatori­os en uno de estos planteles, ¡10 mil pesos!

Al alumnado le exigen cuadernos de todos tamaños y tipos, para que en el curso escolar sólo usen uno -si bien les va- y los demás se queden nuevos. Tienen que llevar colores -de los de más de 24-, lápices, plumones, crayolas, sacapuntas, goma, compás, escuadras, tijeras y muchos otros artefactos “indispensa­bles” para estar en clase.

Qué decir del transporte escolar: mínimo, cuatro mil pesos y eso para que el alumnito se pase horas en el camión, tenga que levantarse mucho más temprano y regrese a su casa, a la hora casi, de la merienda. Un calvario que, a muchos de ellos les revuelve el estómago.

¿Qué ingreso necesitan unos padres para poder solventar estos gastos? Si pensamos en que se paga renta -la que sube inmiserico­rde cada doce meses-, o la hipoteca de una casa, que les da un mordisco impresiona­nte a las entradas. Hay que añadir el espeluznan­te costo de los alimentos, los que representa­n el mayor índice de la inflación, el pago de la luz, el predial, el gas -día a día más oneroso-, la ropa, el gasto en salud y la dizque “diversión”. ¿Queda algo para ir a un cine, teatro o cualquier otro espectácul­o?

Ni pensar en restaurant­es. Este renglón

Cuando se piensa en las penurias por las que estamos pasando se despierta la conciencia de voltear la mirada hacia abajo. ¿Qué están comiendo los pobres y esa millonada que apenas y alcanza a percibir un salario mínimo? Una crisis deplorable y patética, provocada por la incompeten­cia de este régimen. Y hay quien le aplaude.

es de los que más ha subido y su costo resulta inaccesibl­e para la mayoría. Somos muy dados a gastar más de lo que percibimos y a tener las tarjetas de crédito al tope, pero, el aumento en los intereses devora la posibilida­d de manejarlas con equilibrio.

El porcentaje de mexicanos que gana más de 100 mil pesos mensuales es raquítico y esta cantidad apenas y alcanzaría para solventar los gastos. Si le sumamos la tragedia de la incompeten­cia de la educación oficial, peor. En otros países se manda a los hijos a las escuelas de gobierno y sanseacabó. Aquí se hace cualquier sacrificio antes de arriesgarl­os a que salgan sin la mínima preparació­n para enfrentars­e a una carrera profesiona­l.

Encima, se destaza lo que había y se inventa la “escuela mexicana”, batiburril­lo que tiene horrorizad­os a los especialis­tas. Nadie quiere hijos adoctrinad­os en una ideología radical, fanática y obsoleta, que les impida su pleno desarrollo.

Cuando se piensa en las penurias por las que estamos pasando se despierta la conciencia de voltear la mirada hacia abajo. ¿Qué están comiendo los pobres y esa millonada que apenas y alcanza a percibir un salario mínimo?

Una crisis deplorable y patética, provocada por la incompeten­cia de este régimen. Y hay quien le aplaude.

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