El Teatro de Ahora y Masas, tan actuales
En 1932 tuvo lugar un hito fractal en la historia del teatro mexicano: atrás quedaba el teatro de la comedia mexicana. Era el momento del Teatro de Ahora, impulsado gracias al empeño de dos jóvenes dramaturgos de filiación vasconcelista: Juan Bustillo Oro (1904-1989) y Mauricio Magdaleno (1906-1986), en cuya propuesta creyó el entonces titular de la Secretaría de Educación Pública, Narciso Bassols, quien les abrió las puertas del Teatro Hidalgo y así pudo celebrarse su primera temporada entre el 12 de febrero y el 12 de marzo, precedida además por una exposición pictórica y entre cuyos autores se encontraban Carlos Gonzalez, David Alfaro Siqueiros, Julio Castellanos y Fernando Leal.
De Magdaleno, fueron puestas en escena Emiliano Zapata y Pánuco 137; de Bustillo Oro: Los que vuelven, así como su adaptación a la obra Tiburón del escritor inglés renacentista Ben Jonson. En Emiliano Zapata, Magdaleno no presenta al héroe revolucionario, incólume y perfecto, sino al hombre con virtudes y defectos, situando en el epicentro de su atención a la interpretación de la historia oficial. Pánuco 137 es la denuncia del conflicto latente que existía entre México y los Estados Unidos por el tema del petróleo (no olvidemos que estamos en 1932). Tiburón alude a la naturaleza humana proclive a la ambición, en tanto que Los que vuelven estará inspirada en la tragedia de los braceros que habiendo emigrado a los Estados Unidos fueron deportados en medio de grandes e inhumanos sufrimientos -muchos de ellos a consecuencia de la depresión de 1929-, haciendo de ella la primera obra mexicana -y una de las pioneras a nivel mundialsobre esta problemática.
El proyecto contemplaba una segunda temporada en que presentarían Éxito y Vivir, así como dos obras de Bustillo Oro: Masas y Justicia, S.A. Pensaban además incluir una obra de Jorge Ferretis y otra del nicaragüense Hernán Robleto. Sin embargo, ésta nunca llegó a materializarse. A pesar de la amplia propaganda, apenas habían tenido espectadores y era un hecho que al régimen en turno le eran incómodos nuestros autores.
De 1932 a 1933 los jóvenes se trasladan a España y allá escriben dos nuevas obras: Trópico, Magdaleno, y San Miguel de las espinas, Bustillo Oro.
¿Cómo poder concebir al Teatro de Ahora? Sus propios autores lo definieron como “el primer ensayo de un teatro sustantivamente nuestro… aramos en el viento y sembramos en el mar. Pero con un sentido realista” y, sin duda, así era. El teatro tenía que estar enraizado en la realidad histórica para ser auténtico, tenía que ser “político”, de ahí que su temática estuviera inspirada en los principales problemas políticos, económicos y sociales por los que atravesaba el país. Sin embargo, lo que no sabían era que su teatro no sólo era actual sino que ante todo era premonitorio. El ejemplo más palpable, Masas. Reportaje dramático en tres tiempos y un final, como la intituló su propio autor y cuya dedicatoria reza: “a Narciso Bassols, gracias a quien fue posible el primer intento de teatro político en México”. Obra de claro corte proletario en la que se palpa claramente la influencia vanguardista de sus contemporáneos Bertold Brecht y Erwin Piscator.
Situada en el lugar imaginario de la República Iberoamericana de Patria, Masas es considerada por los estudiosos de su autor -como Rossy Mischne Szczupakobra pionera del expresionismo dramático en México. Vinculado estrechamente a la génesis del cine sonoro, Bustillo perseguirá un objetivo primordial: que el público se sienta parte de las masas en la lucha contra el mal gobierno y olvide que es sólo un espectador sentado en una butaca del teatro. ¿Cómo lo logra? Con la introducción de voceadores y con el uso de altoparlantes para dar vida a la radio que en escena transmiten noticias, así como con la ruptura de la “cuarta pared”, ubicando actores en medio del público. Recurso del que fue a su vez pionero Luigi Pirandello.