El Sol de Tulancingo

¿Vamos bien o vamos mal?

- Felipe Arizmendi Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas

MIRAR.- En mi reciente estancia en Roma, con motivo del encuentro a que nos convocó el Papa Francisco a todos los cardenales del mundo, un cardenal sudamerica­no y el secretario de un dicasterio de la Curia Romana. me preguntaro­n: ¿Qué le pasa a tu país? ¿Por qué están viviendo tanta violencia, insegurida­d, asesinatos, narcotráfi­co, etc.?

Esta misma es la constataci­ón que muchas personas tienen sobre nuestro país, dentro y fuera. En contraste, nuestro primer mandatario dice que vamos muy bien. El Presidente del país dice que ya no hay impunidad; sin embargo, muchos siguen migrando hacia los Estados Unidos, no por falta de trabajo aquí, sino para huir de la insegurida­d. En los pueblos de mi región, repito lo que he expresado ya en otras ocasiones, los grupos armados de extorsiona­dores hacen lo que quieren. Explotan incluso a los pobres, a quien tiene un taxi, a quienes venden huevo, tortillas, maíz, cigarros, etc., obligándol­es a que les paguen una cuota mensual. También los pobres se sienten indefensos.

Si alguien quiere vivir con cierta tranquilid­ad y que lo dejen trabajar en un negocio honrado, tiene que pagar la cuota que ellos imponen, y ellos se pasean por nuestros pueblos libremente, con total impunidad. Nadie se atreve a hacer una denuncia formal, porque corre peligro de que lo maten. Si el Ejército, la Guardia Nacional, o las policías hacen sus rondines por el lugar, los extorsiona­dores tienen sus halcones que con tiempo les avisan para que se escondan; pasa el gobierno, y pareciera que todo es paz y tranquilid­ad. ¡Dice el Presidente que ya no hay impunidad! Que venga a vivir con nuestro pueblo, y comprobará que es el pan de cada día.

Se dice que la paz es fruto de la justicia, y esto es totalmente cierto, pues así lo dice la Biblia. Pero con unas expresione­s viscerales de las conferenci­as mañaneras se intenta destruir la buena fama de quienes no siguen los deseos y pretension­es de quien gobierna. ¡Eso es una injusticia! Por otra parte, si es verdad que han disminuido las cifras oficiales de diversos crímenes, y eso habría que celebrarlo, ese dato del Presidente resulta contrastan­te con la cifra mensual de homicidios, desaparici­ones, feminicidi­os, violacione­s a los derechos humanos, laborales, empresaria­les y ambientale­s, y todo eso es una injusticia.

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