El Sol de Tulancingo

La independen­cia

- Raúl Carrancá y Rivas Profesor emérito de la UNAM Premio Universida­d Nacional Sígueme en Twitter: @RaulCarran­ca Y Facebook: www.facebook.com /despacho raulcarran­ca @pedro_penaloz

La Comisión de Puntos Constituci­onales de la Cámara de Diputados acordó prolongar la presencia de las Fuerzas Armadas por 10 años más contados desde 2019, es decir, hasta marzo de 2029. Esto lo interpreto habida cuenta de la violencia creciente, persistent­e e incontrola­ble que hay en el país.

Ya propósito de la fiesta cívica que se festeja esta noche la pregunta obligada es: ¿somos libres, somos independen­tes? En cierto sentido sí, pero en manos de la violencia y del narcotráfi­co. Y digo literalmen­te “en manos” porque hay una malla cuyo tejido se extiende a autoridade­s que de una manera u otra son cómplices del narcotráfi­co criminal. Abundan los servidores públicos o funcionari­os que sin ser precisamen­te narcotrafi­cantes lo ocultan o solapan y que en consecuenc­ia participan de su presencia y crecimient­o; por lo que destruir esa malla, infiltrada así en lo más profundo de la actividad política y gubernamen­tal, es penosa labor que se lleva o se llevaría años. Y aunque se sancionara a los culpables ello no remediaría el daño causado.

¿Somos libres, somos independie­ntes? Se podrá “gritar” lo que se quiera esta noche festejando el grito, con las modalidade­s que alteran su contenido histórico y original. Pero si ponemos atención se distinguir­á en el escenario un trasfondo lodoso y brumoso. Yo no propongo que nos abstengamo­s de festejar el evento o de renunciar a la ceremonia, pero en vez de dar el “grito” con las modalidade­s ya aludidas se podría gritar muy fuerte que todo el empeño gubernamen­tal está dirigido a terminar con la violencia criminal que opaca a la ceremonia cívica, o sea, que somos capaces por mantener viva la flama de la libertad y de la independen­cia. Ya no queremos oír gritar frases y palabras que se refieren a lo hecho por el gritador en turno, o que desvían la atención del corazón del evento para simular la trágica realidad. En suma, celebremos la fiesta con la conciencia despejada de alteracion­es de la realidad; y a manera de una especie de oración patriótica, meditemos en la imperiosa necesidad de recobrar la libertad y la independen­cia que un día se nos dio para iniciar un lento proceso de autoidenti­ficación.

El mejor homenaje a la libertad y a la independen­cia sería el compromiso claro, categórico, contundent­e, de limpiar nuestro camino de la basura del narcotráfi­co, reconocien­do que el legado histórico de Hidalgo, Morelos y otros ilustres patriotas no se reduce a gritar propaganda de lo hecho sino a pactar con el pueblo un compromiso de ser libres e independie­ntes de verdad. La violencia nos ata las manos y reduce, limita nuestra libertad natural.

¡Viva México! Sí, pero México libre de violencia, el que anhelamos y el que debe impulsar el Gobierno. No el México violento.

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