Del clóset a Polanco
UN ESPECTÁCULO TRANSFORMISTA ITINERANTE Y DE VARIEDAD EN EL QUE MUJERES TRANSGÉNERO CANTAN, BAILAN Y JUEGAN CON UN PÚBLICO QUE NO ES SÓLO DE LA COMUNIDAD
Son las 9:30 de la noche en punto en el Hotel W de la Ciudad de México, situado en el exclusivo corredor turístico de la avenida Campos Elíseos.
Coco Máxima se sube a la barra del bar, entallada en un vestido corto de vinilo rojo, uñas pintadas a juego, lentes oscuros y peluca bien alaciada.
“Fama, dicen que tengo mala fama, que me enamoro por la noche, y se me pasa por la mañana. Ah, culpa, lo siento no tengo la culpa, que no me den lo suficiente, yo soy exigente y los nenes se asustan”, canta la artista.
Mesas de amigos, parejas, familias completas e incluso adultos mayores, todas revientan aplaudiendo y cantando en ambiente de desmadre a tono con el espectáculo.
“Así, hasta el fondo”, le dice Coco Máxima con voz grave de hombre al comensal que le regala una propina y la va colocando en su bota larga roja. Todos se ríen y aplauden.
UNA NOCHE NORMAL EN EL SIRENITO
Se le pide a Uriel Manriquez y Audrey Moreno que describan lo que es El Sirenito, el espectáculo que ambos han fundado.
“La mejor manera para definirlo que se me ocurre es que es una boda. Convives con la gente, escuchas, bailas, te haces amigo, y por supuesto brindas. Todo está planeado para que la gente se una y se sienta parte de esto”, responde espontáneo Uriel.
La definición institucional para El Sirenito es que es un espectáculo transformista itinerante y de variedad en el que mujeres transgénero cantan, bailan y juegan para el público al son de unos alcoholes y botanas.
A las dos ubicaciones en las que hoy El Sirenito se presenta, La Pescadería, en colonia Roma y el Hotel W, de Polanco, acuden trabajadores, turistas, cumpleañeros, despedidas de solteras y también divorcios. Todos caben siempre y cuando hagan fila, la cual ya da la vuelta a la esquina dos horas antes de que empiece el show.
“Ya sean gays, heterosexuales o lo que sean, lo bonito es que siempre la retroalimentación que nos dan es que se sienten felices y acogidos en un lugar en el que pueden ser ellos y conviven con todo tipo de gente.
“Es una plataforma para que la gente que no conozca el show LGBT+ se empape un poco de todo lo que es esto”.
Según explican los socios, el espectáculo transformista tiene una larga historia en la capital del país, sin embargo este se había ubicado en zonas muy específicas del centro o los márgenes de la Ciudad, lo que le relegaba a un tipo muy específico de consumidor.
Uriel refiere que el mayor antecedente para El Sirenito es el Show de Francis, el cual duró 15 años hasta que murió en 2007, el cual estaba caracterizado por un halo de glamour y espectacularidad, al estilo de un show en Las Vegas.
Los socios coinciden con el reportero cuando se les pregunta si lo que han hecho con El Sirenito, sacando al show transformista de los márgenes sociales para ubicarlo en lugares de moda, se asemeja a cuando Los Ángeles Azules salieron de Iztapalapa para volverse producto de consumo para un público más amplio.