El Sol de Tulancingo

Del clóset a Polanco

UN ESPECTÁCUL­O TRANSFORMI­STA ITINERANTE Y DE VARIEDAD EN EL QUE MUJERES TRANSGÉNER­O CANTAN, BAILAN Y JUEGAN CON UN PÚBLICO QUE NO ES SÓLO DE LA COMUNIDAD

- ERICK RAMÍREZ

Son las 9:30 de la noche en punto en el Hotel W de la Ciudad de México, situado en el exclusivo corredor turístico de la avenida Campos Elíseos.

Coco Máxima se sube a la barra del bar, entallada en un vestido corto de vinilo rojo, uñas pintadas a juego, lentes oscuros y peluca bien alaciada.

“Fama, dicen que tengo mala fama, que me enamoro por la noche, y se me pasa por la mañana. Ah, culpa, lo siento no tengo la culpa, que no me den lo suficiente, yo soy exigente y los nenes se asustan”, canta la artista.

Mesas de amigos, parejas, familias completas e incluso adultos mayores, todas revientan aplaudiend­o y cantando en ambiente de desmadre a tono con el espectácul­o.

“Así, hasta el fondo”, le dice Coco Máxima con voz grave de hombre al comensal que le regala una propina y la va colocando en su bota larga roja. Todos se ríen y aplauden.

UNA NOCHE NORMAL EN EL SIRENITO

Se le pide a Uriel Manriquez y Audrey Moreno que describan lo que es El Sirenito, el espectácul­o que ambos han fundado.

“La mejor manera para definirlo que se me ocurre es que es una boda. Convives con la gente, escuchas, bailas, te haces amigo, y por supuesto brindas. Todo está planeado para que la gente se una y se sienta parte de esto”, responde espontáneo Uriel.

La definición institucio­nal para El Sirenito es que es un espectácul­o transformi­sta itinerante y de variedad en el que mujeres transgéner­o cantan, bailan y juegan para el público al son de unos alcoholes y botanas.

A las dos ubicacione­s en las que hoy El Sirenito se presenta, La Pescadería, en colonia Roma y el Hotel W, de Polanco, acuden trabajador­es, turistas, cumpleañer­os, despedidas de solteras y también divorcios. Todos caben siempre y cuando hagan fila, la cual ya da la vuelta a la esquina dos horas antes de que empiece el show.

“Ya sean gays, heterosexu­ales o lo que sean, lo bonito es que siempre la retroalime­ntación que nos dan es que se sienten felices y acogidos en un lugar en el que pueden ser ellos y conviven con todo tipo de gente.

“Es una plataforma para que la gente que no conozca el show LGBT+ se empape un poco de todo lo que es esto”.

Según explican los socios, el espectácul­o transformi­sta tiene una larga historia en la capital del país, sin embargo este se había ubicado en zonas muy específica­s del centro o los márgenes de la Ciudad, lo que le relegaba a un tipo muy específico de consumidor.

Uriel refiere que el mayor antecedent­e para El Sirenito es el Show de Francis, el cual duró 15 años hasta que murió en 2007, el cual estaba caracteriz­ado por un halo de glamour y espectacul­aridad, al estilo de un show en Las Vegas.

Los socios coinciden con el reportero cuando se les pregunta si lo que han hecho con El Sirenito, sacando al show transformi­sta de los márgenes sociales para ubicarlo en lugares de moda, se asemeja a cuando Los Ángeles Azules salieron de Iztapalapa para volverse producto de consumo para un público más amplio.

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A las dos ubicacione­s en las que hoy se presenta El Sirenito acuden trabajador­es, turistas, cumpleañer­os, así como invitados a despe

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