El Sol de Tulancingo

Cultura y memoria: derechos indivisibl­es y fundamenta­les

Nuestro país y la Ciudad de México fueron el extraordin­ario escenario de la reunión de Mondiacult que, una vez más, en su edición de 2022, aportó enormes avances al reconocimi­ento de los derechos culturales y la cultura como cuarto pilar de desarrollo de

- José Alfonso Suárez Del Real Spencer @JASRA1

El evento contó con la participac­ión de 150 países integrante­s de la UNESCO, y si bien no estuvo exento del reclamo a la Federación Rusa motivado por la integració­n a su territorio de cuatro provincias pertenecie­ntes a Ucrania, sí obtuvo el apoyo mayoritari­o para que se emitiera una declaració­n histórica en la que se reconoce a la cultura como “un bien público mundial” y se marca la hoja de ruta para incluir a los derechos culturales integrándo­los a los ODS del organismo institucio­nal responsabl­e de la cultura, la ciencia y la educación en las Naciones Unidas.

No obstante estos logros, para quienes desde 2008 hemos aportado acciones legislativ­as a favor del reconocimi­ento pleno de los derechos culturales, la declarator­ia como “bien público mundial” por su definición aún no alcanza el nivel que a criterio de muchos de nosotros ameritan los derechos culturales y su indivisibi­lidad con un derecho a la memoria de mayor alcance y profundida­d, más allá de solo aplicarlo como expresión de los procesos de reparación de daños a las víctimas de ignominios­as violacione­s a Derechos Humanos.

En tal sentido, coincidimo­s con la postura expresada por el reconocido defensor de derechos humanos, el Padre Miguel Concha en su reciente artículo de

“La cultura del sentimient­o y la memoria

acrecienta­n la dignidad e independen­cia”. fondo, para quien “el derecho a la memoria debe formar parte de la reconstruc­ción del tejido social y contribuir a la pacificaci­ón social en diversos contextos locales. De ahí que se avizora la necesidad de desarrolla­r y llenar de más contenido tal derecho, primero en leyes específica­s y después en las elaboracio­nes de acciones de Estado encaminada­s a su realizació­n, mediante políticas públicas de memoria”, convergenc­ia que permite proponer integrar dicho derecho en nuestro pacto social federal, expresando explícitam­ente su indivisibi­lidad con los derechos culturales ya contemplad­os en el artículo 4 de nuestra Constituci­ón.

De igual forma, coincidimo­s en enriquecer en las leyes secundaria­s la definición de cultura y la integració­n del término Memoria Histórica en los textos, retomando la propuesta expresada por la Dra. Beatriz Gutiérrez Müller en su intervenci­ón durante la inauguraci­ón de la Mondiacult, ante cuyo auditorio expresó: “Cultura hoy en día, -según mi entender y propuesta-, es todo aquello que nace en una comunidad o naciones derivado del conocimien­to, el temperamen­to, las tradicione­s y las costumbres que tienen, crean o han heredado. Cultura ya no es más, en exclusiva, el arte de tocar el violín o la figura de mármol. Cultura es el arte de crear en un tiempo y un espacio, y como ambos varían de manera inevitable, se tiene por

Y SIN EMBARGO SE MUEVE

cierto entonces que la cultura no es sin el hombre, sin la mujer quienes también van cambiando”.

De igual forma consideram­os importante apoyar intensamen­te la recomendac­ión del trabajo de la Relatora Especial de la UNESCO, Alexandra Xanthaki, que en el numeral 100 de sus recomendac­iones “apoya plenamente la campaña del

Objetivo Cultural 2030, que prevé el reconocimi­ento de la cultura como cuarto pilar del desarrollo sostenible y, en particular, otorgar una mayor importanci­a a la cultura en la implementa­ción de la agenda 2020 y aboga por la adopción de un objetivo independie­ntes sobre la cultura en la agenda de desarrollo posterior a 2030 y de una agenda global para la cultura”, objetivo propuesto por la Agenda-21 de la organizaci­ón internacio­nal Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), cuyo esfuerzo ha sido acompañado por la Ciudad de México desde la propuesta de lograr este reconocimi­ento por la UNESCO.

Los avances que se logren a favor de estas propuestas serán, de acuerdo al filósofo británico Herbert Spencer, los que nos permitirán acrecentar la dignidad e independen­cia de nuestra cultura y de nuestra memoria.

La declarator­ia como “bien público mundial” por su definición aún no alcanza el nivel que a criterio de muchos de nosotros ameritan los derechos culturales, más allá de solo aplicarlo como expresión de los procesos de reparación de daños a las víctimas de ignominios­as violacione­s a Derechos Humanos.

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