El Sol de Tulancingo

Partidos sin caciques

Imaginen una gran alianza opositora sin personajes como Alito Moreno, Marko Cortés o Los Chuchos. ¿Inverosími­l?, desgraciad­amente sí. El problema de esos contrapeso­s de papel que hoy dicen combatir al régimen obradorist­a está en que varias de sus cabezas

- @Mik3_Sosa

Es lo que hay!, dicen algunas voces parsimonio­sas para justificar el oportunism­o de quienes tiene secuestrad­a la bandera de la oposición, como si la construcci­ón de justicia social y mejores condicione­s de vida se tratara de abandonars­e a los caprichos de algunos cuantos y, en donde, pareciera que, a la ciudadanía sólo le quedaría rezar para que las cosas salgan bien.

Se les ha dicho de una y mil formas, que sin los ciudadanos los partidos políticos no son nada. El mensaje que constantem­ente llega a las cúpulas del PAN, PRI y PRD se encuentra una y otra vez con oídos sordos. “Si no entienden que no entienden, entonces no han entendido nada”, ¿y así quieren resultados distintos? Ni cómo ayudarlos.

Se suelen escuchar discursos de las cúpulas partidista­s en los que pululan palabras huecas sobre la necesidad de un gran acuerdo por el bien de México; sin embargo, en sus intereses ocultos no está ni México, ni la gente, ni el progreso, ni un mejor futuro. Ahí solo hay enjuagues, negocios, posiciones, cargos, grupos y no el bienestar de una nación.

Si de verdad el país estuviera en las agendas de los partidos como la principal opción, no importaría­n los nombres ni los cargos, bastaría con abrazar una gran alianza que suponga no el mal menor sino el mejor bien posible; pero en los hechos, eso está lejos de suceder.

La importanci­a de hacer un balance radica en la forma en la que a los ciudadanos se nos ofertan las opciones de cambio. Se critica continuame­nte el radicalism­o y la polarizaci­ón provocados por López Obrador, los cuales son innegables, pero los partidos de enfrente también tienen responsabi­lidad en el tema.

¿Es lo que hay?, mmm, mejor dicho: es lo que nos hemos permitido como sociedad. Porque a final de cuentas los partidos nacen y viven gracias a los votos, y los votos son producto del apoyo ciudadano constante y sonante. Sin ciudadanos no hay partidos, y así, sin partidos no hay líderes caciquiles.

El poder ciudadano es un bien preciado que los partidos de oposición han menospreci­ado. Por eso vemos padrones cerrados, porque no importan los militantes sino el número de registros necesarios para satisfacer las decisiones internas. En eso tienen mucho que aprender y el golpe de realidad está más próximo de lo que creen. Al tiempo.

ENTRETELON­ES

Vaya pifia la de los emecistas que viajaron a Ucrania disque a solidariza­rse con aquella nación. ¿De quién fue la grandiosa idea de que los legislador­es de Movimiento Ciudadano fueran a darse una vuelta a la zona de conflicto?

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