Panorama de corcholatas
Las formas de hacer campañas y ganar elecciones han cambiado mucho en nuestro país. El viejo sistema priista se permitió tener candidatos a la Presidencia bastante malitos y aburridos. Tenemos casos como los de Echeverría, De la Madrid, Salinas o Zedillo que en condiciones de competencia real nunca hubieran ganado, aunque algunos de ellos fueron buenos presidentes. Sin embargo, a partir de la alternancia en el 2000, los partidos políticos más allá de su plataforma electoral, fortaleza estructural y presencia nacional requieren candidatos carismáticos que arrastren multitudes.
Para 2024 además de valorar la imagen del candidato o candidata, los partidos de oposición deberán considerar el escenario de competencia con Morena, que no respetara el marco legal y para ello contara con el apoyo del gobierno, hará uso clientelar de programas sociales, contará con abundancia de dinero sucio y alianzas con grupos de la delincuencia organizada.
Durante varios meses hemos tenido la presencia y activismo electoral, violando las normas legales, de los aspirantes, (corcholatas les dice AMLO) a la candidatura presidencial por Morena. Por el otro lado, de forma tímida, se empieza a conformar una lista de aspirantes de los demás partidos.
Sin embargo, hasta hoy, es difícil encontrar alguna figura que reúna las características de una candidatura atractiva, que arrastre al electorado parecida a la de alguno de los últimos cuatro presidentes, incluido el actual. Hagamos un breve análisis por partido. Iniciando por Morena, veamos si algún aspirante oficialista tiene cualidades de candidato carismático: Adán Augusto López demasiado grande y aburrido; Claudia Sheinbaum antipática y sin personalidad propia; Marcelo Ebrard temeroso de atreverse a ser él mismo y Ricardo Monreal arrinconado, sin opciones.
Del lado de la oposición, en el PAN tenemos: un aspirante a distancia Ricardo Anaya Cortés; los gobernadores de Querétaro, Mauricio Kuri, y de Yucatán, Mauricio
Vila que no se atreven a mover un dedo para no perder los apoyos federales a sus estados; Santiago Creel que va a todas para negociar su permanencia y que no emociona ni a sus hijos; Juan Carlos Romero Hicks demasiado correcto y académico. La oportunidad de presentar perfiles nuevos, disruptivos, aguerridos y populares está en sus mujeres; la gobernadora Maru Campos que ya dio muestras de crecer ante la adversidad y las senadoras Kenia López con un discurso inteligente y valiente, y Lili Téllez, con las posiciones más combativas y arriesgadas de toda la oposición.
Por su parte, en el PRI tenemos: un impresentable incluso para el propio priismo como lo es su dirigente Alejandro Moreno; aspirantes demasiado acartonados como Beatriz Paredes, Miguel Ángel Osorio y Alfredo del Mazo; una mujer con buen discurso pero demasiado convencional Claudia Ruiz; un hombre muy agradable, experimentado en política internacional pero sin experiencia en la calle como José Ángel Gurría y un Enrique de la Madrid que al declarar que él va con o sin el PRI dio por primera vez la impresión de que sí puede tener los tamaños para la pelea.
En el caso de MC: sus dos gobernadores Enrique Alfaro y Samuel García están atrapados en problemas locales que no les permiten crecer a nivel nacional, solamente podría brillar el presidente municipal de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, que por su nombre despierta grandes ilusiones pero que no acaba de dar señales claras de si quiere o no ser candidato. En el PRD se han registrado dos aspirantes Miguel Ángel Mancera (corcholata doblada en la votación por la militarización) y Silvano Aureoles que serán incapaces de levantar vuelo porque sus pasadas gestiones están en medio de revisiones judiciales.
Más allá de las cualidades de cada uno de los aspirantes hasta ahora conocidos, son pocos los que pudieran encabezar una candidatura atractiva que fascine al electorado. Pudieran tener las cualidades necesarias, aunque todavía no las han podido proyectar debidamente las tres mujeres del PAN: Campos, Téllez y López, del PRI: Gurría y De la Madrid y por MC: Colosio, incluso de Morena, Ebrard, si se atreve a romper con AMLO. Esperemos que esta lista se amplíe en los próximos meses y pueda surgir esa figura que logre encabezar un proyecto de país unido, con justicia social y progreso. Pero ojo, para ganar se necesitará no solo a un buen candidato/ candidata, se requerirá de un gran liderazgo porque después del destrozo que quedara al terminar este sexenio, se va a demandar de todos los actores políticos generosidad y responsabilidad para rescatar a México.
Para 2024, además de valorar la imagen del candidato o candidata, los partidos de oposición deberán considerar el escenario de competencia con Morena, que no respetará el marco legal y para ello contará con el apoyo del gobierno; hará uso clientelar de programas sociales, contará con abundancia de dinero sucio y alianzas con grupos de la delincuencia organizada.