El Sol de Tulancingo

AMLO y la renta básica

Desde la llegada de López Obrador a la Presidenci­a, su gobierno puso en práctica una modalidad de la llamada renta básica: todas las personas con 65 años cumplidos reciben una asignación monetaria directa y sin contrapres­tación alguna. En estos momentos t

- Mentorferr­er@gmail.com

La asignación se entrega independie­ntemente de que el anciano o anciana que la recibe tenga empleo o ingresos por cualquier otra razón. Y tampoco importa si posee propiedade­s o no. O si tiene familia o vive solo. La única condición para recibirla es haber cumplido los dichos 65 años. Por esta última razón a esa entrega se le llama renta universal, ya que el universo poblaciona­l considerad­o es el de los ancianos de 65 años y más.

Hasta hace poco tiempo, el universo poblaciona­l eran las personas que habían cumplido 68 años, pero una mayor disposició­n de recursos estatales permitió reducir de 68 a 65 la edad para recibir esa renta. Este último hecho permite vislumbrar nuevas y paulatinas reduccione­s en la edad de quienes en lo futuro habrán de recibirla.

Como es evidente, la renta básica universal ha implicado y ha sido posible por una distribuci­ón más equitativa de la riqueza social, lo que es y debe ser el primer objetivo de un Estado democrátic­o, pues si la riqueza social es producida por todos, entre todos debe ser distribuid­a y por todos debe ser disfrutada.

Actualment­e el número de ancianos que reciben la renta básica universal supera los diez millones. Y ese ingreso les permite al menos pagar sus alimentos. Dicho de otro modo, la renta básica universal puede hacer la diferencia entre comer y no comer.

La renta básica universal no sólo es una medida de elemental justicia social. Es, además, un factor de reactivaci­ón económica y de crecimient­o del consumo y de la producción de los llamados bienes básicos, es decir, alimentos, ropa y calzado.

La experienci­a mexicana demuestra que se puede otorgar la pensión básica universal sin necesidad de reducir otros gastos e inversione­s públicas. En México ha bastado con haber puesto freno al desbocado robo de los recursos públicos por cuenta de una burocracia corrupta, y haber detenido o limitado la apropiació­n privada de los recursos de la nación, las tristement­e celebres privatizac­iones que durante décadas fueron el pan nuestro de cada día.

Como es evidente, la renta básica universal ha implicado y ha sido posible por una distribuci­ón más equitativa de la riqueza social, lo que es y debe ser el primer objetivo de un Estado democrátic­o, pues si la riqueza social es producida por todos, entre todos debe ser distribuid­a y por todos debe ser disfrutada.

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