La tecnología; un sustantivo femenino
Científica y madre de familia emprendió en 1983, después de muchos años de haber terminado su carrera, el titularse de Bióloga en la UNAM; Rocío Gallego, siendo madre de dos niños y esposa, hizo su tesis sobre el “Estudio Palinológico de la familia Hydrophyllaceae de Veracruz” y es uno de los muchos ejemplos de las mujeres de ciencia y tecnología que han nutrido el mundo y que no la tuvieron fácil para ser parte de una comunidad científica y tecnológica.
Hoy se habla mucho de las mujeres y su igualdad en el mundo moderno, se habla de los premios Nobel, con dos mujeres galardonadas este año en química y literatura, y, aunque dista mucho de haber una igualdad en nuestras vidas, hay que reconocer que se ha avanzado y mucho.
La aportación de las mujeres en la tecnología ha sido amplia, por ejemplo; ¿Podríamos imaginar nuestro mundo sin la ayuda de las computadoras? Pues se lo debemos a Ada Lovelace, quien creó el primer algoritmo de programación de la historia. Ada, como muchas otras científicas, tuvo que poner pausa a su vida de investigación al casarse y tener hijos, pero regresó después de un buen tiempo y en 1845, siendo becaria del padre de la computación, Charles Babagge, inventó el lenguaje para describir algoritmos en la máquina que había desarrollado el propio Babagge; es decir, gracias a Ada Lovelace somos capaces de entender y hablar con las computadoras. Gracias a este descubrimiento hoy podemos ver un Tesla Bot capaz de aprender por sí mismo o simplemente el hecho de poder leer esta columna desde el Smartphone.
La historia de igualdad a mujeres destacadas en Latinoamérica tiene todavía una brecha más grande que en el resto del mundo; de los 17 ganadores de premios Nobel que han sido reconocidos en Latinoamérica en toda la historia, solamente dos han sido mujeres; la chilena Gabriela Mistral, premio Nobel de Literatura en 1945, y la guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz en 1992; con 47 años de diferencia entre el premio de Gabriela Mistral y Rigoberta Menchú, nos tocaría ver otro reconocimiento así para el año 2039. La realidad es que las mujeres destacadas en la tecnología y la ciencia han transitado un camino cuesta arriba; han tenido y tienen que hacerse cargo de los hijos, la familia y tener que dividir su talento en dos o tres o mil partes.
Hoy, a poco más de nueve meses de la partida de mi madre es que veo a la distancia lo difícil y el trabajo que le costó convertirse en una mujer de ciencia; cambiando el microscopio por las tareas en casa y cambiando también el reconocimiento público por el cariño de su familia.
Esa decisión, esa pausa de años que miles de talentosas mujeres ponen a su carrera profesional es lo que hace que el reconocimiento a sus trayectorias sea aún mayúsculo, ya sea en el campo de la tecnología, la investigación de mercados, el marketing o la ciencia, las grandes maestras de la vida continúan y continuarán abriéndose camino.