El Sol de Tulancingo

La comedia anticlimát­ica

- Twitter: @lamoviola

Pasaje al paraíso,

Dame un par de protagonis­tas estrella y te daré una película. Esa parece ser la premisa del director y guionista Ol Parker, que tiene en su haber trabajos como Mamma Mia, Here We Go Again en la dirección y El exótico hotel Margold como guionista, para realizar Pasaje al paraíso (Estados Unidos, 2022).

El filme, resulta una sucesión de diálogos en tono de comedia a cargo de sus protagonis­tas Julia Roberts y George Clooney, que están concentrad­os en hacer su numerito en torno a una ligera anécdota que no se preocupa por desarrolla­r un clímax, ya que para Parker resulta suficiente contar con dos estrellas que de plano no terminar por desarrolla­r una química.

Georgia y David (Roberts y Clooney) son ex esposos y se sienten orgullosos de que su hija Lily (Kaitlyn Dever) se acaba de graduar como abogada. Por supuesto se odian y hacen su numerito en la ceremonia.

Lily para festejar decide irse de viaje a Bali con su mejor amiga, una etílica solitaria que sólo hace las veces de escucha de todos los personajes –pobre chava que interpreta al personaje, se merece el Oscar al peor papel en la historia de Hollywood– y ahí conoce al pescador Gede (Maxine Bouttier), un bueno para nada pero amable y cae rendida y les sale a sus padres con la noticia de que se va a casar con él. Por supuesto los ex esposos ponen el grito en el cielo y deciden impedir la boda y en tanto limar sus asperezas.

Es todo, lo demás es lo de menos. El filme es una sucesión de diálogos con la intención de ser gracioso que no dejan ni siquiera la pausa entre ocurrencia y ocurrencia que hasta un aspirante a guionista de los Mascabroth­ers se la sabe en su primer día de trabajo.

En la premisa original del guión se percibe una mala leche que Parker deja ir porque de plano se confía en sus protagonis­tas. Pero la película va de en medio hacia abajo y el asunto resulta anticlimát­ico. No hay un asunto que resalte. Pasaje al paraíso es la pura presencia de sus protagonis­tas a los que de plano se les nota cierta flojera y algo de oficio, pues ni modo que no, en su interpreta­ción.

Tiene un tufo de película ochentera pero en todo momento se queda en la intención y ni la presencia de sus protagonis­tas salvan el barco.

Tan es así, que lo mejor son los bloopers que aparecen al final. ¿Ya se dio cuenta que cuando un filme es flojo lo rellenan de errores en la filmación? No falla.

EN CORTO

El próximo martes se llevará a cabo la 64 entrega del Ariel y las apuestas están con Noche de fuego (Tatiana Huezo, 2022). Años complicado­s para nuestra cinematogr­afía, la premiación es un puente entre la industria, lo que sea que esto significa y el público.

Un paso adelante y otro atrás, en medio de indefinici­ones hacia el futuro de la producción han sido el sello de nuestro cine. El Ariel resulta importante, no sólo para reconocer a los creadores, sino para crear ese puente. No siempre se entiende así, pero después de la pandemia por lo menos regresa a una ceremonia presencial. Se podrá ver por Canal 22 y algo habrá que contar, por supuesto.

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