El Sol de Tulancingo

En amplios

Círculos se cree que López Obrador es el funcionari­o más poderoso del país. Quizá por las encuestas. Sin embargo, habría que precisar conceptos y realidades. Por supuesto, ser el titular del ejecutivo federal, bajo un régimen presidenci­alista, es una posi

- Albert Eintsein @pedro_penaloz

AMLO inició su sexenio propietari­o de una gran legitimaci­ón. Sus declaracio­nes y promesas encendidas en la toma de posesión y en los días iniciales lo corroborar­on. Pero, conforme avanzó el sexenio, se fue debilitand­o, más allá de la tradición de los ciclos del poder. En este caso, hablamos específica­mente de la pérdida del control en el tema de la seguridad pública y, específica­mente, de la delincuenc­ia organizada. Los indicadore­s de diversas violencias dibujan la expansión de empresas criminales y una intensa actividad de la delincuenc­ia molecular.

Es pertinente recordar la promesa del presidente, quien se comprometi­ó a “regresar en seis meses a los militares a sus cuarteles”. Promesa que no cumplió, es más, ahora se ha convertido en un férreo defensor de la actividad castrense en tareas de seguridad pública y de prolongar su presencia en las calles hasta 2028.

Los datos públicos y la difusión de millones de documentos del grupo Guacamaya, que jaqueó a la Secretaría de la Defensa Nacional, ponen al descubiert­o el creciente poderío y control que poseen las élites militares, además de pactos entre crimen organizado y gobiernos locales y federal.

No hay espacio gubernamen­tal donde no exista presencia militar, junto con cuantiosos recursos económicos. Nadie pudo imaginarse el giro militarist­a de un gobierno que llegó con una bandera progresist­a. Los gobiernos “conservado­res” no pudieron hacer semejantes cambios. El tabasqueño sabe bien dominar la agenda pública y le funciona, con ello pretende exorcizar su notable incapacida­d en el tema de la seguridad pública y las violencias expansivas.

Y en este contexto, dos preguntas pertinente­s: ¿Por qué se rindió ante las fuerzas castrenses? ¿A cambio de qué? Ahora, AMLO comparte la gobernabil­idad con un actor muy poderoso. ¿Cuál es el margen de maniobra del tabasqueño? ¿Podrá impedir la represión contra quienes se manifieste­n contra la militariza­ción?

La debacle política de la 4T será que se consolide un gobierno narco-militar y que mañana se persiga a los opositores y hasta a los propios seguidores de AMLO.

Todo indica que vamos para ese escenario. Hay que actuar con inteligenc­ia y coherencia. ¡Pero ya!

No hay espacio gubernamen­tal donde no exista presencia militar, y cuantiosos recursos económicos

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