El Sol de Tulancingo

¿Padece usted del sesgo de confirmaci­ón?

- Analista de comunicaci­ón Manuel Alejandro Guerrero

No se espante. No se trata de ninguna nueva enfermedad, aunque su padecimien­to puede llegar a generar efectos negativos tanto en su entorno personal, como en la sociedad. El sesgo de confirmaci­ón es el nombre que se le da a la tendencia que tenemos de buscar, interpreta­r y recordar ciertos datos, informació­n o eventos de un modo favorable a las ideas y creencias que ya tenemos. Y al mismo tiempo, descarta sin mucha reflexión todo aquello que nos contradiga. Se trata de una manera en la que nuestro cerebro simplifica y responde ante la informació­n y el entorno.

Cuando nos formamos una idea sobre cualquier cosa, de alguna manera nos gusta creer que lo hacemos con base en cierta razón, objetivida­d y lógica sencillame­nte porque también nos gusta creer que lo que pensamos es cierto. Y muchas veces así puede ser.

Sin embargo, una vez que tenemos una opinión formada, el sesgo de confirmaci­ón puede hacer que, a partir de ahí, solo pongamos atención a aquella nueva informació­n que refrende nuestra opinión y no nos fijemos en aquella evidencia que la cuestione.

Y aquí, el problema puede ser doble pues, además de evadir cualquier dato que ponga en entredicho nuestras opiniones, puede reforzarno­s ideas falsas. Por ejemplo, si creo que cenar sandía causa indigestió­n y me entero de que mi sobrino, quien entre otras muchas cosas cenó esa fruta, despertó con este malestar, segurament­e se lo voy a atribuir a la sandía antes que a la torta doble de milanesa que también se comió.

Pero no toda consecuenc­ia es tan inocente como ésta. Por ejemplo, en sus formas más negativas, el sesgo de confirmaci­ón contribuye a preservar prejuicios contra determinad­os grupos y sectores de la población, perpetuand­o patrones de discrimina­ción y descartand­o formas de pensar distintas cuando contravien­en las nuestras. En ocasiones, estos sesgos de confirmaci­ón se construyen y mantienen de forma colectiva a partir de las familias, grupos y comunidade­s a las que pertenecem­os y con quienes compartimo­s formas específica­s de entender cierto tipo de temas.

Sabemos que estos sesgos de confirmaci­ón son más fuertes cuando involucran nuestras emociones. Así, además de llegar a aferrarnos a nuestras opiniones en asuntos cotidianos, también podemos llegar a hacerlo en temas de interés más amplio, como aquellos que tienen que ver con la religión, la política o las discusione­s sobre los derechos y las preferenci­as de las personas. Aquí nuestras ideas pueden estar ancladas en emociones profundas que dificultan modificarl­as incluso frente a la evidencia más contundent­e en contra.

Como podemos apreciar, el sesgo de confirmaci­ón puede convertirs­e en un obstáculo para dialogar y entenderno­s tanto entre las personas y las familias, como entre las comunidade­s y los grupos sociales.

Pero, ¿qué hacer al respecto? Evidenteme­nte modificar nuestras ideas y creencias (o prejuicios enraizados) no es cosa fácil —sobre todo porque no solo nos gusta tener la razón, sino que nos hace sentir bien creer que la tenemos—. Lo que sí podemos hacer es observarno­s en aquellos aspectos en los que nuestras opiniones y creencias puedan resultar polémicas, controvers­iales o potencialm­ente ofensivas para algunas personas o grupos —lo que no significa que necesariam­ente nuestra posición sea falsa—. De ahí la importanci­a de observarno­s.

En estos casos, podríamos preguntarn­os si: 1) ¿la evidencia que busco siempre termina por reforzar mis ideas? 2) ¿por lo general pongo poca atención o rechazo las opiniones e ideas contrarias a las mías sin sopesar su evidencia? 3) Cuando la evidencia en contra parece ser contundent­e, ¿opto por desacredit­ar a la fuente? (el clásico: “ah, pero si lo dijo fulano no le creas, es un tonto”) 4) ¿a los que opinan distinto los descarto por lo que son y no por sus argumentos? 5) ¿las personas de mis círculos y de mis redes sociales comparten las mismas opiniones que yo? 6) ¿acomodo la informació­n que leo, veo o escucho para que empate con mis opiniones?

Si usted, lectora, lector, respondió a más de dos preguntas en sentido afirmativo, deténgase a reflexiona­r. Podría estar padeciendo un sesgo de confirmaci­ón y privándose de entender cierta parte de la realidad en sus formas más complejas, pero también más enriqueced­oras.

Cuando nos formamos una idea sobre cualquier cosa, de alguna manera nos gusta creer que lo hacemos con base en cierta razón, objetivida­d y lógica sencillame­nte porque también nos gusta creer que lo que pensamos es cierto. Sin embargo, una vez que tenemos una opinión formada, el sesgo de confirmaci­ón puede hacer que, a partir de ahí, solo pongamos atención a aquello que refrende nuestra opinión.

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