La Revolución mexicana: pasado y presente
El próximo domingo 20 de noviembre se conmemorará el 112 aniversario del inicio de uno de los movimientos históricos más grandes y trascendentales de nuestro país y del mundo: la Revolución mexicana. La primera revolución social del siglo XX.
Este acontecimiento armado surgió como resultado de una serie de demandas, fundamentalmente sociales y políticas, acumuladas en el tiempo. Por el aspecto social, la servidumbre, el despojo de tierras, los atropellos laborales, el clasismo y el racismo padecidos por las capas campesinas, populares y trabajadoras del país, así como por la población indígena, fueron factores que impulsaron este movimiento, el cual buscó un nuevo orden de cosas y dio esperanza para millones de habitantes.
Políticamente, México era el país de un solo hombre. Un general del Ejército que combatió la intervención francesa en el siglo XIX, pero que progresivamente devino en autócrata a lo largo de sus de más de 30 años de gobierno: Porfirio Díaz.
Ello propició que uno de los personajes más destacados de la Revolución Mexicana, Francisco I. Madero, empresario ilustrado y demócrata, excandidato a la Presidencia en 1910 y de convicción antirreeleccionista, decidiera redactar el Plan de San Luis. En él se denunciaba una nueva reelección de Porfirio Díaz, llevada a cabo por medio del fraude, así como la ilegitimidad de su gobierno. También se hacía un llamado a los demócratas del país para tomar las armas el 20 de noviembre de aquel año.
El mensaje de Madero fue recibido como la oportunidad para terminar con el statu quo porfirista. Así dio inicio la Revolución Mexicana.
En este movimiento convergieron demandas democráticas y de rechazo al dictador, pero también reclamos de otra índole, por ejemplo, un programa agrario y de reparto de tierras para el campesinado, como lo reivindicaba Emiliano Zapata.
Asimismo, la precariedad e injusticia sociales tuvieron eco en la corriente revolucionaria encabezada por Francisco Villa, cuya sensibilidad por las causas de las clases más humildes coadyuvó no solamente al derrocamiento de Porfirio Díaz y, posteriormente, al del usurpador de la
Presidencia, Victoriano Huerta, sino a la construcción de un México más justo.
No cabe duda de que la Revolución Mexicana fue un hecho violento en el que más de un millón de personas perdieron la vida. Sin embargo, sus logros pudieron concretarse y se plasmaron en la Constitución de 1917, redactada por el Congreso Constituyente convocado por Venustiano Carranza, exgobernador de Coahuila y presidente de México de 1917 a 1920.
Uno de estos logros fue el establecimiento del sufragio efectivo y la no reelección, los cuales perduran hasta nuestros días respecto a la Presidencia de la República. Asimismo, en la Constitución de 1917 se plasmó la democracia como una estructura jurídica y un régimen político, pero también como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
También se recuperaron para la nación los recursos y riquezas naturales, así como su dominio sobre el subsuelo. De igual manera, se originó el establecimiento de derechos colectivos, como la educación pública, laica y gratuita; la reforma agraria y la salud pública, además de derechos laborales como la huelga y la negociación colectiva, entre otros.
Los reclamos por fin se convirtieron en logros, y siguen plasmados en la primera Constitución social del mundo, para que todas y todos los veamos y los reivindiquemos. El pueblo de México, revolucionario de origen, cree en ellos, porque siempre han sido suyos, porque corresponden a su grandeza, porque siempre han sido y seguirán siendo producto de su historia y de su espíritu.
Nuestra Revolución, a 112 años de su inicio, sigue y seguirá vigente mientras haya injusticia y desigualdad sociales. Su legado es pasado, pero también presente en el país y en el pueblo de México.