Adultos mayores y vida digital
Aunque cada vez más adultos mayores se involucran en la vida digital—ya sea por entretenimiento, por relaciones sociales o por mera necesidad asociada a la gran cantidad de trámites y servicios que han migrado a internet— sigue siendo complejo para muchos
Incluso cuando no parezca un tema alarmante, pues, por un lado, muchos no parecen manifestar un interés genuino en involucrarse en el mundo digital, y por el otro, aún existen diversas alternativas analógicas para encauzar la mayoría de sus necesidades, lo cierto es que es cada vez más frecuente que los adultos mayores sean vulnerables en redes sociales, navegando en internet y en los servicios de mensajería.
Muchos adultos mayores comenzaron a involucrarse con las herramientas digitales en los tiempos de la pandemia por Covid-19, pues al ser uno de los grupos más vulnerables ante el virus, sus familias e instituciones optaron por el aislamiento generalizado que, en muchos casos, impactó negativamente su salud emocional por sentirse solitarios y abandonados. La alternativa era, obviamente, mantener el contacto con ellos por medio de videollamadas, enseñarlos a solicitar productos y servicios por internet, a participar en redes sociales y a buscar comunidades de apoyo virtual para desarrollar intereses y expresar sus temores y preocupaciones.
Al mismo tiempo, muchos de ellos se han visto orillados a obtener las aplicaciones móviles de sus bancos; a recibir servicios de salud por internet, ya sea por videoconferencia, solicitando citas médicas o consultando resultados de exámenes; a consultar el estado de pedidos y trámites; etcétera. Diversos espacios de la vida cotidiana se están transportando a internet y queriéndolo o no, es importante ceder ante la presión y formar parte de la enorme comunidad que vive en el lenguaje binario. Pero su cercanía con el mundo digital no significa que comprendan a cabalidad lo que ocurre, muchos están acostumbrados a seguir procedimientos indicados por sus familiares, a hacer navegaciones intuitivas o simplemente a repetir tareas. Otros también desconocen las configuraciones de seguridad básicas para segmentar mensajes, proteger su privacidad, datos personales, denunciar acoso o violencia digital, acceder a configuraciones avanzadas o publicar contenido multimedia sin ayuda de terceros.
Esto suele ocurrir porque a los adultos mayores no se les enseña con paciencia y tiempo qué son las TIC, cómo pueden utilizarlas, cuáles son los mecanismos para protegerse, qué es una red social y en qué se diferencia de una página web, los peligros de compartir información sensible o contactarse con desconocidos, entre otros temas. A los adultos mayores se les hacen las cosas, no se les dedica tiempo para que aprendan y con frecuencia únicamente reciben instrucción sobre actividades superficiales o repetitivas, pero ni instituciones ni familiares les ofrecen la educación digital integral que, por motivos generacionales, una muy buena parte de ellos no recibieron.
Por esta razón, los adultos mayores son presas fáciles de estafas, de extorsiones, robo de datos y ataques a cuentas bancarias, suplantación de identidad y violencia, entre otros delitos cibernéticos. Es usual que se les ataque con virus y malware, que reciban spam y no sepan como evitarlo, que sus dispositivos sean intervenidos, que sean sensibles a transmitir noticias falsas o creer mentiras como que les ofrecen un trabajo millonario o que ganarán un premio por ser el visitante número un millón. Los adultos mayores merecen ser educados en temas digitales y las próximas décadas esto no será opcional. Incluso cuando muchos adultos maduros ya forman parte del mundo digital, la tecnología avanza con velocidad y es importante prepararse. Mientras las instituciones se encargan de garantizar este derecho y trabajan en la reducción de la brecha digital, a nivel familiar podemos hacer mucho por nuestros adultos mayores, en especial de dicarles tiempo y paciencia.