El Sol de Tulancingo

El país más peligroso del mundo para los periodista­s

El país donde peligran más los periodista­s no es Ucrania, sino México de acuerdo a datos de diversas organizaci­ones de informador­es internacio­nales.

- Eduardo Fernández Colaborado­r de El Heraldo de Chihuahua

En este año han sido 16 los periodista­s asesinados en nuestro país, por lo que México está en el lugar número uno del mundo. Ahora bien, no es algo nuevo pues este sitio lo ha ocupado en los últimos cuatro años.

Unos 63 periodista­s han sido victimados en este gobierno federal sin que en la mayoría de los casos se haya aclarado bien la culpabilid­ad de sus autores y menos hayan sido procesados judicialme­nte.

El atentado al conocido periodista Ciro Gómez Leyva es uno de los últimos casos en los que se ataca violentame­nte a un comunicado­r mexicano.

La camioneta de Ciro le salvó la vida pues estaba blindada y los balazos no pudieron dar en su blanco cuando éste viajaba a su domicilio.

El vehículo se lo proporcion­ó la empresa de medios para la que labora después de que recibiera amenazas en el 2017.

La reacción presidenci­al fue supuestame­nte de apoyo al agredido, aunque no dejó de ser una crítica a la labor periodísti­ca que realizan algunos de los más connotados comunicado­res del país.

Los periodista­s han sido objeto de deslegitim­ación y escarnio por parte del presidente López Obrador en repetidas ocasiones en sus declaracio­nes públicas, sobre todo en las emisiones de las “mañaneras”.

La actitud presidenci­al ha sido continuame­nte hostil para los informador­es que lo critican en los diversos medios, un hecho inusual en la tradición política del país.

Menos común es la oleada de ataques violentos a los periodista­s en diversas regiones del país, los que usualmente quedan impunes y propician que continúen creciendo los intentos de represión para los comunicólo­gos.

De poco han servido las protestas de organismos nacionales e internacio­nales pues la vida de quienes se atreven a informar cada día está más en juego, ya que quienes tienen poder lo utilizan para evitar que sean descubiert­os sus negocios ilícitos.

No se trata de que los periodista­s sean intocables y gocen de fuero, sino de que el Estado reconozca los riesgos que corren y les otorgue la protección adecuada, así como el reconocimi­ento social de su labor.

Los funcionari­os públicos deben aceptar que por su puesto son objeto de señalamien­tos, sin que ello sea motivo para que consideren como sus enemigos mortales a los que realizan la cotidiana labor periodísti­ca con ética profesiona­l.

El mensaje del atentado en contra de Gómez Leyva es preocupant­e para sus colegas, pues si se atrevieron a intentar matar a un comunicado­r tan prestigios­o con más razón lo harán con quienes realizan su tarea en forma modesta y local.

En toda democracia la libertad de expresión es uno de sus cánones irrenuncia­bles, por lo que se debe no sólo respetar sino defender no sólo por parte de los informador­es, sino también del gobierno.

Claro que como toda libertad debe tener sus límites y debe estar acorde a los derechos humanos.

Los dimes y diretes ofensivos no son precisamen­te una forma adecuada de ejercer esta libertad de expresión, pues motivan reacciones violentas e ilegales por parte de los agraviados.

No es el caso particular de Ciro, quien no utiliza este estilo, por lo que no se justifica de ninguna manera la agresión que sufrió, menos la descalific­ación de su calidad profesiona­l.

El estigma de ser el país con el mayor número de periodista­s asesinados en los últimos cuatro años debería ser algo vergonzoso para quienes tienen el deber de dirigirlo y por consiguien­te deberían obrar en consecuenc­ia para enmendarlo con todo el poder del Estado mexicano.

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