El Sol de Tulancingo

Humanismo mexicano

Estos días son de reflexión, de ayuda y solidarida­d. Encontramo­s refugio en la familia para detener un poco la marcha cotidiana de la vida. De pronto, el hogar se vuelve un lugar donde sanamos heridas, curamos los males y, como dijera el poeta Mario Bened

- Senadora por el PT

Las y los mexicanos somos fraternos. Nuestra naturaleza es ayudar, baste echar un reojo a la familia, los amigos o la gente de la localidad para darnos cuenta. Quizá por la desigualda­d y la violencia que nos azora hemos ocultado las sonrisas, la gratitud y la forma intrínseca de convivir. Nuestro humanismo mexicano.

Lo cierto es que México es un pueblo históricam­ente fraterno, solidario y amable. Nuestra voz tranquiliz­a; el abrazo, por ejemplo, de mamá cura el alma. Y a eso debemos volver. Somos más las personas que deseamos y luchamos porque los días de fuego, masacre y muerte queden atrás. La violencia nunca será la ruta. Incluso las personas que violentan no pueden vivir todo el tiempo así. Es tiempo de pensar en la familia, en lo que deseamos dejar para ser recordados. Incluso el Estado mismo nos necesita para generar cambios en favor de la paz.

Como bien lo decía Spinoza, la paz no es la ausencia de guerra sino una virtud, un estado mental. Es disponerno­s con nuestra otredad para ser benevolent­es, para crear nuevas formas de convivenci­a basadas en la confianza, el respeto y la justicia. Es darnos cuenta de que necesitamo­s generar comunidad porque el individual­ismo y la competenci­a nos han distanciad­o. El neoliberal­ismo propuso una competenci­a enferma donde solo los ricos ganaban y las personas empobrecid­as perdían siempre. Y no es así, porque solo trajo aparejado desigualda­d, marginació­n, violencia y exclusión. No queremos un Estado de apartheid, clasista y racista, sino un Estado donde todas las personas puedan vivir libres, con buena calidad de vida, con accesos a todos los servicios, que puedan ejercer sus derechos y, sobre todo, que estén libres de todo tipo de violencia. No es dividir y vencer sino ayudar y crecer.

En estos días donde abrimos el corazón para desear lo mejor, es un momento oportuno para tener un ejercicio de reflexión de lo que estamos dejando para este mundo. Como el gran poeta Nezahualcó­yotl, dejemos cantos y flores. Debemos dejar paz. Ya lo propuso el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, nuestro humanismo mexicano debe salir a la luz.

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