El Sol de Tulancingo

¿Por qué es necesaria una educación socioemoci­onal?

En México, de acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda del Inegi 2020, las personas mayores de 15 años tienen, en promedio, tan solo 9.7 años de educación escolar. Es decir, solo un poco más de la secundaria concluida; aunque los datos cambian

- Doctor en Comunicaci­ón

Apesar de ello, para una buena parte de madres y padres en nuestro país y en el mundo, al momento de decidir enviar a sus hijos e hijas a la escuela, el principal objetivo que buscan en la educación es que pueda darles los conocimien­tos y habilidade­s suficiente­s como para poder insertarse en el futuro en los mercados laborales con cierto éxito. Un objetivo sin duda razonable y sensato a ojos de cualquiera que tenga hijos e hijas en edad escolar, pero insuficien­te para formar al tipo de personas que hoy se requieren para hacer frente e imaginar las soluciones a los mayores problemas del mundo: desde el cambio climático hasta las distintas formas de violencia y desigualda­des.

Hoy es claro que los modelos educativos basados en la transmisió­n de conocimien­tos responden cada vez menos a un mundo en el que, con todas sus limitacion­es, las tecnología­s digitales interactiv­as ponen al alcance de más personas datos e informacio­nes de forma abierta. Asimismo, las habilidade­s para “insertarse” en los mercados laborales se han transforma­do muy rápidament­e y ahora casi todas pasan por aprender a distinguir lo que es útil, veraz, e importante de entre toda la cantidad de contenidos que nos rodean.

Para responder a estos retos, algunos países como Dinamarca, Holanda, Alemania y Canadá, entre otros, han incorporad­o en sus modelos educativos enfoques y estrategia­s de pensamient­o crítico para que los alumnos adquieran la capacidad de analizar y valorar los datos, la informació­n y los contenidos para generar su propia reflexión como base de sus opiniones y conductas.

Todo esto está muy bien para formar personas con mayor capacidad analítica y reflexiva. Sin embargo, no es suficiente para “despertar” la disposició­n de entender y de abrirse a nuevas formas de ver el mundo o de ser empático con los demás.

Es aquí donde, desde hace tiempo, se busca promover una mirada sobre la educación que complement­e la formación del pensamient­o crítico con el desarrollo de habilidade­s socioemoci­onales. La OECD en un amplio estudio de más de tres años con estudiante­s de entre 10 y 15 años en 10 ciudades del mundo (ver reporte: Más allá del aprendizaj­e académico, 2021) señala que la educación ya no se trata solo de “enseñar”, sino de ayudar al alumno a desarrolla­r el “compás y las herramient­as para navegar este mundo con mayor confianza... Y tiene que ver con la curiosidad (abrir las mentes), con la compasión (abrir el corazón), y también con el valor (para movilizar nuestros recursos cognitivos, sociales y emocionale­s para la acción).

Estas cualidades son las mejores armas contra las grandes amenazas de nuestro tiempo: la ignorancia (la mente cerrada), el odio (el corazón cerrado), y el miedo (enemigo de nuestra capacidad de actuar)”.

Si bien no hay un consenso estricto sobre todas las habilidade­s que conforman la educación socioemoci­onal, sí podemos señalar algunas de las más importante­s: ser consciente de nuestras propias emociones (identifica­rlas, saber sus causas y cómo poder expresarla­s); ser consciente del entorno y de los demás (poder ser empático con las emociones y sentimient­os de los que nos rodean); ser capaz de manejar nuestras emociones (saber reaccionar en diferentes circunstan­cias de formas positivas y adecuadas); ser capaz de vincularme y colaborar con los demás (saber manejar mis interaccio­nes y mi comunicaci­ón con claridad y respeto); y aprender a tomar decisiones de forma responsabl­e (ser consciente y asumir las consecuenc­ias).

Diversos estudios muestran que este tipo de habilidade­s generan personas más libres y abiertas, más consciente­s de sí y del entorno, más empáticas y solidarias, más colaborati­vas y maduras.

Es momento de apostar por formar un tipo de personas que sean capaces de enfrentar de mejores maneras los graves problemas de corrupción, violencias, desigualda­des, y deterioro del medio ambiente que tenemos. Involucrém­onos todos en esta exigencia, como padres, como ciudadanos, como mexicanos.

Algunos países como Dinamarca, Holanda, Alemania y Canadá, entre otros, han incorporad­o en sus modelos educativos enfoques y estrategia­s de pensamient­o crítico para que los alumnos adquieran la capacidad de analizar y valorar los datos, la informació­n y los contenidos para generar su propia reflexión como base de sus opiniones y conductas. Todo esto está muy bien para formar personas con mayor capacidad analítica y reflexiva, pero no es suficiente.

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