Panorama agroalimentario 2023
Inicia un año más que para el sector agroalimentario mexicano representará nuevos desafíos y seguramente nuevas oportunidades que aprovechar. El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania seguirá presionando la inflación que se vive a nivel mundial; las perspectivas de los impactos del cambio climático seguirán influyendo de manera importante en la oferta mundial de alimentos, y la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 aún sigue teniendo consecuencias que afectan el crecimiento y desarrollo de las naciones.
El principal reto que existe es cómo poder atender la creciente demanda de alimentos de la población mundial; el poder aumentar la oferta de alimentos ante un escenario complejo de escasez de recursos naturales; de degradación de los suelos; de una inflación que afecta los costos de producción y de algunas corrientes ideológicas que intentan prohibir el uso de plaguicidas y fertilizantes químicos que son necesarios para la producción de alimentos.
Sin duda existen serias contradicciones en cómo lograr una transformación de los sistemas agroalimentarios para lograr la seguridad alimentaria y la sostenibilidad ambiental. Lo que es un hecho, es que la evolución de la agricultura y el aumento de la producción de alimentos y la productividad se ha venido dando mediante la innovación tecnológica. A través de la historia se ha incrementado mediante el nuevo conocimiento y la ciencia aplicada en el campo. Aquí podemos señalar el mejoramiento genético, tanto en plantas como en animales; la tecnificación del riego; la modernización de la maquinaria e implementos; el uso de los sistemas de información y predicción climatológica; el desarrollo de nuevas moléculas para el control de plagas y enfermedades; la agricultura protegida; la utilización de drones y satélites; el manejo integral y la investigación en nuevos sistemas de producción; en suma, lo que hoy llamamos la agricultura inteligente.
En esta contradicción y dualidad existen corrientes ideológicas que pretenden prohibir todo el uso de esa agricultura moderna y de los avances tecnológicos, satanizándolos como los grandes destructores del medio ambiente y de los recursos naturales, así como causantes de enfermedades y daños para la población.
La única forma de poder atender la creciente demanda de alimentos y aumentar su oferta es mediante la ciencia y la innovación tecnológica; no será mediante la prohibición de herramientas que hoy permiten un nivel de rentabilidad adecuado para continuar en esta actividad. El reto es cómo de manera gradual se validan nuevas tecnologías, lógicamente más sustentables y amigables que por sí solas vendrán a seguir transformando los sistemas agroalimentarios.