El Sol de Tulancingo

La costosa caída de Ovidio

- @velediaz42­4

La captura de Ovidio Guzmán López no se debió a un patrullaje previo que devino en encontrona­zo fortuito con hombres armados a las afueras de Culiacán, como lo planteó el viernes 6 de enero en la conferenci­a matutina el secretario de la Defensa Nacional. Tampoco fue que el hijo del Chapo Guzmán estuviera entre el grupo de pistoleros con quienes se suscitó el tiroteo. Lo que dicen fuentes militares es que su detención fue resultado de bastante tiempo de trabajo en la sección séptima del Estado Mayor de la Defensa Nacional (operacione­s contra el narcotráfi­co), que se capitalizó con el hallazgo previo de informació­n durante los aseguramie­ntos de laboratori­os de droga sintética que hubo durante 2022 a las afueras de Culiacán. Refieren de un episodio clave, en el contexto de un decomiso, sucedido en noviembre pasado en la capital sinaloense.

En su edición impresa semanal del pasado lunes 9 de enero, documentó el trabajo de campo que realizaron durante los últimos años los Órganos de Búsqueda de Informació­n (OBI) de la novena zona militar, considerad­o más preciso y mejor dirigido comparado al del Culiacanaz­o de 2019.

También se adecuó el despliegue táctico de unidades en operativos y sobre todo —con base en documentos hackeados por el grupo Guacamaya a la Sedena— se generó informació­n de las redes de narcomenud­eo del grupo de Ovidio. De este cruce de informació­n se reconstruy­eron los meses previos y la red que identifica­ron.

Las fuentes militares señalan que células armadas de los Chapitos o los Menores, como se les conoce, provocaron bajas muy serias al grupo de fuerzas especiales que llegó al frente de la operación seguidos de unidades de la Guardia Nacional y del Ejército. De ahí la intervenci­ón de un helicópter­o Blackhawk artillado que los inmovilizó.

La planeación y ejecución de la operación fue del Grupo de Inteligenc­ia Antinarcót­icos (GIAN) del EMDN. Los que bajaron desde helicópter­os aquella madrugada en el rancho la Higuerita a las afueras de la comunidad de Jesús María, fueron integrante­s de la unidad élite de fuerzas especiales que fueron recibidos a tiros.

Una fuente militar señaló que de los ocho soldados muertos en esa acción, siete eran de fuerzas especiales, un jefe con rango de mayor, cuatro oficiales —tres capitanes y un teniente— y dos sargentos.

Se contempló que la coordinaci­ón y organizaci­ón de los civiles armados provocaría una reacción donde sería necesario que las unidades de la novena zona militar prepararan unidades de respuesta y reforzaran la vigilancia a sus instalacio­nes. Comparado a octubre de 2019 el caos no impidió que el equipo de extracción se llevara a Ovidio, hubo reacciones tardías y en respuesta vinieron bloqueos y ataques a naves civiles en el aeropuerto. Como sucedió hace tres años, la desinforma­ción generó terror y el miedo se apoderó de buena parte de la población civil.

Los refuerzos tardaron y cuando llegaron al aeropuerto fueron recibidos a tiros, hubo aterrizaje­s de emergencia con maniobras inusuales para naves militares. La emboscada a una sección del 43 de infantería que venía en apoyo desde Tepic, Nayarit, rumbo al sur de Sinaloa, al mando del coronel Juan José Moreno Orzua, quien perdió la vida junto a un subordinad­o, fue un golpe muy duro para la moral de las tropas. En los funerales de los caídos, el comandante supremo brilló por su ausencia.

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