El Sol de Tulancingo

Más plazas para los militares

El nombramien­to del general Luis Rodríguez Bucio como nuevo titular de la Subsecreta­ría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) representa un logro más en el plan militarist­a del presidente López Obrador, un plan que inició como una simulación pero que

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La Guardia Nacional nació como una simulación. En la teoría esta corporació­n se presentó a las y los mexicanos como un cuerpo de seguridad de naturaleza civil que estaba adscrito administra­tiva y operativam­ente a la SSPC; sin embargo, en la práctica la Guardia Nacional se conformó por efectivos del Ejército y Marina, quedando al frente de la institució­n el General de Brigada, Luis Rodríguez Bucio. Aunado a lo anterior, como parte de la simulación, el Presidente se permitió hacer uso de las Fuerzas Armadas para cubrir las tareas de seguridad durante los cinco años siguientes bajo la justificac­ión de que dicho apoyo era necesario para permitir el desarrollo de la estructura, capacidade­s e implementa­ción territoria­l de la Guardia Nacional.

En febrero de este 2023 se cumplirán cuatro años del inicio de esta simulación y a lo largo de ellos el Presidente ha tomado una serie de decisiones que nos han permitido observar a detalle el disfraz de su intención militarist­a. En estos cuatro años el plan del Presidente ha logrado adjudicar al Ejército un sinnúmero de atribucion­es y tareas de naturaleza civil, ampliar la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad hasta 2028 e incluso entregar administra­tiva y operativam­ente la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.

Es complicado saber cuál es el objetivo final del plan militarist­a del Presidente, pero es claro que está en aras de lograrlo. En el organigram­a de la administra­ción pública federal cada vez es más común encontrar un militar a la cabeza de las institucio­nes y dependenci­as, pareciera que hoy la manera más fácil de obtener una plaza en la administra­ción pública federal es enlistarse en el Ejército. Desde que inició el sexenio, un seguimient­o que realiza Causa en Común revela que 173 militares han ocupado cargos en institucio­nes o dependenci­as de los tres niveles de gobierno; de entre ellos se destacan puestos en la administra­ción de aduanas, la administra­ción de ISSSTE, directores de centros penitencia­rios, fiscales estatales, directores de institutos estatales de migración y un gran número de titulares de secretaría­s de seguridad estatales y comisarías municipale­s. Esta sustitució­n de civiles por militares permite al presidente López Obrador y al general secretario Luis Crescencio Sandoval continuar actuando con libertad y sin contrapeso­s.

El nombramien­to de Rodríguez Bucio como nuevo subsecreta­rio de Seguridad es más de lo mismo. Quitarle al general Bucio el uniforme blanco de la Guardia Nacional y presentarl­o en la conferenci­a matutina vestido de traje y corbata como un civil es tan absurdo como cuando les cambiaron el uniforme a miles de militares y los presentaro­n como una Guardia Nacional Civil. Este nuevo intento por disfrazar la militariza­ción se suma a una extensa lista que al revisarse en conjunto permite entender que en realidad esto nunca fue una simulación y las intencione­s de López Obrador y del secretario Crescencio Sandoval fueron claras desde el primer momento. La militariza­ción de México ya no es un proceso ni está en vías de lograrse, la militariza­ción dejó de ser una simulación y se convirtió en un hecho.

En estos cuatro años el plan del Presidente ha logrado adjudicar al Ejército un sinnúmero de atribucion­es y tareas de naturaleza civil, ampliar la presencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad hasta 2028 e incluso entregar administra­tiva y operativam­ente la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional.

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