Promueven las haciendas hidalguenses
Inmuebles con más de 200 años de antigüedad se han vuelto alternativa para paseos de fin de semana
Un viaje de dos horas en carretera desde la Ciudad de México, o la mitad del tiempo desde la Bella Airosa, tardarás para disfrutar de un fin de semana diferente en las haciendas hidalguenses, ya sea inmuebles construidos por Pedro Romero de Terreros o los que resguardan capillas y tinacales.
Huasca de Ocampo no solamente es un Pueblo Mágico, alberga la hacienda de
Santa María Regla, cuya construcción tardó alrededor de 20 años. El antiguo edificio posee laberintos y túneles secretos en los que se transportaban metales preciosos, pues en el siglo XVIII en la región prevaleció la actividad minera.
Más de doscientos años después, la hacienda es un sitio turístico que ofrece recorridos en mazmorras que albergaron enfermos de viruela y sarampión, así como el acueducto y la capilla original en estilo barroco.
El hotel es opción para una visita relajante con gastronomía mexicana tradicional, un lago artificial con vista a la cascada Cola de Caballo y habitaciones con decoración estilo medieval. Así como celebraciones temáticas que van desde noches hawaianas y medievales, callejoneadas o parrilladas.
Una opción para personas que son aventureras la ofrecen lugares como los Prismas Basálticos y la Peña del Aire, rutas de senderismo o las calles del primer Pueblo Mágico de Hidalgo.
Hidalgo ofrece una extensa variedad de lugares turísticos y gastronomía, como es el caso de las haciendas de la altiplanicie que se extienden a lo largo de Epazoyucan, Zempoala, Mineral de la Reforma, Tlanalapa, Tepeapulco, Emiliano Zapata, Almoloya, Singuilucan y Apan, sobre la carretera federal México-Tuxpan.
Una de las peculiaridades de esta ruta es la historia del pulque, ya que las condiciones climáticas y geográficas de la zona generaron un prolifero cultivo de maguey. Además, las haciendas concentran algunos elementos en común como capillas, casa del hacendado y tinajales.
Entre las haciendas más populares del Altiplano aparecen las mismas que conforman la Ruta del Pulque, se trata de Tepotzotlán y Coporillo en Epazoyucan, Tepechichilco en Tlanalapa, Tultengo en Tepeapulco y Ocotepec en Almoloya.
El Altiplano hidalguense destacó por su producción de pulque en el siglo XIX, cuya comercialización vivió uno de sus mejores momentos con la introducción de las líneas férreas durante el porfiriato, relatan las crónicas de la época.