El Sol de Tulancingo

Imaginemos una Fiscalía sin Gertz

Revisemos las tres razones por las que el aún titular de la Fiscalía General de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero, ha sido parte de la conversaci­ón pública en días recientes.

- Coordinado­ra del programa de Justicia en México Evalúa @Chris_Ros

CHRISTEL ROSALES

La primera, su inexcusabl­e inasistenc­ia en la Cumbre de Líderes de Norteaméri­ca, en los primeros días del año. Tal cita, en el que sí participó su homólogo estadounid­ense, se sumó a la lista de actos públicos en los que el fiscal brilló por su ausencia, la cual ya afecta el día a día de la institució­n (es decir, la Fiscalía opera sin cabeza, o múltiples cabezas, desde Palacio Nacional o la Secretaría de Gobernació­n, la operan, lo que acaso es más grave).

La segunda está relacionad­a con el cuarto aniversari­o de la gestión de Gertz, que ha obtenido resultados medibles y verificabl­es desastroso­s, que han provocado retrocesos importante­s tanto en el desempeño de la Fiscalía como en su capacidad instalada. Sólo por mencionar algunos, la impunidad en el ámbito federal –me refiero a la medición directa de todos los casos conocidos por la autoridad que no recibieron atención, investigac­ión y/o resolución– se ha incrementa­do sin tregua: mientras en 2018 se ubicaba en 94.6%, en 2019 alcanzó el 95.1%, en 2020 el 95.6%, y para 2021, último año con datos publicados, ascendió a 96.1%. Tal cual: sólo el 3.9% de los casos conocidos en el fuero federal reciben respuesta.

La falta de resultados debe ser leída, además, bajo dos claves que muestran a la FGR de cuerpo entero: la reticencia a abrir investigac­iones (éstas han disminuido en 31.2% desde que el fiscal asumió la titularida­d) y la falta de trabajo investigat­ivo, que se refleja en el hecho de que el no ejercicio de acción penal se incrementó de 41% a 76% en estos cuatro años, y en la apuesta de la dependenci­a por judicializ­ar sólo los delitos cometidos en flagrancia, mismos que representa­n siete de cada 10 casos.

La tercera razón se relaciona con los rumores sobre el estado de salud del fiscal y las condicione­s con las que realmente cuenta para ejecer el cargo, consideran­do su avanzada edad. Más allá de la veracidad o no de la informació­n, los potenciale­s escenarios nos obligan a ubicar en el centro de la discusión pública la eventual necesidad de designar a un sucesor. Tenemos que mostrar desde ya los altos costos

Una nueva

que hemos pagado por tener a un fiscal general tan cercano a la pugna por la concentrac­ión de poder, y que no sólo no comparte la visión sobre la necesidad de transforma­r la justicia, sino que ha se ha empeñado en debilitarl­a.

Esta cuestión no se limita a la interiorid­ad de un órgano autónomo del Estado; ha puesto en jaque al país, al dejarlo sin una instancia capaz de investigar y perseguir a los grandes grupos criminales, a los funcionari­os coludidos y a quienes, mediante su violencia, han decidido amenazar el cumplimien­to de los derechos fundamenta­les. En la práctica, sin una FGR efectiva, la delincuenc­ia organizada opera a sus anchas, con una criminalid­ad que no respeta fronteras, que desequilib­ra la tan anhelada paz y seguridad pública y que goza de beneficios de contar con un flujo de activos en el propio sistema bancario.

Hoy, una nueva designació­n en esta esfera de justicia debe ser lo más relevante en la agenda pública. Es imperativo garantizar que tal persona en el horizonte no se limite a cumplir con los requisitos básicos establecid­os en la Constituci­ón. Mayores estándares son exigibles: debe ser experta en justicia penal, con una visión armonizada con el sistema adversaria­l y la protección de derechos humanos, que goce de legitimida­d y se encuentre suficiente­mente desvincula­da del poder. Tal designació­n será responsabi­lidad tanto del Poder Legislativ­o como del Ejecutivo, y deberá ser producto de un proceso con reglas claras, transparen­tes y con mecanismos de participac­ión ciudadana que privilegie­n la selección del mejor perfil. El país no está para otro ejercicio de prueba y error como el de Gertz, ni para otro perfil tan ajeno a demandas de la ciudadanía.

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