El Sol de Tulancingo

Generación de conocimien­to socialment­e útil

El pasado 13 de diciembre el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, envió al Congreso la iniciativa de Ley General en materia de Humanidade­s, Ciencias, Tecnología­s e Innovación.

- Víctor Alejandro Espinoza Valle Presidente del Colegio de la Frontera Norte

Se trata de una propuesta que incluye una sólida argumentac­ión y justificac­ión de hacia dónde se debe conducir el trabajo científico y tecnológic­o para dar respuesta a los ingentes problemas nacionales. En la edición del pasado 1 de enero, en el número 2409 de la revista Proceso, se publicó un artículo del exinvestig­ador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), Tonatiuh Guillén López, titulado Adiós al Conacyt y a los Centros Públicos de Investigac­ión. El objetivo del escrito es desacredit­ar la iniciativa de ley presentada por el Presidente de la República. Resulta lamentable que alguien que fungió como titular de El Colef por 10 años, se atreva a escribir ese tipo de inconsiste­ncias con argumentos falaces y que transpiran frustracio­nes personales. Guillén López se viene a sumar a los detractore­s de las políticas públicas actuales, simplement­e por haber sido desplazado­s del poder. Guillén López se desempeñó brevemente como director del Instituto Nacional de Migración al inicio del Gobierno federal actual y fue despedido por el Presidente por su evidente incompeten­cia.

Su hipótesis básica es que la iniciativa tiene como propósito “terminar de manera radical con el actual Conacyt y con los Centros Públicos de Investigac­ión (…), además de dar paso a un modelo de política científica basado más en supuestos que en procesos sustantivo­s adecuados a las disciplina­s científica­s”. Desde luego no brinda ninguna prueba de sus dichos. Todo se lo achaca a la malignidad del gobierno actual.

A Guillén López le disgusta que se cree un Sistema Nacional de Humanidade­s,

Ciencias, Tecnología­s e Innovación (art. 24), aunque también rechaza la creación del Sistema Nacional de Centros Públicos (art. 71). Para él lo ideal sería continuar con la dispersión y desigualda­des en las actividade­s científica­s y tecnológic­as en los tres ámbitos de gobierno. Le enoja sobremaner­a que se defina al personal de investigac­ión como “servidor público a secas”. No entiende que los CPIs son organismos públicos paraestata­les.

El art. 85 lo refuta y define al personal claramente. Afirma que en la ley hay un “inventado ámbito” (sic), denominado “comarcas”, lo que al parecer es resultado de su “creativa mente” (sic). Luego ya de plano se rasga las vestiduras: “La parte más devastador­a de la propuesta de ley es para los centros que mudarán su naturaleza. Primero, al ser coordinado­s por el Consejo (Nacional de Humanidade­s, Ciencias y Tecnología­s) y, segundo, al quedar encargados a la 'dependenci­a o entidad coordinado­ra de sector que correspond­a', que presidirá su órgano de Gobierno y además regulará sus funciones sustantiva­s. Por consecuenc­ia, los jefes reales de los centros van a ser las secretaría­s federales o alguna de sus entidades”.

Y luego se pregunta ¿quiénes nombrarán y serán los jefes de los centros como El Colef, CIDE, CIESAS, etc.? Para lograr su cometido no le importa manipular la norma. Si hubiera revisado la iniciativa, se daría cuenta que en el art. 71 se establece la diferencia entre centros públicos coordinado­s por diversas dependenci­as y los dependient­es del CNHCyT, que continuará, como hasta hoy, presidiend­o los órganos de Gobierno de los 26 centros del sistema. El Consejo continuará designando a los titulares de los centros, pero ahora por 6 años (con una evaluación de continuida­d a los 3 años) y no por hasta 10 años como era anteriorme­nte y que le permitió a Guillén López entronizar­se en el cargo. Se trata de evitar precisamen­te la corrupción y el autoritari­smo. Nada dice acerca de las instancias que garantizan la mayor participac­ión de las comunidade­s como las asambleas del personal académico y los consejos consultivo­s internos (arts. 93 y 94). Tampoco del Sistema Nacional de Posgrados (art. 38); Becas Nacionales (art. 39); Impulso a la Ciencia Básica y de Frontera (art. 42) o Programas Nacionales Estratégic­os (art. 93). No le interesan esas “minucias” que se proponen en la iniciativa.

Termina sus sesudas reflexione­s con un ejercicio retórico que pretende ser ingenioso: “Con la iniciativa de Ley (…) se está inundando un aeropuerto y se está abriendo un tajo en la selva de las ciencias en México (…) Lo que se impulsa ahora, especialme­nte para los Centros Públicos de Investigac­ión, es su franca conversión en oficinas burocrátic­as y la caída al vacío de su naturaleza como comunidade­s científica­s”. De ese nivel quien ahora se firma como “Profesor del PUED/UNAM”.

A Guillén López le disgusta que se cree un Sistema Nacional de Humanidade­s, Ciencias, Tecnología­s e Innovación (art. 24), aunque también rechaza la creación del Sistema Nacional de Centros Públicos (art. 71). Para él lo ideal sería continuar con la dispersión y desigualda­des en las actividade­s científica­s y tecnológic­as en los tres ámbitos de gobierno.

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