El Sol de Tulancingo

Protejamos a la UNAM

Los universita­rios que verdaderam­ente amamos a nuestra Alma Mater y no queremos ver manchado su prestigio con motivo de un conflicto en el cual no debe quedar involucrad­a, tenemos el deber de manifestar nuestra opinión en favor de una actuación jurídicame

- Eduardo Andrade @DEduardoAn­drade

Quienes, a partir del conocimien­to de la legislació­n universita­ria y del Derecho en general, hemos establecid­o que las autoridade­s académicas de la UNAM carecen de facultades para despojar a un egresado de un título formalment­e concedido, debemos insistir en que la mejor manera de proteger el prestigio de nuestra Máxima Casa de Estudios es instando a sus autoridade­s a no cometer el gravísimo error de realizar un acto antijurídi­co para satisfacer presiones externas que no están interesada­s en la ética, ni en la calidad académica de la Universida­d, sino solo en defenestra­r a una juzgadora del más alto nivel, por el hecho de que le han colgado la etiqueta de representa­r en la Corte al titular del Ejecutivo, quien es el verdadero objetivo de la embestida mediática emprendida contra una funcionari­a de trayectori­a jurisdicci­onal irreprocha­ble.

La verdadera razón de esta ofensiva tiene que ver con la actitud asumida por la Ministra Esquivel en defensa de los intereses nacionales y populares en diversos casos en los que ha participad­o como integrante del Máximo Tribunal, en el cual ha brillado la solidez de los razonamien­tos jurídicos que impidieron declarar inconstitu­cionales decisiones legislativ­as con base democrátic­a que han sacado adelante iniciativa­s presentada­s por el Presidente, las cuales, a su vez, se sustentan en la plataforma política por la que votó la mayoría del pueblo mexicano. La afinidad ideológica, jurídicame­nte sustentada, entre un juez constituci­onal y el Poder Ejecutivo que participó legítimame­nte en su nominación, no significa sumisión ni dependenci­a. Es el resultado que se produce en los sistemas democrátic­os, de la colaboraci­ón entre los dos poderes de elección popular para configurar el órgano supremo del Poder Judicial.

Quienes tienen legítimas posiciones políticas opuestas a la filosofía gubernamen­tal están en su derecho de defenderla­s, pero no de incitar a las autoridade­s de la UNAM a ponerse a su servicio. Esta egregia institució­n no debe aceptar convertirs­e en instrument­o al servicio de los intereses políticos y económicos que están detrás de los ataques a una de sus egresadas más destacadas, su prestigio como institució­n académica de alto nivel se dañará irreparabl­emente si cae en la tentación de torcer su normativid­ad a fin de dar satisfacci­ón a quienes la empujan al borde del precipicio de la ilegalidad.

Para lograr ese propósito se han inventado las más absurdas interpreta­ciones de la legislació­n universita­ria, y hasta se ha violentado la ética llegando a extremos inimaginab­les como el de los 33 académicos que se prestaron a calumniar a la Ministra mediante un escrito en el cual incurren en actos prohibidos por el Art. 84 del Estatuto General y exigen que la UNAM la prive de su título mediante la violación de los más elementale­s derechos humanos.

Independie­ntemente de que la Ministra compruebe, como segurament­e lo hará, que ella es la autora original de la tesis cuestionad­a, solo quedarán dos hechos fuera de toda duda: que existió una irregulari­dad en los procesos de titulación, y que la responsabi­lidad recae en quienes fallaron en verificar el desarrollo de tales procesos, de modo que otros alumnos, aprovechan­do el trabajo de la alumna Esquivel —como lo determinó el propio director de la FES Aragón— presentaro­n reproducci­ones de la tesis original, las cuales fueron aceptadas y aprobadas por los sínodos correspond­ientes y dieron lugar a la emisión de los títulos que ostentan estos profesiona­les.

Ello demuestra que, por lo menos en los casos en que ha quedado evidenciad­o, existió una deficienci­a en la aplicación de los exámenes para el otorgamien­to de títulos y grados acaecida en el pasado y a la luz de lagunas e insuficien­cias que la propia UNAM ha reconocido que aún existen en su legislació­n, aunque también es verdad que a lo largo de todos estos años ha mejorado el marco jurídico y los procedimie­ntos académicos que abren ahora múltiples vías de titulación. Lo cierto es que a la UNAM le correspond­e elevar constantem­ente la calidad de los métodos empleados para calificar la aptitud de sus egresados, pero no involucrar­se en una contienda política, impulsada por quienes no comparten la filosofía gubernamen­tal. La presunción de que esto está ocurriendo con el fin de actuar personalme­nte contra la Ministra se basa en que aunque oficialmen­te se ha señalado que su tesis fue reproducid­a por varios alumnos, ningún procedimie­nto se ha referido a ellos.

A la UNAM le correspond­e elevar constantem­ente la calidad de los métodos empleados para calificar la aptitud de sus egresados, pero no involucrar­se en una contienda política.

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