El Sol de Tulancingo

Noé Hernández, medallista olímpico, una muerte trágica

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Tadeusz Kepka, nacido en Varsovia, llegó en 1966 a México para trabajar con los atletas para los Juegos Olímpicos de México 1968.

Con el entrenador andarín México logró conquistar varios triunfos y forjar una camada de atletas. Entre ellos; Daniel Bautista, Ernesto Canto, Raúl González, Carlos Mercenario y finalmente Noé Hernández.

En una colonia de Chimalhuac­án Estado de México, en 1978, Noé vio la primera luz.

Era aficionado al futbol, y estuvo a punto de debutar en la primera división, pero para hacerlo debería de “contribuir” con un estímulo económico y prefirió buscar oportunida­d en otra actividad.

Invitado por uno de sus profesores de educación física, se enfocó a la caminata.

Entrenando por las tardes y vendiendo figuras de unicel por las mañanas en las esquinas de la CdMx, o realizando trabajos de albañilerí­a, Noé nunca desaprovec­hó el tiempo para allegarse algunos centavos y entrenar con toda la fuerza de su espíritu.

Sus campos de entrenamie­nto fueron caminos de terracería y baldíos.

Su férrea voluntad lo llevó a ser admitido en el Comité Olímpico. Y en 1997, llegó la ocasión, ¡la oportunida­d para competir a nivel internacio­nal!; fue en Apodaca, Nuevo León, donde conquistó su boleto al Campeonato Centroamer­icano y del Caribe de Atletismo.

Y de ahí: Noé Hernández llegó a los Juegos Olímpicos de Sídney 2000.

El 21 de septiembre en la prueba de 20 kilómetros, con garra y cadencia, entró al estadio olímpico y cruzó la meta en tercer lugar detrás del mexicano Bernardo Segura y del polaco Robert Korzeniows­ki. Luego vino el drama y la confusión, Segura fue descalific­ado y Hernández pasó a la medalla de plata.

Noé Hernández no sólo subió al podio, también derrotó el hambre y la situación adversa que conlleva la pobreza. El triunfo y la fama nunca lo cambiaron.

Tres años más tarde, en el Campeonato Mundial de Atletismo de París, Francia, el mexicano estuvo cerca del bronce al ubicarse en el cuarto lugar, pero no lo logró.

En el 2006 una operación en la rodilla lo alejó de las pistas y ya no clasificó a los JO de Beijing, China, en 2008. Noé decidió entonces su retiró. Tras ello, trabajó en el área encargada del deporte en el municipio de Chimalhuac­án.

El 30 de diciembre de 2012 fue herido de bala en la cabeza tras un tiroteo en un bar. Noé fue trasladado a un hospital. El 8 de enero de 2013 fue dado de alta.

Todo iba bien, pero el 16 de Enero de 2013, se apagó la vida del medallista olímpico.

En su homenaje, el municipio de Chimalhuac­án inauguró en 2016 una alberca olímpica con su nombre.

Entrenando por las tardes y vendiendo figuras de unicel por las mañanas en las esquinas de la CdMx, o realizando trabajos de albañilerí­a, Noé nunca desaprovec­hó el tiempo para allegarse algunos centavos y entrenar con toda la fuerza de su espíritu. Sus campos de entrenamie­nto fueron caminos de terracería y baldíos

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