La ballena y El triángulo de la tristeza: el cine como radiografía
Evitemos las complacencias en el discurso y un poco la tentación esnob; La ballena (Darren Aronofsky, 2022), funciona en la forma y fondo. El director tiene un estilo muy bien trazado, una marca que no se diluye en esta ocasión pero que evita nublar el fondo, una certera radiografía social, precisa, de coyuntura incluso. La soledad como pandemia, de personajes que pueden ser espejos repelentes.
Hay algo de patetismo conmovedor en el protagonista Charlie (Breandan Fraser) un profesor con obesidad mórbida, busca redención en su vida, desea reencontrarse con su hija adolescente a la cual abandonó. La culpa lo carcome y el hombre canaliza sus emociones con la adicción a la comida.
El filme, decanta en un melodrama cargado, tal vez un poco más de lo que el director acostumbra, pero descansa sobre todo en la actuación de Fraser, nominado al Oscar por su interpretación.
Aronofsky, tiene la sensibilidad, de ver en esta historia, puntos cardinales que definen a la sociedad post pandemia: redención, soledad, relaciones impersonales, en mucho a través de la tecnología. Fraser está en su punto. La cámara sabe comunicar intimidad en muchas tomas cerradas para abrirse en un acto de impacto. La ballena duele por actual. Hay que verla con la piel abierta y salir con la sensibilidad tocada. Seguro da nota la noche del Oscar.
Otra peli, que retrata esta época también, ahora desde la perspectiva de la más grosera banalidad. Si La ballena, mueve los hilos emocionales a través de la redención, El triángulo de la tristeza (Ruben Östlund, 2022) trastoca en todo momento a partir de un humor que va más allá de lo negro, juega con lo corrosivo, y en contrasentido al filme de Aronofsky, los personajes no tiene redención posible.
El triángulo de la tristeza, es un trabajo más social, incluso desde la perspectiva de lo político. A través de la miseria y la franca estupidez, la escatología, se trazan personajes de aguda miseria moral.
Carl (HarrisDickinson) y Yaya (Charlie Dean, fallecida de manera sorpresiva), son una pareja de modelos e influencers, que gorrean un viaje en crucero. Ahí conocen una fauna de personajes millonarios, muchos carentes de sentido de la dignidad. Su trazo es parte del humor. En un punto, hay un accidente, y tendrán que convivir con la tripulación en condiciones de igualdad para sobrevivir. El humor como posición política es lo que pesa en este filme, coproducido por el mexicano Julio Chávezmontes.
La primera película tiene en la nominación de Fraser al Oscar un muy buen punto a favor, fue ovacionado además en el Festival de Cine de Venecia, y es su gran regreso, aunque fue ignorada en otras categorías. Está basada en una obra del dramaturgo Samuel D. Hunter.
La segunda ganó la Palma de oro en Cannes y tiene sendas y merecidas nominaciones al Oscar, entre las que destacan Película y Dirección. No la ignore. Hágame ese favor. Es de lo mejor del año.