México y la ayuda humanitaria
Algo que ha caracterizado a nuestro país en sus relaciones internacionales, bilaterales y multilaterales, es el auxilio humanitario a comunidades que lo necesiten. La ayuda de este tipo es un apoyo urgente que se ofrece a poblaciones de un Estado o Estados que son víctimas de catástrofes naturales, como temblores o inundaciones, guerras o conflictos internos, y crisis económicas o sociales, entre otros factores.
México tiene una tradición importante de solidaridad respecto a la asistencia y el auxilio inmediatos a otras naciones. La cooperación internacional para el desarrollo, establecida como principio de política exterior en el artículo 89, fracción X, de nuestra Constitución Política, no solo implica acciones que contribuyan al desarrollo sostenible y a mejorar el nivel de vida de la población mundial por medio de transferencia, recepción e intercambio de información, conocimientos, tecnología, experiencias y recursos, sino también brindar ayuda humanitaria, lo cual se realiza, entre otras instancias, a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID).
Esa cooperación internacional, bajo forma de asistencia humanitaria, consiste en la aportación de recursos financieros o en especie, así como en el envío de personas expertas mexicanas que colaboran en tareas de asistencia y auxilio.
A lo anterior, se suma el Plan de Auxilio a la Población Civil en Casos de Desastres, mejor conocido como Plan DN-III-E, que se aplica a nivel interno desde 1966, mientras que en el extranjero se ha implementado desde 1972. A nivel internacional, se lleva a cabo en coordinación con las autoridades del país apoyado y en estricto apego a su legislación interna.
Su objetivo es la protección de las personas y sus bienes, preservando el entorno social, ecológico y de seguridad. Esto significa realizar actividades para auxiliar a la población civil afectada por cualquier tipo de fenómeno que produzca un desastre. Así, tanto el Ejército mexicano como la Marina han apoyado a naciones devastadas por los factores ya referidos.
Este auxilio y ayuda humanitaria se origina por solicitud del presidente de la República o si el mandatario del país afectado lo solicita directamente a su homólogo mexicano, o bien, por petición a través de nuestra Cancillería.
Algunos ejemplos de este esfuerzo invaluable de nuestras Fuerzas Armadas e instituciones públicas son el auxilio que se le brindó a los Estados Unidos ante las inundaciones causadas por el huracán Katrina en 2005. En esa ocasión, México asistió a la población de la Unión Americana con dos helicópteros, ocho vehículos todo terreno, siete vehículos anfibios y seis lanchas rápidas.
Otro caso de apoyo humanitario fue para Haití tras el sismo de 7.2 grados en la escala de Richter, en agosto de 2021, que provocó graves daños y pérdidas humanas. Los buques ARM Papaloapan y ARM Libertador llevaron a esa nación 1,729 toneladas de víveres, que incluyeron despensas, artículos de higiene personal, ropa, casas de campaña, medicamentos e insumos médicos —como cubrebocas—, además de un contenedor con un hospital móvil.
Un caso más del auxilio humanitario es el brindado a Turquía a raíz del terremoto con magnitud de 7.8 grados en la escala de Richter sufrido por aquella nación el pasado 6 de febrero, causando grandes daños materiales y miles de pérdidas humanas. Nuestro gobierno envió 150 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, de la Secretaría de Marina y de la Cruz Roja Mexicana, para coadyuvar en las acciones de respuesta y auxilio a la población afectada.
La solidaridad que las y los mexicanos mostramos en momentos difíciles es característica de nuestro pueblo, que no distingue de raza, ideología o religión cuando de ayudar se trata. Ello incluso sin importar el poderío económico que tengan los países afectados. Nuestro espíritu comunitario y grupal prevalece ante los desafíos más apremiantes que se enfrentan en diversas partes del mundo.