Lánguida federación En México
el fiel de la balanza se está inclinando peligrosamente hacia la concentración del poder. Hay dos situaciones que han venido vulnerando el federalismo hace décadas: la cada vez más amplia facultad constitucional del Congreso de la Unión para emitir leyes generales y códigos nacionales, que restan autonomía a los estados, e incluso pueden ser contraproducentes, y la inclusión en el Senado de la representación proporcional, que ha quitado peso a la voz de los estados para dárselo a la negociación partidista.
En el tema de recursos las cosas son parecidas: dos años han sido los peores en este ámbito: 2020, cuando las participaciones para los estados —que representan el 82 por ciento de sus ingresos totales—, solo crecieron en 3.44 por ciento respecto de 2019, y 2021, cuando todos registraron recortes por un total de 3.16 por ciento.
Hay que tomar en cuenta que a cualquier asignación de recursos la afecta la inflación, que en 2020 fue de 3.33 por ciento y en 2021 de 8 por ciento.
Esto prácticamente nulificó el citado aumento de 3.44 por ciento y ahondó el efecto adverso del decremento por 3.16.
De 2108 a 2023 también disminuyeron por ramo los recursos para los estados: Agricultura y desarrollo rural: 2.21 por ciento; Infraestructura y comunicaciones, 8.44; Economía, 60.56.
Aquellos que registraron aumento lo hicieron de manera inequitativa: Educación 43.17 por cieno, con incremento para la Ciudad de México de 46.92 por ciento y para el recurso no distribuible geográficamente, que usa el gobierno federal a discreción, de 116.68 por ciento, para alcanzar 43,753.80 millones de pesos.
En Salud, 24 entidades tuvieron disminución presupuestal, y solo ocho registraron aumento. Pero el presupuesto nominal aumentó 71.04 por ciento. Esto se explica en gran parte porque el recurso no distribuible geográficamente creció de 45,045.11 a 101,221.06 millones de pesos, un 124.71 por ciento.
Un presupuesto que crece no siempre se distribuye con justicia. Los estados son exprimidos por el poder central. La federalismo mexicano languidece, pero la centralización sigue sin dar buenos resultados. De hecho, e históricamente, en ninguna parte del mundo. Es tiempo de reconsiderar.